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Estilo

Tres buenos motivos para volver a amar la cerámica

Algunos de los objetos de Tánata Cerámica.

Tánata: la cerámica que eligen los diseñadores

Tánata son Ana Ferichola y Natalia Figueroa, y con su taller son la mejor representación de la nueva generación que está poniendo ‘patas arriba’ la cerámica española gracias a diseños particulares y esmaltes innovadores. También gracias a  evolución de las aplicaciones de la cerámica a otras muchas artes como la joyería. En su taller, ubicado en Aravaca, dan forma y color -¡vaya colores, por cierto!- a los encargos de diseñadores de toda España, como el reconocido Andrés Gallardo. También el ganador nacional del premio James Dyson de diseño en 2013, Pablo Molinas, vio nacer su premiado recipiente OLTU en este taller.

Tánata también tiene sus propias piezas: para los detallistas, sus pomos de cerámica animan una aburrida puerta. Los amantes del té se vuelven locos con la graciosa forma de su juego de té Ratona (¿hace falta explicar a qué se parecen?) y los más organizados saben que sus botes Guauhaus se pueden apilar y guardan casi cualquier cosa. Lámparas como LamparONE son algunas de las últimas incorporaciones a la familia.

Lo que más distingue los trabajos de Tánata es su fascinante carta de colores, con nombres llamativos. ¿Qué quieres azules? Tienen el azul Boy George, el azul goonie, el azul corbata… ¿Cómo, que lo tuyo son los tonos carne? Sí, pero ¿cuál? ¿Carne fofa, carne morena o carne y faja? Aquí tienen un color original y creativo para cada necesidad… ¡pero si hasta hay verde moco! Sea cual sea la idea que uno tenga en mente, en Tánata la hacen realidad y además van informándonos de cómo va el proceso a través de fotos y mensajes.

Iraida Cano: la creación que sale de la Tierra

Siempre es bonito ver a Iraida Cano en su salvaje mundo estepario de la finca El Arreciado. Así se entiende mejor su creación escultórica y su cerámica. Su obra es una prolongación de esos paisajes primitivos que el rio Tajo y sus afluentes producen en su tramo toledano antes de asumir su componente extremeño.

Para ella, la cerámica es una simbiosis entre los colores más tradicionales de los artesanos de Talavera de la Reina y las formas “metafóricas” de su laboratorio de ideas… Azules cielo, rojos tintos y verdes huerta para una nueva manera de entender un menaje del hogar tan polivalente como decorativos. Por eso me gusta.

Se pueden ver en sus creaciones los recuerdos de sus dibujos más primitivos. Esos mismos esquemáticos cazadores que se quedaban grabados sobres grandes estructuras rocosas o elefantes que parecían querer huir hacia el infinito en los días más calurosos de verano. Parte de esa locura de land art se plasma ahora en sus colecciones de platos, bandejas y cuencos.

Aurora Hernando: el pop toma los edificios

El estudio de Aurora Hernando es una extraña mezcla de cocina sofisticada de Pozuelo con loft multidisciplinar de Notting Hill, pero ella es así. La cerámica que aquí nace es un complemento que pide ser llevado a la calle: esas caras pop que nos recuerdan a las noches de discoteca con Donna Summer o los aperitivos con un chico Martini. La fuerza que tienen los anacronismos sirve para revitalizar su obra.

Cualquiera que conoce a Aurora sabe, además, que es una mujer de impulsos. Así se entienden sus series. Tangenciale fue su primer premio y los adictos a su obra siguen adquiriendo algunas de sus señorinas, que pueden presumir de tener “clones” en casas de Nueva York y Milán.

Lo mejor es buscar su obra en ese estudio donde se agolpan maquetas y creaciones: cabezas que se apilan en una equina, mosaicos que quieren salir al jardín y una incontenible necesidad de dar formas poliédricas a su microcosmos de creación. Con el tiempo, los perfiles más planos se han ido volviendo más tridimensionales. Sus botellas en blanco y negro son casi un concepto clásico de un interiorismo.

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