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RTVE, o de cómo transmitir optimismo tras perder 70 millones de euros

El presidente de TVE, José Antonio Sánchez

RTVE es el perfecto ejemplo de lo que no debe ser una televisión pública. Es un hijo consentido del Ministerio de Hacienda al que tolera vicios y abusos sin pedirle explicaciones. Un juguete roto que han manipulado desde hace décadas políticos y sindicatos, sin excesivo sonrojo, hasta dejarlo herido de muerte. Una máquina de perder millones de euros que ni cumple el servicio público que tiene encomendado, ni tiene una hoja de ruta clara para corregir sus defectos. Dame pan y llámame tonto. En este 2015, sus cuentas se cerrarán con un déficit estimado de 70 millones de euros, a pesar de que Cristóbal Montoro le ha librado de pagar una cantidad equivalente en concepto de IVA. Por sorprendente que parezca, sus máximos responsables, lejos de expresar preocupación, han transmitido optimismo por considerar que han realizado un buen trabajo.

La historia de este medio de comunicación es la de una empresa pública que, en el momento en que dejó de ser un monopolio, comenzó a desangrarse como consecuencia de la incompetencia de sus gestores, de la falta de voluntad de los gobernantes por pulir sus fallos y de los intereses políticos y empresariales por beneficiar a los dueños de las televisiones privadas. Desde a Juan Luis Cebrián hasta a Silvio Berlusconi. Hoy en día, es un capricho caro del Estado que cuesta cientos de millones de euros al año y aporta muy poco a la sociedad española.

Hace 5 años, 44 de los 50 programas más vistos en la televisión eran de TVE. Hoy, son sólo 5 de 50

Su déficit ha superado los 100 millones de euros en los últimos cinco ejercicios. En 2015, será menor, pero sólo porque el Ministerio de Hacienda le perdonará 70 millones de euros en concepto de IVA. Estas pérdidas conllevarán que su patrimonio neto descienda por debajo de los dos tercios de su capital social, lo que le obligará a afrontar una causa de reducción de su valor, la segunda desde que en 2010 se aprobara su actual ley de financiación. Que disminuya el capital social de una empresa pública no supone ningún drama, en principio. Pero, desde luego, este hecho da una idea de que algo huele a podrido dentro de ella.

La herencia recibida del PSOE

A José Luis Rodríguez Zapatero se le considera como el presidente que mejores decisiones ha tomado sobre la televisión pública en las últimas décadas. Desde el punto de vista de la audiencia, este dato es incuestionable, pues, si se toma como referencia agosto de 2010, se puede comprobar cómo 44 de los 50 programas más vistos se emitieron en La 1. El mismo mes de 2015, sólo fueron 5 de 50.

Pero el PSOE colocó un huevo de serpiente en la corporación con su decisión de eliminar la publicidad de sus cadenas. Y éste ha eclosionado y ha ocasionado auténticos estragos.

Porque la principal fuente de financiación de RTVE es la hacienda pública y, si le garantiza un presupuesto menor que los 1.200 millones de euros que establece como techo la ley aprobada hace 5 años, la pública, con su actual estructura, tiene problemas para no endeudarse. En 2012, Cristóbal Montoro pegó un buen mordisco a esa partida y en ninguno de los posteriores ejercicios ha vuelto a superar la barrera de los 1.000 millones de euros. Desde entonces, su déficit ha sido superior a tres cifras cada año.

El segundo gran problema al que se enfrenta la corporación para cuadrar sus cuentas es la batalla judicial que mantiene con las operadoras de telecomunicaciones como consecuencia de la negativa de estas empresas a pagar a RTVE el diezmo sobre sus beneficios que les exige el Estado. Eso ha provocado que la televisión pública haya dejado de recaudar muchos millones de euros en los últimos años. Está claro que algún día los recibirá, pero, mientras tanto, ese litigio agrava sus números rojos. Ahora bien, el presidente del ente público, José Antonio Sánchez, lejos de actuar con prudencia en este asunto y no contabilizar esta tasa a la hora de realizar la previsión de ingresos anuales, no duda en incluirla, lo que causa un desequilibrio aún mayor en sus cuentas. Todo un despropósito por el que no tendrá que dar explicaciones pues, a fin de cuentas -y como sus predecesores- aplica al dictado las órdenes que le transmite al Gobierno.

Rodríguez Zapatero concibió una tercera vía de recaudación para RTVE: los patrocinios. Ahora bien, los restringió tanto que apenas si generan ingresos para la corporación (el año pasado, sólo 9 millones de euros). El presidente de RTVE ha pedido a los legisladores que modifiquen la normativa para poderlos aplicar más allá de los programas deportivos y culturales. Pero, de momento, no se ha producido ningún cambio en este sentido. ¿De veras fue tan bueno Zapatero para TVE?

RTVE gastará este año 375 millones de euros en pagar a su plantilla

Una contención del gasto que no llega

La inoperancia de este modelo de financiación y la falta de conocimiento y acierto de sus gestores han sumergido a RTVE en una profunda crisis que ha mermado su audiencia, su credibilidad, su influencia y su viabilidad. Para solucionarla, se pueden seguir básicamente tres hojas de ruta. La primera pasa porque Moncloa garantice a RTVE los 1.200 millones de euros anuales que le permitan evitar el déficit, algo inviable desde el punto de vista presupuestario y, desde luego, éticamente reprobable en un país en el que la crisis económica ha obligado a recortado múltiples partidas sociales.

La segunda es cambiar su modelo de financiación para devolver la publicidad a sus cadenas y hacer a la televisión pública menos dependiente del volumen de las aportaciones del Estado y de las telecos. Pero con la audiencia actual, la cantidad que se recaudaría en este concepto sería mucho menor que en 2010, cuando se emitió el último anuncio en La 1, y, por tanto, no garantizaría una estabilidad presupuestaria.

La tercera vía sería recortar los gastos. Y, a la hora de examinar la partida de costes de esta empresa, lo que más llama la atención es que invierte cada año más de 375 millones de euros en pagar a su plantilla, compuesta por 6.400 trabajadores y tres veces más grande que la suma de las de Atresmedia y Mediaset.

Hace una década, se tomó la determinación de presentar un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) en la casa para ahorrar costes. Pero se negoció tan mal y se concedieron tantas prebendas a los "afectados" -por la ineptitud del PSOE y la elevada presión sindical- que costará 1.050 millones de euros. Se da la circunstancia de que algunos de los extrabajadores de RTVE que están incluidos en este plan, ganan hoy más dinero mensual que si hubieran seguido en activo.

Desde el Gobierno, se ha sugerido en alguna ocasión que la plantilla de RTVE está sobredimensionada. Y qué duda cabe si se compara con las de las televisiones privadas. Pero en los más altos despachos de Moncloa saben que despedir a una parte del personal crearía un mar de fondo en RTVE que podría ocasionarle un considerable coste político. En cualquier caso, sería la solución más viable si no quiere seguir dilapidando millones y millones de euros en pagar las facturas de un hijo derrochón al que nadie ha sabido poner freno.

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