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Gourmet

Ocho arroces valencianos… y otro de regalo

Paella (Gtresonline).

 Borja Azcutia

Bien merecida tiene su fama. Dicen que es uno de los mejores… y bien puede ser por lo que cuesta. Aquí no se falla. Ya sea para el Rey, para Francisco Esplá o para la alcaldesa. Borja presume de unos de los arroces con pato más deliciosos que nos podamos encontrar, con ese punto de dureza justo para disfrutar de un arroz de verdad. La presentación de la mesa y el producto es siempre impecable, cosa casi obligada si pensamos en la factura que ronda entre los 40 y 50 euros por persona. Sus pimientos de piquillo y su sepia también justifican la reserva, casi obligada en estas fechas tan señaladas.

Casa Granero (Serra)

Dicen que Serra es la Suiza valenciana. Y por altura no será, pero siempre ha tenido este aire de sitio de vacaciones que transmite calidad, y las crónicas municipales hablan de los locos años 20, donde las juergas y las fiestas eran el pan de cada día.

Allí nació Granero, Victor Vicente Navarro, niño trasto como pocos, que dicen que quemó la torre del pueblo, trabajó en Jesuscristo Superstar, o provocó toda clase de motines. Menos mal que el destino le dio en la cocina la mano que tenía su madre con unas empanadillas de bonito y unos arroces que salvaban al más pintao… Su fideuá es un artificio de sabor que le ha dado mucha fama; pero para los iniciados, hay un plato estrella, el rossejat, o arroz rehogado. Obra maestra! Un tipo de arroz muy tradicional que se recuerda durante días. Excelente relación calidad precio. Se puede comer por poco más de 20 euros por persona y plenamente satisfecho.

Arrocería Duna (Playa del Saler)

Dicen algunos que ahora el lugar excesivamente moderno. La vida como todo evoluciona y este lugar ha ido evolucionando desde la estética del chiringuito digno de playa a un “arrocería lounge” para modernos de lino y alpargata de marcha. Su interior minimalista y esa saturación de tonos blancos le dan un aire de chill out. Con sus más de 50 tipos de arroces, siempre habrá algún tipo de productoque nos guste más que otro… ¿Un favorito? Las verduras no nos más a decepcionar… Seguro! Y la tarta de marzana de postre.

Casa Carmina (El Saler)

¿Seco o caldoso? Da igual. Uno llega aquí con ganas de comer y seguro que va a quedar satisfecho. Después de 25 años, aquí no se andan con miramientos. Su arroz de sepia y alcachofas es un buen ejemplo de cómo se puede combinar sabores con acierto. Sin embargo todo queda en segunda línea cuando se prueban su arroz caldoso con fesols y nabs (habichuelas y nabos), sólo en temporada pero delicioso. De entrada, toma anguila, que es un plato único. 

Alquería del Brosquil (Castellar)

De entrada el lugar merece la pena, porque es muy bonito, aunque ha perdido parte de su encanto por su elevado número de mesas. Sus terrazas y salas se llenan en muchos momentos, porque el lugar es muy popular entre los valencianos. Por poco más de 25 euros vamos a tener un almuerzo delicioso. ¿Plato obligado? Arroz meloso con pato… Sin lugar a dudas, una de esas cosas que hay que comer la primera vez que nos lleven es este sitio, un lugar y unas viandas que nos van a ayudar a entender cómo era la vida en la huerta valenciana hace un siglo. Buena gastronomía, rodeados por naranjos. . El único problema es que su titaina con atún, tomate y pimiento es también un plato delicioso.

Casa Pasqualet (El Palmar)

Hemos llegado a la Albufera, a un centenar de metros de la gran laguna. Ese mundo de Blasco Ibañez, y Cañas y Barro también tiene una parta gastronómica. Pasqualet puede ser el mejor referente en la zona. Sepia, coquinas o mojama son buenos aperitivos para un buen arroz. Aunque nos ofrezcan carabineros o bovagante… ¡De verdad! Las verduras con almejas, el pollo con conejo o las costillas con verduras son manjares que merecen una puesta para una primera visita. Gran festin y un gran servicio.

Casa Navarro (Playa de la Patacona, Alboraia)

Después de muchos años en la Playa del Saler, Casa Navarro se ha trasladado a la playa de la Patacona, a una casa típicamente valenciana de principios del siglo XX. Y allí se pusieron a hacer lo que saben, cocinar con unas buenas brasas de naranjo para preparar delicadas carnes o pescados. Sin embargo, el fuerte son sus arroces: casi una treintena de posibilidades y todas sumamente sugerentes.

¿Un favorito? Pues depende del cliente… Los jugadores del Valencia tienen casi allí su sala de reuniones y algunos dicen que Ana Obregón aprendió aquí a hacer el arroz que luego le dio fama cuando cocinó para Steven Spielberg… La realidad supera la ficción.

Ca’ Pepico (Meliana)

Ana y José son los herederos de una tradición. Eran los años 30. José Ferrer Rodrigo

construye esta casa para demostrar como aquí la huerta sabe a mar. Su hijo, padre de los actuales gestores, convirtió sus salón en un buen ejemplo de cómo se deben hacer las cosas y así poco a poco hasta nuestros días. Arroces con carne de huerta, puchero con mejillones que saben a mar y unos calamares que salvan cualquier guiso… El sueño de una casa de comida puede ser realidad, por un precio que todavía asombra. Podemos comer muy bien por menos de 30 euros.

Y además…

La Primitiva (Catarroja)

Casi da pena recomendar este sitio. El edificio es tan mediocre, que quita la ganas de entrar, pero aquí se viene a comer y no estamos para bromas. Sus albóndigas de bacalao es una inversión más segura que la deuda pública alemana y ese plato de arroz con almejas y alguna cigala, justifica los 12 euros que cuesta el plato. Los aficionados a comer anguila tienen aquí otro lugar de referencia… Los defensores del puchero, el caldero y la cazuela tienen aquí una dirección… ¡Sin complejos!

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