Quantcast

Medios

Juan Luis Cebrián: “Pablo Iglesias es un producto televisivo, un reality show"

Entrevista con Juan Luis Cebrián

Juan Luis Cebrián tuvo un final agitado en el Grupo Prisa. Sus últimos años de gestión estuvieron marcados por la dura crisis financiera de la compañía y por las presiones de los fondos de inversión. De hecho, el dueño del primer accionista del grupo, Amber Capital, llegó a dedicarle un discurso rebosante de hostilidad en la Junta de Accionistas en la que Cebrián confirmó su marcha.

Son tiempos de pandemia y Cebrián acaba de publicar un libro dedicado, en buena parte, a la estulticia de los poderosos en tiempos de crisis de las democracias occidentales. Se titula Caos, el poder de los idiotas y lo ha publicado Espasa. El exdirector de El País recibe a Vozpópuli en su despacho de la calle de Velázquez, donde ese día "todos teletrabajan", menos él.

Pregunta: "Idiotas"... En su libro se refiere a unos cuantos gobernantes con esta palabra. En concreto, con la segunda acepción del diccionario, que los define como “engreídos sin fundamento para ello”. ¿Es España actualmente un ejemplo paradigmático de idiotez, en este sentido?

Respuesta: No es paradigmático, pero es un ejemplo, pues muchas de las cosas que suceden por aquí también pasan en otros países. La mediocridad de la clase política no es exclusiva de España, sino que también se da en Reino Unido, en Estados Unidos, en América Latina... en muchos países democráticos donde los grandes partidos se han degenerado y la clase política se ha hecho progresivamente mediocre. También ha aumentado el sectarismo, el populismo y el nacionalismo después de la caída del Muro de Berlín. Son enfermedades del siglo XXI que nos afectan también a nosotros.

P: ¿No tiene la sensación de que el mundo se gobierna desde hace décadas a golpe de populismo?

R: Bueno, ha crecido el populismo... Vamos a ver, el populismo tiene sus raíces en el cambio del orden mundial y en la globalización. La democracia representativa está en crisis ante un modelo de globalización que es muy fuerte desde el punto de vista del liberalismo económico, pues no existen muchas reglas que lo controlen. Éste es un capitalismo que Adam Smith no pudo ni soñar, pues él creía en el capitalismo regulado. ¿Cómo se regula ahora el capitalismo financiero internacional si no hay una autoridad competente para ello?

P: La globalización...

R: Es la que explica el auge del populismo identitario, de los nacionalismos, del yihadismo...todos esos populismos vienen del miedo a la globalización y del desencanto con el sistema. El sistema está en crisis y eso explica el auge del populismo. No hay que olvidar que el modelo liberal-capitalista genera mucho crecimiento en el mundo, pero también muchas desigualdades. Y las clases medias se empobrecieron a partir de la crisis de 2008 y eso ha potenciado esta ola populista.

"Las clases medias se empobrecieron a partir de la crisis de 2008 y eso ha potenciado esta ola populista".

P: ¿Hay una pugna entre globalismo y nacionalismo?

R: Es que yo no hablaría tanto de un problema nacionalista en Europa como del hecho identitario. Y de la crisis de la democracia representativa, que está orientándose a una democracia asamblearia, con influencia de factores como las redes sociales. El sistema tradicional está en crisis y eso genera las políticas de identidad, como son los nacionalismos, el género, los movimientos indigenistas y animalistas... Eso conspira contra lo que la democracia representativa era y es, con su visión cosmopolita del mundo y su creencia en que todos somos iguales ante la ley.

Juan Luis Cebrián en la entrevista con Vozpópuli

P: Ese fervor identitario tampoco habla muy bien del pueblo...

R: Yo no generalizaría ahí. Hay sociedades más avanzadas y educadas; y otras menos. Pero responsabilizar a los pueblos no creo que sea acertado. Vamos a ver, el problema de esta crisis del sistema es que ha generado una falta de liderazgo total, tanto en política como en el panorama intelectual. Los intelectuales han desaparecido. Ya no hay un Ortega y Gasset en España; ni un Sartre en Francia. Todas las élites, salvo las económicas, están desapareciendo; y eso está desestructurando la sociedad.

"Los intelectuales han desaparecido. Ya no hay un Ortega y Gasset en España; ni un Sartre en Francia. Todas las élites, salvo las económicas, están desapareciendo; y eso está desestructurando la sociedad".

P: Se refiere en su libro al atentado que finge Miterrand para su propio beneficio y no podía evitar pensar en la política de este Gobierno, que es la de lanzar globos sonda de forma constante por interés...

R: Este Gobierno no tiene un proyecto de país. El PSOE tiene un problema serio; y eso es un problema para la sociedad española. No hay un proyecto socialista, hay una gran confusión. Me pregunto dónde están los intelectuales tan importantes que tuvo este partido históricamente. No sé dónde se han metido. ¿Los hay?

P: Conviene recordar que es el Gobierno de Pedro Sánchez, pero también de Pablo Iglesias...

R: Claro, e Iglesias es un producto de la televisión, es un reality show, es a la política española lo que Trump a la de Estados Unidos. Y, claro, los reality shows son muy exitosos. Pero a ver, el problema es que el Gobierno no se guía por un proyecto político, sino por uno comunicativo. El gran gurú detrás de la cortina, Iván Redondo, no es un líder, es un experto en comunicación; y esos profesionales funcionan de semana en semana, no trazan proyectos de país. Ese es un gran problema.

Juan Luis Cebrián en la entrevista con Vozpópuli

P: Me llamó mucho la atención una frase que usted dijo hace un tiempo. Lamentaba la situación del periodismo, que hace décadas cogía siempre con pinzas la información oficial, pero actualmente ni la cuestiona. Al revés, la sitúa casi como dogma de fe. Y yo me pregunto: ¿no se han equivocado quienes eluden mirar este fenómeno, pero hablan de fake news procedentes de Rusia y China?

R: Creo que el deterioro del sistema también afecta al periodismo. No hay más que poner la televisión para ver hasta qué punto los medios están afectados por este fenómeno. El periodismo auxilia a la creación de una opinión pública para que los electores se puedan pronunciar con total libertad. Cuando se desintermedia esa mediación, cuando todo el mundo puede decir lo que quiera, sea verdad o sea mentira, pues efectivamente las élites periodísticas también desaparecen.

"Iglesias es un producto de la televisión, es un 'reality show', es a la política española lo que Trump a la de Estados Unidos. Y, claro, los 'reality shows' son muy exitosos".

P: ¿Pero no cree que con Internet es más fácil hacer periodismo?

R: Yo no soy crítico con la esencia de ese tema. La aparición de Internet ha bajado las barreras de entrada para ejercer el periodismo. Antes, fundar un periódico era una aventura inconmensurable. Mucho antes, los periódicos compraban bosques para producir papel y condicionaban la hora de salida de los trenes para que el periódico llegara a tiempo. También financiaban expediciones al Amazonas y a África Central. Eran grandes imperios verticales. Ahora, un periódico lo hace uno en su casa con un teléfono inteligente. Todo eso ha cambiado y ha traído aspectos positivos, pero eso no quiere decir que con la crisis del sistema también se haya producido una del periodismo.

P: Le había preguntado por las fake news también...

R: Es que los gobiernos siempre han sido los principales mentirosos del mundo. Los principales enemigos de la libertad de expresión son ellos porque son los que tienen el poder, que tiende a crecer y a imponerse. Y, efectivamente, hay tal confusión que ahora son los gobiernos los que quieren decirnos lo que es verdad y lo que es mentira. Eso es un despropósito.

"Los gobiernos siempre han sido los principales mentirosos del mundo. Los principales enemigos de la libertad de expresión son ellos porque son los que tienen el poder, que tiende a crecer y a imponerse. Y, efectivamente, hay tal confusión que ahora son los gobiernos los que quieren decirnos lo que es verdad y lo que es mentira".

P: En las ruedas de prensa, durante el estado de alarma, aparecían tres uniformados que informaban sobre lo mal que nos comportábamos. Y casi ningún medio lo cuestionó...

R: Es que aparte de la pandemia vírica está la pandemia social y la pandemia política. Las ruedas de prensa durante la pandemia fueron una burla a la profesión periodística, pues no se permitía ni repreguntar. Y también somos culpables los periodistas, aunque en el fondo seamos víctimas de ese sistema. La política comunicativa del Gobierno es un desastre para la democracia y para la sociedad. No para el Gobierno, al que esto le viene fenomenal.

P: ¿Pueden los grandes grupos de medios caminar sin entablar relaciones perniciosas con el poder político y económico?

R: Los medios tradicionales y los actuales forman parte del sistema. Yo ya sabes que fui muy activo en los tiempos de la Transición. De hecho, tuve 200 procedimientos judiciales abiertos...

P: Y no se olvide de que le acusaron de espía de la KGB...

R: (Ríe) Eso también. A lo que voy, a mí siempre me preocupaba ver a periodistas, amigos míos, enseñando las llagas que les había provocado la defensa de la libertad de expresión. A mí eso siempre me ha parecido un poco estúpido. Entonces, había una discusión sobre si los periodistas pertenecíamos al pueblo o al poder. Mira, todo esto son mandangas. Los periodistas hemos formado siempre parte del sistema. Éramos el cuarto estamento, el sistema de formación de la opinión pública en las democracias representativas.

P: Se lo pregunto de otro modo. ¿Usted ha guardado informaciones por la relación de su grupo con la política o la empresa? O, más concreto, cuando Santander, Caixabank y Telefónica entraron en Prisa, ¿se comprometió su información?

R: No la comprometió, pero generó muchos conflictos. El hecho concreto es que yo quería irme en 2016 y no pude por las diversas fuerzas internas y los diversos intereses de los accionistas, que vieron que las dos personas que habíamos hecho el grupo, Jesús de Polanco y yo, desaparecíamos con mi marcha.

"A mí siempre me preocupaba ver a periodistas, amigos míos, enseñando las llagas que les había provocado la defensa de la libertad de expresión. A mí eso siempre me ha parecido un poco estúpido".

P: En su día, se vendió que el sucesor era un Polanco y que Santander no quería influir en el grupo. Pero el Polanco dimitió pocos meses después y Javier Monzón fue nombrado presidente... a la vez que lo es de OpenBank (Santander)

R: Bueno, yo propuse a Javier Monzón como mi sucesor y fue rechazado. Y le propuse por razones objetivas: primero, porque estaba sin trabajo, dado que el Gobierno de Rajoy le había echado de Indra. Segundo, porque había sido un empresario en el sector digital y yo hacía muchos años que estaba obsesionado con el mundo digital. Yo escribí un libro ya en el 97 sobre la tarea. Por otra parte, Monzón había hecho una gran tarea en Indra y tenía mucho conocimiento en América Latina.

P: Y no se aceptó su candidatura...

R: Pues mira, cuando se generó esa crisis, a petición de algunos accionistas fui a ver a Mariano Rajoy para explicarle que era yo, y nadie más que yo, el que había iniciado el proceso de sucesión. Como también fui yo quien sugerí que se paralizara el proceso para que fuera presidente de OpenBank. ¡Y se paró! En fin, yo le dije a Rajoy que creía en la excelencia de esta persona.

P: ¿Y qué le dijo don Mariano?

R: Me negó absolutamente que le hubiera echado de Indra. En mis memorias diré quién me dijo que le había echado.

P: ¿Morenés?

R: (Ríe y no contesta)

P: ¿No se equivoca de estrategia Santander con Prisa?

R: Yo sobre la actualidad de Prisa no voy a comentar nada. Soy presidente de honor de El País y yo sólo quiero cosas buenas para Prisa. La fundé yo con José Ortega y Jesús de Polanco; y he estado al frente del periódico y de la compañía 42 años. Sólo quiero y voy a decir cosas buenas, se cometan errores o no.

P: Entonces, no le puedo preguntar si es un error la venta de Santillana en España...

R: Me puedes preguntar, otra cosa es que te responda (ríe). Lo único que quería es que se me respetara, y se me respetó, mientras dirigí la compañía y el periódico, se me respetó enormemente.

P: Hablemos del papel de Amber Capital, que tiene el 30% de las acciones. No me podrá negar que es un fondo con un papel activo que generó presiones muy importantes y ha influido en las decisiones del grupo. Y es evidente que Amber ha influido en la venta de Santillana España.

R: Yo no voy a decir ni que sí ni que no, pues no lo conozco. Lo que sí te puedo decir es que, estando yo allí, hicimos todo tipo de planes para tratar de salvar la compañía, disminuir la deuda y hacer crecer los negocios. Yo ahora no participo en nada de las decisiones e ignoro los motivos de esa venta. No sé más que cualquier otro accionista del montón. Eso sí, El País me sigue pareciendo el mejor periódico de España y América Latina. También escucho la SER. Y bueno, te recuerdo que fui yo el que vendió a Penguin Random House las editoriales no educativas de Santillana.

P: Respóndame a algo. ¿Jugó Soraya Sáenz de Santamaría un papel importante en la negociación con los bancos acreedores durante la refinanciación de 2013, cuando estos aceptaron capitalizar una parte de su deuda?

R: Eso no fue así en absoluto. La petición de capitalización de esa parte de la deuda la hice yo porque vi que no se podía pagar. Y la hice de acuerdo con el primer banco de la compañía, que era el HSBC, y que era el que había distribuido la deuda entre el resto de los bancos. Además, inicialmente lo hicimos mediante bonos convertibles. Pero todo eso fue a petición mía y mientras yo estuve allí los bancos no tuvieron ninguna incidencia en la línea editorial de los periódicos y en el comportamiento de la empresa.

P: Le tengo que preguntar por su elevada retribución en 2011 y 2012. ¿La considera apropiada?

R: Yo tuve una retribución en 2011 que tuvo que ver con la ampliación de capital de 900 millones de dólares que hicimos; y no fue una retribución que se difundió a los medios. Pero el interés en eso era de los fondos que entraban...

P: Ese punto fue definitivo para que usted formara parte de los millonarios que formaban parte del famoso 'trama-bus' de Podemos...

R: ¿Por qué me subieron a mí a ese autobús? La verdad es que nunca lo supe, aunque me pareció una indignidad. Entre otras cosas, porque yo tuve la suerte de poder sacar Prisa a bolsa y tenía una participación bastante relevante en Prisa, y también perdí con la bajada de la acción. En fin, no sé por qué me subieron ahí. También subieron a Felipe González, que habrá cometido muchos errores, pero un gran millonario no es.

P: También le situaron en los Papeles de Panamá...

R: También se lo inventaron, entre otras tantas chorradas. Pero bueno, por lo que fuera mi cara o mi figura representaba cierto momento de la Transición, aunque yo nunca he estado en política y he creído siempre en la independencia de El País. Independientemente que diéramos voz a la izquierda cuando nació el periódico.

P: Pero no se puede ocultar que durante los 80 y 90 se identifica claramente a 'El País' con el PSOE; y así sucedió hasta la llegada de Zapatero, cuando apostó por Roures...

R: Mira, probablemente con el presidente del Gobierno con el que más problemas tuvimos fue con Felipe González, que, por cierto, ya era amigo mío en los tiempos de Isidoro, en los del tardofranquismo. Nosotros chocamos en dos temas: en el referéndum de la OTAN y en el terrorismo del GAL. La gente se olvida que Barrionuevo me llevó a mí a los tribunales. Y perdió.

"Con el presidente del Gobierno con el que más problemas tuvimos fue con Felipe González".

P: Hay una parte del libro en la que se refiere a los tertulianos y a los tuiteros como los nuevos oráculos de la sabiduría. Evidentemente, lo hace en tono crítico. Pero ése es el modelo que parece que se ha impuesto...

R: El populismo no sólo es político. También es parlamentario -mira las tonterías que se dicen en la tribuna del Parlamento- y periodístico. Se están perdiendo los valores: consultar a las dos partes cuando están en conflicto, se da crédito a casi cualquier nota de prensa, hay cantidad de iniciativas periodísticas que están siendo manoseadas por el dinero, gente que publica algo si no pagas y se lo guarda si lo haces... No es un ejemplo en este momento el sistema periodístico. Sobre lo que decías... no hay programas de debate serio. Y también se está imponiendo lo políticamente correcto.

P: Ojo, lo que acaba de nombrar...

R: El otro día escuché a Lidia Falcón, la que fue fundadora del Partido Feminista, y ahora la han echado porque no está de acuerdo con las normas sobre los trans... Pero bueno, creo que también hay mucha autocensura entre los periodistas por estas razones. Este fenómeno ya existía hace muchos años, cuando nadie daba instrucciones de nada, pero se generaba un ambiente de autocensura alrededor de lo políticamente incorrecto.

P: Recuerde lo que ocurrió con el jefe de Opinión de 'The New York Times', que tuvo que abandonar su puesto tras publicar una columna contraria a la violencia del Black Lives Matter...

R: Hablemos claro: esto es censura. Y es censura que se monta en nombre del pueblo, por su bien. Es la lógica de los movimientos fascistas.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.