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ANÁLISIS DE MEDIOS

"Erupción de solidaridad"

El asunto de actualidad, en realidad, es indiferente, pues los medios copian las mismas fórmulas amarillistas y caen en los mismos vicios siempre que sucede algo que es susceptible de suscitar interés en el espectador

Basta una llamada a un periodista canario, con mil batallas a sus espaldas, para cerciorarse de que la vida sigue igual. “¿Que cómo es la cobertura que los medios están haciendo del tema del volcán? Aquí todo el mundo alucina con las televisiones de Madrid, pues su sensacionalismo es lamentable. Algún reportero parece que no va a parar hasta quemarse un pie con la lava”.

Su afirmación se corrobora al encender la televisión y comprobar que el informativo de Antena 3 ha tomado estos días la decisión de condimentar algunas imágenes de la isla de la Palma con música dramática, como si alguien, en sus altos despachos, hubiera decidido transmitir una dosis extraordinaria de angustia en los espectadores. Eso sí, la tensión no es mayor de la que generaba hace unos días el observar a Pedro Piqueras a pocos metros de la ‘ola de magma’, en un acto de heroicidad que ni era necesario ni nadie reclamaba. Porque la cercanía no aporta información adicional. Sólo alimenta el espectáculo, que es un elemento que abunda en los actuales programas de actualidad de la televisión. Los que supuestamente dan noticias y hacen "pe-rio-dis-mo".

Mientras tanto, los contertulios que hace una semana disertaban sobre la mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat hablan con una asombrosa seguridad sobre geología. Es el caso de un conocido -y acelerado- periodista que, en verano, explicaba las causas de la ausencia de oros olímpicos de España y, hace unos días, lamentaba la falta de previsión de las autoridades con la erupción del volcán.

Envida a grande, chica y pares por si cuela. Y lo peor es que a veces cuela…

El asunto de actualidad, en realidad, es indiferente, pues los medios copian las mismas fórmulas amarillistas y caen en los mismos vicios siempre que sucede algo que es susceptible de suscitar interés en el espectador, bien sea un desastre natural, un atentado o una misteriosa desaparición. De hecho, fue el 31 de agosto de 2019 cuando se perdió la pista de Blanca Fernández-Ochoa, es decir, han transcurrido más de 700 días desde ese momento. Entonces, las televisiones destinaron una parte importante de sus recursos a examinar el cadáver de la esquiadora. Ahora, se acercan a la lava o alquilan una lancha motora para mostrar las imágenes de un desfiladero entre los acordes de películas de desastres naturales. Un tiempo atrás, especulaban sobre la (falsa) aventura amorosa de Diana Quer.

Realidad hiperventilada

Lo más lamentable es que ninguno hace autocrítica ni propósito de enmienda. Siempre que surge un nuevo periódico -como ocurrirá en las próximas semanas-, anuncia que ha llegado para mejorar el país e informar con rigor a los ciudadanos. Lo cierto es que, tarde o temprano, será viernes por la tarde, la audiencia se resentirá, aparecerá un niño muerto en algún lugar de España y perderá las buenas formas. Quizás no caigan en la tentación a la primera de cambio, pero, tarde o temprano, lo hará. Quizás cuando un anunciante invierta en sus páginas menos dinero del que preveían sus dueños.

Eso sí, cuando sus editores aparezcan en algún foro público, volverán a expresar su seguridad en que su empresa es necesaria para que mejore la salud de la democracia española. Y, si quiebran, dirán ese tópico tan falso y estúpido de: “éramos útiles para la sociedad, pero no supimos ser sostenibles”.

Éramos útiles para la sociedad… Resultaría interesante que alguien planteara seriamente el debate acerca de los daños que ha generado en la ciudadanía el empeño de los medios de comunicación en transmitir una imagen ‘hiperventilada’ de la realidad a la sociedad; algo que hacen exclusivamente por mejorar su audiencia y sus ingresos. Y algo que ha engordado monstruos como el del miedo, la ansiedad y el extremismo en España.

Resultaría interesante que alguien planteara seriamente el debate acerca de los daños que ha generado en la ciudadanía el empeño de los medios de comunicación en transmitir una imagen ‘hiperventilada’ de la realidad a la sociedad

Todo este espectáculo chabacano -¿qué aporta la imagen de un periodista a pocos metros de la lengua de lava?- se explica en la necesidad de obtener clics, cuota de pantalla o radioyentes, pues son los bienes más preciados para los medios. Generalmente, cuanto más espectadores, más inversión consiguen; y en tiempos en los que cada vez hay más competencia y menos empresas dispuestas a destinar recursos económicos al periodismo, hay quien ha decidido apostar por el sensacionalismo para mantener su negocio a flote. Pese a todo, es rentabilísimo en términos de share.

La realidad es la que Lewis Carroll explicaba a Alicia: “En estas condiciones, hay que correr el doble para permanecer en el mismo sitio y no quedar atrás”. Por eso, usted escucha la música de la película Armageddon en su informativo favorito.

Luego está el caso de Radiotelevisión Española, que no busca rentabilidad, pero que, bueno…funciona a partir de unas dinámicas muy singulares. Este jueves por la mañana, acompañaba unas imágenes con el rótulo “Erupción de solidaridad”. No merece la pena apostillar esas tres palabras.

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