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Pedro J. revienta el cónclave de editores y exige a Rajoy ayudas para salvar la prensa

"Esta mañana ha estado sonando aquí la orquesta del Titanic. Y yo no voy a sumar mi violín". Así, contundente y provocador, empezó Pedro J. Ramírez su explosiva intervención en las jornadas organizadas este martes por la Asociación de Editores de Diarios Españoles (AEDE). Ante lo más granado del sector de la edición, el director de El Mundo censuró la autocomplacencia de los editores y exigió la "autodisolución" de la patronal, porque, a su juicio, "no ha hecho nada" por defender los intereses de los periódicos. Además, atacó con fiereza al Gobierno del PP, cuya "insensibilidad" con los rotativos "no tiene parangón". Por ello, reclamó al jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, que acometa las medidas necesarias, como ayudas o regulaciones varias, para salvar a los diarios impresos. El resto de conferenciantes, que eran Francisco Marhuenda (La Razón), Bieito Rubido (ABC) e Inés Artajo (Diario de Navarra), habían coincidido previamente en defender el futuro de la prensa de papel. Como respuesta a Pedro J., el consejero delegado de Vocento y presidente de turno de AEDE, Luis Enríquez, arguyó que el gremio debe funcionar por su cuenta, bajo principios liberales. 

Para empezar, el director de El Mundo se desmarcó de sus compañeros de mesa, que minutos antes habían defendido, sin excepción, el futuro de los diarios en papel. "El principal soporte de distribución del periódico va a dejar de ser el papel", dijo, taxativo. Argumentó que un error garrafal y habitual es "confundir como sinónimos el periódico y la edición impresa". Con cierta sorna, se dirigió a los presentes para decir que "ese amor al papel debe ser compartido por los lectores". En el lujoso hotel Wellington de Madrid, que acogió unas jornadas de AEDE abarrotadas, Ramírez quiso recordar, también, que actualmente solo dos cabeceras generalistas (el diario que dirige y El País) venden más de 100.000 ejemplares en España. Y pronosticó que, de seguir el actual ritmo de pérdidas de lectores, en tres o cuatro años ninguno superará esa cifra de ventas. 

"Trato discriminado"

Ante lo que calificó como una "crisis profunda del sector de la prensa", se hace más necesario que nunca "el mérito y el coraje" de los editores. A su juicio, la AEDE sufre una "parálisis" y no está defendiendo adecuadamente los intereses de los periódicos que aglutina en su seno. Ahí empezaron los murmullos de los asistentes, que no acogieron con gusto que el director de El Mundo pusiera en la diana, con críticas furibundas, a una patronal que, hasta ese momento, estaba huyendo de la autocrítica. No fueron pocos los que se removieron en sus asientos cuando Ramírez inició ese camino. Era algo así como si Pedro J. hubiera mutado en la conciencia de los editores y les estuviera diciendo a los presentes que con unas jornadas fastuosas (aquello parecía una convención de multimillonarios) no se combate la caída libre del gremio. 

Al decir de Pedro J., en el gremio de la prensa es fundamental una "reconversión" que podría compararse a la del sector naval. Defendió, por ello, un "trato discriminado y específico a los medios por su papel como cauces del derecho a la información". Él, que siempre hace gala de su liberalismo y, por ello, de la ausencia de subvenciones, las defiende en este caso por la relevante función social de los medios. "Somo el cauce del pluralismo", insistió. Frente a esto, el director de El Mundo considera que la "insensibilidad" del actual Ejecutivo "no tiene parangón". "A este gobierno la prensa le da igual". Para él, los miembros del Gabinete están "encantados" de que "nos vaya a todos cuanto peor, mejor", aunque es evidente, según él, que "les gusta más que nos vaya mucho peor a algunos que a otros".  

Durante el discurso de Ramírez hubo murmullos y al final los aplausos fueron tímidos

En su opinión, el Gobierno "no ha hecho nada" y la AEDE "muy poco o nada" para arreglar los evidentes problemas del sector. Los murmullos subieron de tono en algún momento cuando Ramírez hizo estos comentarios críticos sobre la asociación de editores. Pese a ello, Pedro J. siguió a la carga una y otra vez, poniendo ejemplos concretos de la inacción de la AEDE, como la lucha contra la pequeña piratería, las exigencias al Ejecutivo o la vetusta batalla contra Google. Enfatizó que la patronal de los editore se ha convertido en un obstáculo para ellos mismos porque, entre otras cosas, no ha servido para actuar unidos, dadas las maldades habituales entre los mandamases de los diarios. La clave del futuro de la prensa está, según él, en "el desarrollo de las suscripciones digitales", justo a lo que está dedicando todos sus esfuerzos su diario. Y, como traca final de sus ataques provocadores, el director de El Mundo pidió la "autodisolición de la AEDE" y la creación de otro organismo que realmente funcione. 

En la sala, las decenas de editores no se tomaron demasiado bien el discurso de Pedro J. Prueba de ello es que al terminar su intervención los aplausos fueron mucho más tímidos que en los casos de sus antecesores en el uso de la palabra. La respuesta de Enríquez, minutos después, fue clara: "Me gustan los negocios que salen adelante por sí solos". 

Otros discursos

Además de la incendiaria intervención de Pedro J., hablaron los otros directores ya mencionados y presentes en la mesa de debate. Empezó Inés Artajo, con un discurso autocrítico, esperanzador, bien hilado y muy aplaudido por todos los presentes. "En papel o digital, el futuro será de pago o no será", afirmó la única mujer presente en la mesa. Entre otros muchos datos interesantes, la directora juzgó severamente la política que se sigue en los periódicos de despedir a los periodistas "con más canas" o "con nóminas más altas". Frente a ello, abogó por que una redacción aglutine a tres generaciones de informadores. Así, tendrá la juventud, madurez y experiencia necesarias. 

Marhuenda apela a la "complementariedad" de ediciones y Rubido reconoce que "damos palos de ciego"

Después, el director de La Razón hizo hincapié en que los periódicos constituyen "un producto que hay que vender, como la Coca-Cola". Marhuenda apostó por la "complementariedad" de las ediciones en papel y digital o cualquier otra del grupo de comunicación de que se trate. Y remarcó la "credibilidad", la "influencia" y el "peso real en la sociedad" de los periódicos, que también deben seguir apostando por las promociones. A ese respecto, despertó las risas de los presentes al narrar que en su despacho de La Razón guarda una bicicleta promocional. En tercer lugar, Bieito Rubido aseguró que el sector está en una "inflexión histórica", "en la prehistoria de lo que va a suceder". Relacionó la calidad y la rentabilidad de los rotativos: "Si no somos rentables, no somos independientes porque es el beneficio lo que nos da la libertad". Con el rigor como primer axioma, el director de ABC abogó por "buenas historias y bien escritas". Aunque, eso sí, reconoció que, en lo referente a la apremiante reinvención del modelo de negocio, "todos los medios estamos dando palos de ciego ahora mismo".

Inauguración y cierre

Un par de horas antes de la mesa de directores de periódicos, había abierto el fuego Luis Enríquez. “Si el futuro es digital, los editores estamos en la pole”, remarcó. Y aseveró que, le pese a quien le pese, la prensa es hoy, en España y en el mundo, “el único modo en que una persona hoy puede enterarse, interiorizar e incorporar a su argumentario información ordenada razonablemente”. Después le tocó el turno a una interesante mesa de anunciantes, que analizaron su papel en la prensa. La credibilidad y el rigor que los diarios trasladan a las marcas que se anuncian en ellos marcó el debate. 

Wert desata los bostezos de los asistentes antes de la fastuosa comida

En la clausura le tocó el turno al ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert. Fue, el suyo, un discurso sin pena ni gloria que sobre todo generó los bostezos de los asistentes. El ministro indicó que su departamento estaría dispuesto a regular posibles abusos de agregadores de contenidos, y recomendó, en ese sentido, alcanzar soluciones mediante el acuerdo entre las partes. Habló de buenas intenciones, sí, pero no aclaró cómo pretende lograr el acuerdo entre Google y los diarios. Tras las palabras del miembro del Gobierno, la patronal de los editores celebró el fin de fiesta con una comida. Parece que fue tan suculenta como imparable es la crisis del sector.  

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