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Nieve

Sapporo: la ciudad donde las esculturas no se derriten

Son blancas, frágiles y efímeras. Cada año se presentan más de doscientas. Algunas alcanzan los 20 metros o las dos mil toneladas.  Se trata de las esculturas del Festival de la Nieve de Sapporo, ciudad japonesa en la que coinciden dos datos tan curiosos como distintos entre sí: es la ciudad nipona más fría y en ella la soprano griega María Callas ofreció su última actuación junto al tenor Guiseppe di Stefano.

Alusiones líricas a un lado, puede decirse sin duda que Sapporo es conocida por su cerveza y sus bajísimas temperaturas –acogieron los Juegos Olímpicos de Invierno de 1972-, además, claro está, del Festival de Nieve que cada febrero congrega a miles de personas en el  Parque Ōdōri.

Todo comenzó en1950, cuando seis estudiantes de instituto de la zona construyeron seis estatuas de nieve en el Parque Odori. En 1955, las Fuerzas de Defensa Japonesas de las cercanías de la base de Makomanai se unieron y construyeron, por primera vez, una cantidad masiva de esculturas de nieve que han hecho famoso el encuentro. Con los años las esculturas se hicieron más y más espectaculares y en su construcción comenzaron a intervenir cada vez más personas.

Pala en mano, envueltos en abrigos y bufandas y con un termo de té bien cerca, miles de voluntarios suelen trabajar día y noche para levantar auténticas obras de arte en nieve. Cada año se presentan alrededor de 400 esculturas, una tradición que se cumple desde hace más de 60 años.

Entre las esculturas que han marcado un antes y un después en la historia del festival se hallan cosas como una reproducción de la iglesia de Nuestra Señora de Dresde (Alemania), una joya del barroco construida en piedra arenisca y replicada hasta el último detalle con minuciosidad nipona. Midió 26 metros, levantados en mes y medio con excavadoras, grúas y andamios, y retocados con paciencia a base de martillo y cincel.

En el diseño de las esculturas suelen colaborar  los estudiantes de la Universidad de Arte, aunque en su elaboración participan todos sus habitantes.  Las estatuas, como no se derriten, se destruyen, con la intención de poder volver a utilizar la nieve.

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