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El día que la Pantoja pasó por encima de Ferreras

Isabel Pantoja

En Telecinco se salieron por la tangente en la noche electoral y programaron Supervivientes. Fue lo más visto del día, con el 17,6% de la cuota de pantalla, bastante por encima del espacio informativo de Antonio García Ferreras (14,3%). Unas horas después de ese logro, el canal Cuatro concedió aproximadamente 25 minutos al emocionante momento en el que Isabel Pantoja y otros concursantes preparaban un potaje de garbanzos en una lata y lo degustaban con sumo placer. Legumbre a legumbre, para que durara más. En medio del vendaval informativo que generaron los comicios, al fin algo de calma para observar la merienda de unos robinsones durante un buen rato. Entre ellos, la tonadillera de las desventuras marbellíes, a la que la audiencia, con curiosidad macabra, observa estos días en mitad de una pesadilla tropical. La mujer codiciosa que acabó en la cárcel, luchando contra los elementos por una ración de comida.

En similares circunstancias, Juvenal elaboró una reflexión que ha sido mil veces repetida: “Este pueblo ha perdido su interés por la política, y si antes concedía mandos, haces, legiones, en fin todo, ahora deja hacer y sólo desea con avidez dos cosas: Panem et circenses”, expuso. El problema, en estos tiempos, es que la frontera entre el pan y la sardina, y entre la actividad parlamentaria y el espectáculo circense resulta bastante difícil de apreciar. Y, en estas circunstancias, hay quienes prefieren el famoseo, hortera, pero honesto, que la falsa solemnidad de auténticos impresentables de la vida pública.

Siempre es complejo que los hombres se sobrepongan a las circunstancias de su tiempo, y estos son tiempos de chabacanería y veleidad. Es descorazonador observar espectáculos como el que aconteció hace una semana en el Parlamento, durante la sesión de arranque de la legislatura, cuando algunas decenas de diputados evitaron “jurar o prometer la Constitución” con la fórmula sencilla y habitual; para lanzar eslóganes políticos y frases impregnadas de la ideología más revanchista y trasnochada. El aquelarre se retransmitió en directo en televisión e incluso recibió vítores de la prensa palmera. De hecho, lo llegaron a considerar como un síntoma de salud democrática y pluralismo.

La carroña

Las mesas de tertulia encuentran suculento alimento en estas sesiones y conceden un generoso espacio a escandalosos y polemistas, quienes son conscientes de que para aparecer ante las cámaras tienen que recurrir a la estrategia de la agitación. Tipos infames de este perfil, desde Gabriel Rufián hasta Rafael Hernando, deben su elevada presencia mediática a este fenómeno, aunque los razonamientos que realizan en público no sean más inteligentes que los que pudiera expresar una ameba.

Lo mismo ocurre con ese género tan extendido como es el de los tertulianos de parte. Los que mantienen una relación de concubinato con los partidos y repiten sus argumentos con aparente fervor. Los que aparecen en sus actos de estas formaciones para leer manifiestos. El domingo por la noche, daba vergüenza ajena observar ciertas caras de alegría y de decepción. Son periodistas que llenan el buche ejerciendo de groupies de quien les garantiza la silla en la tertulia. Curiosamente, lo mismo que ocurre en el plató de Supervivientes.

Sobra decir que sus declaraciones son procesadas con placer orgásmico por las ‘Anarosas’ de turno, quienes ofrecen carta blanca a quienes tienen la capacidad de increpar. Si la prensa decidiera tomarse la política en serio y los partidos no participaran de este juego macabro, algunos de los personajes a los que más proyección se atribuye y más espacio mediático se concede, no serían lo que son. Tanto portavoces políticos como periodistas y editores oportunistas, que en algunos casos rozan la idiocia. Por otra parte, sin los constantes cebos que unos y otros lanzan a la audiencia, detrás de los cuales no hay más que humo e intoxicación, por lo general, quizá los debates que se generan produjeran más interés que hastío.

En el domingo electoral que marcó el rumbo de la política –en buena parte- para los próximos tiempos, se impuso la Pantoja. Y es que hay gente que prefiere que le vendan quincalla, con honestidad, que patrañas con aire ceremonioso.

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