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Gourmet

Este otoño, Velázquez 102 a tope

South Beauty: jellyfish con aceite de sésamo.

Sospecho que con la próxima exposición de Velázquez, el gran pintor de los cielos madrileños, los inteligentes ideólogos turísticos buscarán nuevos reclamos para la promoción de esta arteria y convertirla en una de las calles más placenteras de la capital del reino de España. Nunca tendrá el toque popular de Príncipe de Vergara o esa delicada escenografía de las tiendas de etiqueta de Serrano. En Velázquez la vida va en paralelo, pero nunca decepciona.

Sus hoteles y tiendas tienen clase, pero la gastronomía ha sido el gran revulsivo para la calle. Edulis con sus caballas ahumadas, Iroco con D. Felipe y sus amigos, Sergi con su moto o el Kabuki como referencia al neorientalismo madrileño revolucionaron la zona cercana al parque del Retiro. Por encima del número 100 todo tiene un aire más popular y cambiante. En el 102, dos restaurantes parecen haberse dado cuenta de las posibilidades de la zona. En primer lugar, South Beauty y al lado, su vecino, el remodelado Boggo.

South Beauty, buen pescado

La apertura de South Beauty ha sido un acercamiento de Shangai a Madrid. Lo que en la metrópoli china es una cadena de restaurantes, en Madrid es un lugar de referencia a precio muy recomendable. Su menú de 15 euros al mediodía ofrece una excelente relación entre el precio y la calidad. Sin embargo, su verdadero reclamo está en su carta, cargada de sorpresas. Sus ensaladas de medusas o de apio siempre pueden ser un descubrimiento que sirve de complemento a su generosa colección de dim-sum, más interesantes por la calidad que por la variedad. Ya lo dicen los clásicos, “lo bueno si breve dos veces bueno”. Sin embargo, el verdadero reclamo de South Beauty está en sus pescados, tanto por su calidad como por la variedad de sus salsas.

En South Beauty llama la atención el pepino de mar guisado en su salsa.

Lubina al té verde o a la Sichuanesa pueden ser un rival de sus deliciosas vieras con bambú y cebolletas o su bacalao negro. Sin embargo, lo más llamativo es su pepino de mar, que guisado en su salsa con una suave guarnición de verduras orientales lo convierten en un plato muy diferente.

Renovado Boggo

Como la competencia suele aumentar la calidad, Boggo también ha decidido renovarse para celebrar su casi décimo aniversario. La misma fórmula: un buen menú de mediodía por 15 euros y un espacio moderno con una decoración que aguanta su apertura a las 13 horas y cierre a las 3 h. Sus dos espacios se integran con la misma facilidad que el restaurante se convierte en un cóctel bar.

Boggo es una pequeña factoría de emociones para poder salir a menudo de casa sin temer por el futuro de nuestros ahorros.

Anchoas, croquetas o ensaladilla rusa pueden competir con hamburguesas de retinto o samosas de pato, porque Boggo es una pequeña factoría de emociones para poder salir a menudo de casa sin temer por el futuro de nuestros ahorros. Comer y cenar pueden ser más agradables cuando la cuenta ronda los 25 euros por persona. Velázquez 102, merece la pena.

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