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Gourmet

Croqueteando: Del noble arte de copiar a la madre…

Mira que me cuesta contarlo, pero soy buena persona.  Escondida en el número 37 de la calle de la Madera, en pleno barrio de Malasaña, se encuentra Casa Julio, una pequeña taberna donde Maite elabora unas croquetas tan estupendas que probarlas te obliga a nombrarla “abuela adoptiva”. Redondas, con buen tamaño y mejor precio. De jamón para los tradicionales, para mí una ración variada: morcilla con membrillo, espinacas con pasas y gorgonzola, queso azul, picadillo, setas con puerros y bonito con huevo y cebolla caramelizada. Siete variedades ante las que sucumbir y capaces de conquistar hasta al mismísimo Bono de U2, al que podemos ver disfrutando a dos carrillos en las fotos que decoran las paredes del local.

Si andamos un poquito hasta el Barrio de Lavapiés, donde nos esperan otras increíbles croquetas,  en   Melo’s  , en la calle Ave María, 44.  En este pequeño bar gallego no encontrarás mesas de diseño ni música chill-out. Aquí se viene a disfrutar comiendo mucho y bien. Llegar hasta la barra es toda una odisea, ya que sus enormes y cremosas croquetas de lacón hacen que siempre esté abarrotado, pero su sabor bien merece una tanda de empujones.

Los puristas cierran filas en torno a las clásicas de pollo, jamón y bacalao, pero lo cierto es que las croquetas son muy agradecidas y admiten casi cualquier relleno. Dejamos el ambiente informal de las tascas y nos ponemos guapos para ir a La gastrocroquetería de Chema, calle Sevovia, 17. El cocinero Chema Soler comparte mi filosofía de que en la cocina, como en la vida, es más divertido si una se deja sorprender y nos ofrece una amplia variedad de platos disfrazados de croquetas. De pisto con huevo y jamón, pato con foie, gambas al ajillo o de pollo tex-mex con guacamole y jalapeño y la más exótica de todas, de sobrasada con chocolate.  Apuestas arriesgadas que sorprenden y conquistan si se les da la oportunidad.

Para cambiar de barrio, siempre podemos irnos hasta El Caldero del Azahar C/ Pintor Juan Gris 2.    Este establacimiento fue todo un descubrimiento. El típico consejo de una amiga que dice que come de todo y no le engorda nada.   Mentira,  porque  cuando salió una maravillosa ración de ocho croquetas, que cuestra los 11 Euros, ella sólo tomó la primera. Mucho recomendar,  pero poco comer..    Menos mal que al final  demostré mi profesionalidad y  me  atreví con  buena parte del plato. Realmente,  deliciosas de sabor y muy buenas  el punto de fritura.  

Programamos un nuevo destino en nuestro gps culinario y en nada nos plantamos en la calle de la Sierra, 20  de Guadarrama,  para disfrutar de las mejores croquetas de la  Sierra de Madrid.  En el restaurante La Chimenea son especialistas en carne a la brasa, pero sus croquetas ya merecen el viaje por sí solas. De jamón, de queso o de chorizo, de generosísimo tamaño y crujiente rebozado. Si  las pruebas, vuelves.    Aunque mi novio esté empeñado en dar un paseíto luego por el bosque,  siempre me gusta volver a este sitio.  

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