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El 'auditor' de la CNMC señala a los ‘consejeros díscolos’ por revelar secretos y torpedear al regulador

José María Marín Quemada, presidente de la CNMC.

El Departamento de Control Interno de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha asestado un duro golpe a los consejeros que, desde hace tres años, han recurrido en reiteradas ocasiones a los votos particulares para expresar su disconformidad con el funcionamiento del organismo y con la labor realizada por su presidente y sus hombres de confianza. El auditor asegura que varios de estos alegatos vulneran la normativa, puesto que incluyen datos sobre las deliberaciones que se llevan a cabo en el Pleno, que deberían ser confidenciales.

En un contundente informe firmado el pasado noviembre y presentado ante el Consejo de la CNMC hace unas semanas, el director del Departamento, Carlos Balmisa García-Serrano, destaca que, en su opinión, algunos consejeros han “infringido” en distintas ocasiones, “con mayor o menor intensidad”, su deber de guardar secreto o reserva de la deliberación. En el texto, les acusa de realizar juicios de intenciones peyorativos sobre la postura de los demás miembros de la sala.

El autor considera que los redactores de algunos de los votos particulares no se han limitado a exponer sus discrepancias con las resoluciones, sino que han difundido información sensible sobre “el contenido material de la deliberación, los cambios de criterio (de los consejeros) y las supuestas intenciones de los deliberantes”.

Según han precisado a Vozpópuli fuentes conocedoras del regulador, las acusaciones del auditor han levantado ampollas entre varios de los consejeros, que consideran poco fundamentadas estas críticas y cuestionan la imparcialidad de Balmisa García-Serrano, a quien acusan de estar alineado con el presidente de la CNMC, José María Marín Quemada.

A juicio del 'auditor', este tipo de alegatos benefician a las empresas que recurren las resoluciones de la CNMC, dado que les llenan de argumentos ante los tribunales. “A buen seguro, utilizarán en la vía impugnativa (los votos particulares) para romper un prescrito principio de igualdad de armas procesales”, expone.

A juicio del 'auditor', este tipo de alegatos benefician a las empresas que recurren las resoluciones de la CNMC, dado que les llenan de argumentos ante los tribunales.

El responsable de Control Interno manifiesta que, en caso de que los componentes del Pleno detecten irregularidades durante la instrucción de los expedientes, deben ponerlas en conocimiento de los órganos competentes, que son la Secretaría del Consejo o el propio departamento que dirige el firmante del informe. Y precisa: en caso de que el ponente de un determinado asunto esté en contra de la “opinión mayoritaria” del organismo, deberá ceder este puesto a otro consejero que no se encuentre en la misma situación.

“Tan legítimo es el derecho del disidente a expresar su opinión” como lo es la defensa de las decisiones del resto, expresa en el documento, en el que también recuerda que son motivo de cese tanto la revelación de secretos por parte de los consejeros como cualquier acción del presidente del organismo que sirva para negar opiniones disidentes.

La guerra de los votos particulares

Cabe recordar que los votos particulares comenzaron a presentarse en la CNMC a mediados de de 2014, cuando la Sala de Competencia cogió velocidad de crucero, aceleró expedientes y comenzó a poner multas, según detallaron entonces a Vozpópuli fuentes internas.

Abrieron la veda los consejeros Fernando Torremocha y Benigno Valdés, al emitir sus votos particulares en varias resoluciones. La más polémica fue la de las fuertes multas a las compañías petroleras (Repsol, Cepsa y BP), hasta el punto de que el primero de ellos planteó que tanto el presidente Marín Quemada como otros vocales de la sala deberían de haberse abstenido en la sanción a Cepsa por su relación directa o indirecta con estas compañías en el pasado.

Se abrió entonces una guerra interna en el seno de la CNMC y tanto Repsol como Cepsa aprovecharon para recusar, sin éxito, al presidente del regulador. Lo que en ese momento era una rebelión acotada a dos consejeros fue creciendo, hasta el punto que, actualmente, siete de los diez consejeros están enfrentados a Marín Quemada, al que acusan de “secuestrar” la Institución con su forma “autoritaria” de presidirlo, han destacado otras fuentes del organismo.

La tensión interna ha alcanzado tal nivel que Fernando Torremocha y Benigno Valdés se han ausentado durante el último año de diversas reuniones de sus salas y del Pleno, en protesta por el mantenimiento en su cargo del director de Promoción, Antonio Maudes, hombre de confianza de Marín Quemada en quien han perdido la confianza por la falta de lealtad que ha manifestado ante el Consejo. Esta actitud ha llegado a retrasar la tramitación de algunos expedientes, inciden fuentes internas.

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