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Cosas que ya no podemos ver en la tele

Fotograma de la película 'Buenas noches y buena suerte'.

La televisión ha ido evolucionando con el tiempo, desterrando de las parrillas viejos usos que en otros tiempos parecían de lo más normal. Ya sea por higiene moral, por sentido común, por audiencia o simplemente por capricho, la televisión ha cambiado, a veces incluso para bien.

La guerra por las audiencias dejó fuera de las teles infinidad de programas que en otros tiempos sí que se hubieran emitido. La programación infantil fue una de las perjudicadas pero se salvó gracias a la TDT, pasando de las televisiones generalistas a los canales temáticos.

No corrieron la misma suerte otros programas más arriesgados. ¿Se imaginan un programa en TVE que parodiara a Echenique, actual presidente de RTVE? Sería impensable ver algo así en pleno 2014, pero a finales de los ochenta sí se podían ver en la tele pública imitaciones de Pilar Miró en Viaje con nosotros, un programa encargado por ella misma.

Eran los 80 y parecía que cualquier cosa estaba permitida en el proceso de modernización que vivía España. Después llegaron los noventa, las cadenas privadas y las señoritas ligeras de ropa de Telecinco, algo que hoy (afortunadamente) es impensable (aunque lo han sustituido por otro tipo de carnaza). Mama Chicho, Cacao Maravillao y las Chicas Chin Chin se repartían la parrilla del recién nacido canal que llegó a España con una clara vocación de vender espectáculo.

Ahora criticamos que en el primer capítulo de cualquier serie española salga alguna teta, cuando hace no tantos años se utilizaba el cuerpo de la mujer como reclamo sin ningún pudor, desde El show de Benny Hill hasta la frasecita recurrente "Qué buena estás, Carolina". La nueva batalla es criticar por qué las presentadoras tienen que parecer supermodelos pero los presentadores pueden ser feos.

La moral también sacó de la televisión al tabaco. Santiago Carrillo debió de ser la última persona que fumó en un plató, durante una entrevista concedida a CNN+ en 2008. Ya entonces se vió como algo maligno y levantó todo tipo de críticas. Tampoco se suele ver mucho humo en las series y desde 2010 está tajantemente prohibido mostrar imágenes de fumadores en la televisión.

¿Y la sangre? Bueno, la sangre y la violencia en general, también en horario infantil. Ciertos dibujos animados violentos de finales de los ochenta y principios de los noventa no tienen nada que envidiar a una película de Tarantino, para qué vamos a engañarnos, y se emitían, incluso con reposiciones durante varios años. Ahora nos molesta y se critica que series para adultos, como Juego de Tronos o True Blood, tengan un alto contenido de sexo y violencia, cuando hemos visto cosas mucho peores.

Quizá dentro de unos años volvamos a echar la vista atrás y nos llevemos las manos a la cabeza por cosas que se pueden hacer actualmente en la televisión.

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