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Una crisis que ha vuelto a demostrar que la prensa impresa está herida de muerte

Quiosco abierto en la calle de Fuencarral

Publicaba este periódico el pasado miércoles que los responsables del diario El Economista barajan la posibilidad de dejar de imprimir el periódico de lunes a viernes para hacerlo únicamente los fines de semana. La decisión se explica en la necesidad de sus editores de reducir costes en un momento especialmente complejo, en el que los ingresos publicitarios y las ventas han caído en todo el sector.

Las crisis son ocasiones perfectas para vislumbrar cuáles son los edificios que se sujetan sobre cimientos sólidos y cuáles se derrumbarían ante un simple soplido. El de la prensa escrita se encuentra en el segundo grupo, pues de tanto desgaste que ha sufrido durante los últimos años, su declaración como estructura ruinosa sólo está pendiente de que alguien tenga el suficiente valor como para certificarlo y colgar el cartel.

Recientemente, se han difundido los últimos datos de la Oficina para la Justificación de la Difusión, en los que se puede apreciar que los seis principales periódicos generalistas cayeron en casi 65.000 ejemplares diarios en marzo, con respecto al mismo mes del año anterior.

La realidad es todavía peor, pues, según adelantó El Español, no recogen lo que aconteció desde el 16 al 31 de marzo, es decir, la primera quincena de confinamiento. Sea como sea, el principal titular de este 2020 es que ningún periódico es capaz actualmente de difundir más de 100.000 copias diarias. Es decir, la penetración del papel en la sociedad española ya se puede decir que es muy escasa.

Ningún periódico es capaz actualmente de difundir más de 100.000 copias diarias.

El País registró un dato de 96.147 ejemplares (-18.074); El Mundo, de 69.357 (-14.270); La Vanguardia, de 88.036 (-6.178); ABC, de 65.010 (-5.657); El Periódico, de 49.634 (-7.307) y La Razón, de 40.062 (-11.755).

Todo esto en un contexto de máximo interés informativo en el que las audiencias de sus ediciones digitales se dispararon hasta alcanzar registros históricos, más allá de los trucos para inflar el dato que emplean algunas cabeceras y de las singularidades del sistema de medición de ComScore.

Ese mes, La Vanguardia registró 28,4 millones de usuarios únicos, El Mundo, 27,34; El País, 26,56 y ABC, 25,41. El rotativo de Godó subió en 5,4 millones; el de Unidad Editorial, en 7,54; el de Prisa, en 6,83; y el de Vocento, en 5,4.

Durante este tiempo, la economía se ha paralizado y la recaudación publicitaria de los medios de comunicación ha menguado de forma preocupante. En los primeros meses del año, el 10,2%. En marzo, el 13,2%.

Caída publicitaria

El golpe ha sido especialmente duro en el sector de la prensa escrita, donde se recaudó el 48,2% menos que el mismo mes de 2019, en concepto de publicidad. Las rotativas no han parado y el interés por las noticias ha sido mayor que en los últimos años. Pero, sencillamente, cada vez menos ciudadanos recurren a los periódicos para informarse, lo que hace cada vez más inviable la edición de un producto cuya facturación es costosa.

Según la compañía de investigación de mercados Global Web Index, los españoles recurren antes a los canales de televisión (55%), a los noticiarios de este medio de comunicación (46%), a los diarios digitales (40%), a los datos de las fuentes oficiales (38%) y a las redes sociales (34%) que a los periódicos (24%) para encontrar información del coronavirus. Es cierto que el gran medio de comunicación de masas ha sido la televisión durante las últimas décadas. Pero también lo es que la prensa nunca había tenido un alcance tan minoritario.

Un dato curioso que explica el hundimiento del sector es que, en 2010, había 26.089 quioscos y puntos de venta de prensa en España, mientras que, ocho años después, quedaban 20.394. La gran pregunta es: ¿está cerca el momento en el que se deje de editar la prensa diaria?

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