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¿Y tú qué generas, cortisol o serotonina?

Detrás de estas frases que parecen de broma subyace una verdad: nuestro organismo es capaz de generar felicidad o desgracia. Ya lo vimos en House, la de enfermedades autoinmunes y letales que puede generar el organismo. Son muchas las teorías que se manejan alrededor de las hormonas, pero hay una clara corriente que parece estar ya aceptada por todos. Hay personas que generan cortisol y otras que generan serotonina. Depende del carácter y de cómo se tome uno la vida.

En la década de los 70 se descubrió la influencia que tenía nuestro sistema de hormonas para nuestro ánimo. Por ejemplo, ya se sabe que las endorfinas son fundamentales para hacernos sentir bien y desde entonces se revolucionaron las formas sobre cómo atajar estados pasajeros de ánimo como la depresión.

Pero… ¿Y el "malido que huele a quemado"? El responsable es el estrés, es decir, la segregación que nuestro organismo hace de cortisol. Lo hace porque entiende que se trata de una situación de alerta y tiene que prevenir a todo nuestro cuerpo para que libre bien la batalla. Cuando esa situación de alarma es constante produce adicción. El cuerpo se va acostumbrando a ese ritmo frenético que le impone el cortisol y nosotros, entonces, no damos abasto para complicarnos todavía más la vida, porque lo necesitamos. Pero el estrés emocional daña el cerebro, afecta al tamaño e sus estructuras, causa muerte celular y merma las conexiones cerebrales. También debilita el sistema inmunitario, deteriora las capacidades cognitivas e impide que el cerebro se regenere con nuevas neuronas. Qué paradoja.

La solución para paliar esta disfunción se descubrió gracias a Jung y más tarde y cercano por lectura, a Jodorovsky, que proponen la posibilidad de engañar al cerebro mediante metáforas y revertir las situaciones de estrés. El año pasado, desde Argentina, el Gerontólogo Juan Hitzig proponía un abecedario emocional en su libro Cincuenta y tantos. Sus investigaciones demuestran que alrededor de los 50 años se encuentra el punto de inflexión biológica que define en qué forma envejeceremos. Tomando en cuenta aspectos biológicos, sociológicos, psicológicos e incluso espirituales, presenta una manera de vivir a partir de esos años que permitirá frenar el envejecimiento y renovar, con inteligencia, la segunda mitad de la vida de muchos. Ni BB Creams, ni botox… sólo buena vida.

"El cerebro es un ‘músculo' fácil de engañar; si sonríes cree que estás contento y te hace sentir mejor". Según Hitzig, el pensamiento es un evento energético que transcurre en una realidad intangible pero que rápidamente se transforma en emoción. Un movimiento de neuroquímica y hormonas que cuando es negativo hace colapsar a nuestro organismo físico en forma de malestar, enfermedades e incluso de muerte". Su alfabeto emocional que conviene memorizar es el siguiente:

Conductas con R: resentimiento, rabia, reproche, rencor, rechazo, resistencia, represión… son generadoras de cortisol, cuya presencia prolongada en sangre es letal para las células arteriales ya que aumenta el riesgo de adquirir enfermedades cardio-cerebro-vasculares.

Conductas R generan actitudes D: depresión, desánimo, desesperación, desolación.

Conductas con S: serenidad, silencio, sabiduría, sabor, sexo, sueño, sonrisa, sociabilidad, sedación, son motorizadoras de Serotonina, una hormona generadora de tranquilidad que mejora la calidad de vida, aleja la enfermedad y retarda la velocidad del envejecimiento celular.

Las conductas S generan actitudes A: animo, aprecio, amor, amistad, acercamiento.

Además, ha comprobado que quienes envejecen bien son las personas activas, sociables y sonrientes. No las rezongonas, malhumoradas y avinagradas, que además nadie queremos cerca. Nos aporta algunas reflexiones:

Presta atención a tus pensamientos pues se harán palabras. Presta atención a tus palabras pues se harán actitudes. Presta atención a tus actitudes porque se harán conductas. Presta atención a tus conductas porque se harán carácter. Presta atención a tu carácter porque se hará biología.

Tenemos que estimular la secreción de las endorfinas para lograr el equilibrio. Las únicas fuentes sanas de placer son la oxitocina, la vasopresina y los péptidos que controlan los lazos emocionales y nos liberan de la ansiedad.

Para todos aquellos que pasan el día quejándose, una frase del poeta Rabindranath Tagore: "Si tiene remedio, ¿de qué te quejas? Y si no tiene remedio, ¿de qué te quejas?" Si estás en el grupo de los de serotonina, por favor, te quiero a mi lado. Si eres de los de cortisol, aprovecha una oferta de coaching personal y cuídate… que luego, ya si eso, nos tomamos unas cañas. Nadie puede hacerte feliz. La felicidad se lleva dentro. Y como dijo Séneca: “Si vis amari, ama”. Si quieres ser amado, ama.

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