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La propuesta fake sobre TV3 y la sorpresa en La Sexta: Sánchez tiene más cara que espalda

En su estupendo libro sobre el advenimiento de la República, Josep Pla explica que una vez en Madrid se dedicó a "coleccionar grandes hombres políticos" y a continuación concluye, lógicamente: "No hallé ninguno". Esa misma sensación la pudieron tener muchos de los españoles que vieron el debate televisivo del pasado lunes. La realidad es que el combate dialéctico fue interesante y clarificador, aunque solo los frikis de la cosa pública aguantásemos hasta tan tarde frente al televisor. 

Se ha escrito ya y es cierto que el presidente del Gobierno sorprendió con más propuestas, algunas de ellas destinadas a endurecer (o a simular que endurece) su posición respecto al asunto catalán. Una de esas ideas para cambiar España tenía que ver con el control de las televisiones públicas, en general, y tenía como objetivo TV3, en particular.   

"Vamos a modificar la Ley General Audiovisual para que los Consejos de Administración de todos los entes públicos de comunicación sean aprobados por un respaldo de dos terceras partes de sus Parlamentos autonómicos; con eso acabaremos con el uso sectario que se está haciendo por parte del independentismo catalán en el caso de TV3". Olé, dijeron muchos en su casa

Sin embargo, una vez más la realidad no concuerda con los deseos y propuestas de Sánchez. Porque el pasado octubre el Parlament de Cataluña ya modificó la legislación en ese sentido. Concretamente, se aprobó que los nombramientos del presidente y los consejeros de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA) sean ratificados por una mayoría cualificada de dos tercios. O sea, la propuesta de Sánchez no tiene sentido alguno porque ya funciona

"El uso sectario"

La propuesta imposible -mejor "propuesta fake" en estos tiempos- del presidente del Gobierno no puede sorprendernos. Ya comentábamos aquí la pasada semana que Sánchez tiene una querencia por lo ajeno digna de estudio. Las tesis, los libros y ahora, en el colmo de la apropiación indebida, sea o no delictiva, las promesas electorales. 

Con todo, lo más interesante del caso no es que Sánchez proponga algo metafísicamente imposible de proponer. No, lo mejor es que la propuesta vuelve a demostrarnos que estamos ante un amante compulsivo de las contradicciones

El caso es que el PSOE liderado por Sánchez pidió en el Senado que la aplicación del artículo 155 no incluyese a TV3. Y cuando otros partidos como Ciudadanos han reclamado la intervención en la cadena pública catalana, Sánchez lo ha rechazado. No abundan, por no decir que no existen, las críticas furibundas del PSC a TV3. Pero ahora el jefe del Ejecutivo habla del "uso sectario de TV3" y lanza una propuesta ante millones de españoles para cambiarlo. ¿En qué quedamos? 

La Fiscalía y la entrevista sorpresa con Ferreras

No es que Sánchez sea contradictorio. Hay algo inexplicable en su carácter. Este hombre parece disfrutar contradiciéndose. Paladea la incoherencia. No es difícil imaginarlo sentado en algún sillón renovado del Palacio de La Moncloa, concentrado, con una sonrisa maliciosa mientras piensa en cuál será la siguiente vez que tenga que pasar de la camisa vaquera de Salvados al traje y corbata del cargo o a la chaqueta de cuero de los mítines

Para este hombre camaleónico todo parece ser posible. Acaso porque le importa medio bledo contradecirse con tal de mantener el poder. Sólo él puede llevar a cabo la machada de este jueves. Ni corto ni perezoso, Sánchez afirmó que su colosal metedura de pata sobre la Fiscalía y el Gobierno era fruto "del cansancio". Lo hizo, además, en una entrevista sorpresa con Antonio García Ferreras. O, dicho de otra manera, su equipo buscó apresuradamente aparecer en televisión para intentar salvar los muebles aunque fuera negando la evidencia.

¿Alguien que no haya consumido sustancias alucinógenas puede creerse que Sánchez dijo lo que dijo sobre la Fiscalía y Puigdemont porque estaba cansado? 

¿Y qué pasa con RTVE?

Volvamos a TV3, porque la cosa tiene más miga. Nótese que la idea que Sánchez soltó en el debate está pensada para "todos los entes públicos de comunicación". Las carcajadas son obligatorias. Porque esta iniciativa sale de la boca del hombre que maquinó un legendario apaño parlamentario para controlar la presidencia de RTVE. Sánchez colocó a la rubalcabista Rosa María Mateo como "administradora única" -ojo al cargo- de la radiotelevisión pública para cuatro meses, con el compromiso de poner en marcha un concurso público para elegir a quien le sustituyera.

Han pasado 17 meses y Mateo sigue a lo suyo. Entre otras cosas, el Gobierno, perdón, la administradora única ha colocado como jefe de información al exdirector de El Periódico de Catalunya Enric Hernández, pese al escandalizado y escandaloso rechazo del 65% de la plantilla. El Consejo de Informativos de RTVE clama en el desierto para que la renovación del consejo de administración se produzca cuanto antes. Los ejemplos de parcialidad favorable al PSOE se multiplican.   

El ingenioso Pla decía que los políticos de Madrid eran "una mezcla de inconsciencia y de estrategia inmediata". Eso no es suficiente en este caso, porque los adjetivos para definir las innumerables contradicciones de Sánchez se agotan cada día. No obstante, el refranero español siempre sale al rescate de quien escribe. Y solo sirve lo de que "tiene más cara que espalda". Hay que decir que las espaldas de Sánchez son anchas y fornidas, incluso envidiables, pero es que su cara de hormigón es todavía más grande. 

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