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Mariló Montero, una incomprendida

Mariló Montero (Gtresonline).

Es una incomprendida. El mayor error de Mariló Montero no es ninguna de sus múltiples pifias en directo. Su gran equivocación consiste en no haber ofrecido su verdadera cara a los espectadores de La mañana de Televisión Española. Cualquier observador agudo acaba por darse cuenta, aunque hacen falta tiempo y paciencia, de que la presentadora navarra interpreta un papel. Es una provocadora de tomo y lomo que solo busca llamar la atención porque disfruta cuanto más la despellejan en artículos como este. Finge ineptitud e ignorancia de forma permanente para engordar la leyenda de su personaje, ya superior, como las mejores leyendas, a la realidad que se esconde tras tanto lugar común y tanto tópico. 

Mariló domina el método Stanislavski mejor que cualquier actriz que haya triunfado en Hollywood. Así, siempre está actuando, guareciendo su verdadero yo y metiéndose en la carne de su personaje ficticio para engañarnos. De hecho, la expareja de Carlos Herrera ha demostrado un talento descomunal para hacerse la tonta. Y también para simular un carácter insoportable que abrumaría y mataría por segunda vez al temible Luca Brasi. La realidad, tozuda pero escurridiza, es radicalmente opuesta a lo que cree la mayoría. Así, es fácil imaginar a una Mariló rebosante de inteligencia, familiar y dulce que se sienta en su sofá los domingos y se desternilla al leer (en los huecos que le dejan libre Melville, Tolstoi y Cervantes, sus autores predilectos con toda seguridad) el sinfín de barbaridades, por supuesto injustificadísimas, que se han escrito, se escriben y se escribirán sobre ella. 

Algunos pensábamos que entender a esta bella dama era más difícil que una llamada a Atención al Cliente de Movistar

Como en las guerras, todos somos un poco culpables. Un servidor también es responsable de haber errado en la interpretación sobre Mariló y no haber descubierto antes su esencia. Pensaba, estúpido de mí, que entender a esta bella dama era más difícil que una llamada a Atención al Cliente de Movistar. ¡Qué horror siento por haber llegado a pensar así de esta mujer llena de virtudes! Aunque los críticos de televisión más reputados la hayan considerado la peor presentadora de la televisión, muchos vamos viendo la luz, poco a poco, como ocurre en todos los grandes descubrimientos, y entendiendo la verdad no revelada para el gran público sobre esta profesional irrepetible.  

Deslices sin importancia

En alguna que otra ocasión, como aquella en que le habló a un cerdo, muchos juzgamos equivocadamente a esta presentadora sin igual. O aquella otra en la que preguntó si los calamares de un museo estaban vivos. O aquella vez inolvidable en que bromeó con el alcalde de Borja sobre si la detención del párroco por presuntos absusos sexuales formaba parte de una estrategia de promoción relacionada con el famoso y espeluzante Ecce Homo. O aquella otra comparación memorable entre un encierro de los Sanfermines y la tragedia del Madrid Arena. O aquella en la que destrozó en directo a Anne Igartiburu. Todo son patinazos sin importancia alguna, deslices que no hablan de la personalidad y la preparación de alguien, sino que son fruto de la casualidad, tan caprichosa. 

La propia Mariló, que no es nada soberbia ni prepotente ni altanera, tiene dicho que "no soy yo quien genera debate, sino alguien que convierte mis palabras en trending topic". Lo última es que ahora quiere nadar entre tiburones y tirarse en paracaídas junto a María Casado. Fíjense, además es valiente nuestra querida Mariló. ¿Qué haríamos sin ella? 

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