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No seas perezoso: ¡A trabajar mientras duermes!

(Gtresonline).

En vacaciones da gusto, porque lo escuchamos todo el rato y hacemos lo que queremos a la hora que queremos. Pero cuando estamos trabajando... Es otra historia. Hay dos personajes muy interesantes que saltan a la palestra este verano: Serge Latouche y Jonathan Crary. El primero es economista y francés; el segundo es historiador y norteamericano.  Ambos ofrecen dos puntos de vista completamente disímiles, pero que se tocan en un punto: menos es más.

“Hay que trabajar menos para ganar más. Cuanto más se trabaja, menos se gana”, es uno de los pilares del pensamiento de Latouche, padre de lo que se ha dado en llamar Teoría del Decrecimiento. Dicho así puede parecer un titular llamativo pensado para vender la idea, pero detrás hay una explicación lógica: si trabajamos más, incrementamos la oferta de trabajo, con lo cual, como ahora la demanda no crece, lo único que conseguimos es abaratar los precios de nuestro trabajo. ¡Vaya negocio! 

Una, que se relaciona mucho con los demás, no hace sino escuchar a los profesionales liberales, que desde hace un par de años trabajan el triple que antes para ni siquiera alcanzar el volumen de facturación que tenían entonces. Ergo... Latouche tiene algo de razón, a juzgar por la voz empírica del pueblo.

Y ahí es cuando aparece Jonathan con su libro 24/7. El libro es heredero del movimiento lifehacking, surgido ya hace 10 años, y que consiste en técnicas aplicadas a la vida diaria para gestionar nuestro tiempo y actividades de manera más eficiente. Este movimiento asegura que cuanto mejor te organices en las tareas, más tiempo libre tendrás para ti. Era cuando surgieron las aspiraciones de la semana laboral de 4 horas. Crary da un paso más... Como el sueño todavía no ha sido colonizado por el sistema... por qué no dormir menos horas y mejor para poder luego producir más durante el día. Al fin y al cabo, el sistema considera que dormir es de perdedores.

Del lifehacking al sleephacking obviamente había un paso, o una siesta. Si la tecnología diaria nos ayuda a vivir mejor... ¿por qué no pensar en ella para dormir mejor? Si conseguimos menos horas de sueño, pero todas ellas son REM (sueño profundo), ahorraremos en horas fútiles de sueño ligero para tener más tiempo. En los años 60 la pesadilla de cualquier marido era icónica: su mujer a la hora de dormir llena de cremas, rulos y todo tipo de afiches que más que dulces sueños, producían amargas noches en vela. Ahora, la imagen es inversa y para la mujer: un marido que se va a dormir con todo tipo de sensores colocados en las muñecas, en los pies y en la frente y que experimenta con dietas para conseguir sueño REM directamente sin pasar por la fase previa.

Unos quieren trabajar menos para repartir trabajo; cruzando el charco, aspiran a lo mismo pero para tener más tiempo libre... Menos es más. ¿En todos los sentidos?

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