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Estilo

¿Bermudas o ‘speedo’? Los famosos tienen claro cómo ir a la playa

Hay famosos que prefieren bermudas, como Hugo Silva, y otros speedo, como Cristiano Ronaldo (Gtres).

El momento de quitarse la ropa por primera vez y tumbarse en la playa no es nada sencillo. Llevamos todo el año disfrutando de la comodidad de los abrigos anchos, las mangas largas y los cuellos vueltos, todo prendas que ayudan a disimular esos kilos que nunca conseguimos -ni vamos a conseguir- quitarnos de encima. Pero, ay, cuando menos lo esperamos, llega el calor y el temido '¿vamos a la playa?'.

Nos miramos al espero y nos vemos poco bronceados, poco tonificados y un tanto avergonzados de haber pagado la matrícula del gimnasio pese a no haberlo pisado en los últimos diez meses. Entonces, llega la decisión. ¿Qué bañador me pongo? Comienza el drama.

Las opciones veraniegas para los hombres son pocas -tampoco es que las mujeres puedan lanzar cohetes, pero en cuestiones de moda siempre tienen donde arrimarse-. En una mano, la clásica bermuda, más o menos larga dependiendo de la tendencia, pero bermuda al fin y al cabo. En la otra, el speedo, esa pequeña braga náutica que puede convertirse en el sueño erótico de los veraneantes o en su peor pesadilla, ateniendo al estilo y porte con la que se lleve.

Y en medio, la moda solo apta para adolescentes y personas sin dos dedos de frente de ponerse ropa interior debajo del bañador -nos consta que hay prendas que vienen ya con el calzoncillo incluido-. ¿Por qué? ¿Qué necesidad hay? ¿Cuál es su objetivo? ¿Tener que poner más coladas de lo habitual? Hombres del mundo, ni se os ocurra.

Para inspirar nuestra elección damos una vuelta por las webs y revistas de actualidad. Vemos a decenas de famosos disfrutando de sus primeros días de playa y nos fijamos en sus estilismos. Los tenemos más tradicionales como Hugo Silva, Miguel Ángel Silvestre o el latin lover Gonzalo Miró, que optan por unas bermudas discretas, a poder ser de color oscuro y con un largo que no desafíe a las leyes de la gravedad -tampoco se pasen de recatados, que cuanto más largas, más bajitos parecerán-.

Lo mismo vemos en chulazos del nivel de Hugh Jackman o en los niños mimados monegascos como Pierre Casiraghi. Comodidad ante todo y amplitud de movimientos. Además, donde se ponga una bermuda con estampado tropical que se quite cualquier otro signo del verano. No hay nada más refrescante.

Los fans incondicionales del speedo

En el otro extremo, los fans declarados del speedo. Optar por el más minúsculo de los bañadores es toda una declaración de intenciones. Sí, estamos orgullosos de nuestro cuerpo. Sí, nos gusta que nos miren. Y sí, lo que se van a comer los gusanos, que lo disfruten los ¿bañistas? Aunque, claro, no todo el mundo es plenamente consciente de su físico ni del efecto que causa en los demás. Si entre los apasionados del marcaje playero tenemos a cuerpos de escándalo como el de Ricky Martin o Cristiano Ronaldo -que suele llevarlos un poco más anchos, suponemos que para contener tanto músculo suelto-, tampoco vamos a ocultar que los más fans del speedo no son, precisamente, los jovencitos.

Giorgio Armani, Rod Stewart o Flavio Briatore torturan nuestra mente con bañadores tan pequeños que es imposible que les tape nada. Y no es que tengamos sobrevalorada la juventud -aquí cada uno es libre de hacer lo que quiera-, es que el tanga no es una buena opción.

Y como en todo, siempre encontraremos una postura intermedia -además de indecisos, como Messi, que tan pronto lleva un bañador hasta los tobillos como el más diminuto de los speedo-.

Las bermudas cortas -muy cortas en algunos casos- son la opción mayoritaria de las celebrities. Incluso para aquellos famosos que se empeñan en bañarse con camiseta como David Bustamante. El cantante, asesorado, suponemos, por su mujer y sus estilistas, suele acertar en sus bañadores, apostando por el recato moderado sin perder el sex appel -para algo cultiva su cuerpo en el gimnasio-, pero este año nos ha dejado patidifusos.

¿A qué viene lo de meterse en el mar sin quitarse la camiseta? ¿Trataba de ocultar que en los últimos meses no había sido tan constante con el ejercicio como antes? ¿No es mejor optar por no ir a la playa si nos provoca tanta inquietud? Al final, el pobre Busta se quitó la camiseta y vimos que tampoco era para tanto.

Con todo esto, ¿han tomado ya su decisión? Piensen que no es algo baladí. Sin ir más lejos, puede suponer el éxito de su verano o el fracaso más absoluto. Mediten, valoren las opciones, hagan un pase de modelos en el salón del apartamento y láncense a la playa.

Con tantas olas de calor es lo único que se puede hacer. Y si no tienen playa cerca, pues corran a la piscina. Pero tengan en cuenta que hacerse dos largos no es excusa para creerse nadador olímpico. No se emocionen depilándose. No les servirá para nada.

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