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Bombillas de bajo consumo: la luz que envenena

El ex ministro de Industria Miguel Sebastián (Gtresonline).

¡Qué mala pata! Para una vez que España se adelanta, allá por 2009, a los deseos de la Unión Europea y es uno de los primeros en apuntarse el tanto del cambio de bombillas incandescentes (inocuas) a las bombillas de bajo consumo (contaminantes con su vapor de mercurio). Sebastián sostenía por entonces que "en los ocho años de vida útil, cada bombilla generará una rentabilidad del 2.500% y todo ello sin hablar de dependencia energética, de emisiones de CO2, de los beneficios para el medio ambiente, del ahorro, el aumento de la renta nacional, la reducción del déficit, o la creación de empleo". Qué buen chiste: no sólo no han creado empleo (¿?), ni se han recuperado los 50 millones de euros que el gobierno se gastó en regalarlas a los consumidores (como el perejil de las fruterías, que no te lo cobran porque es algo venenosillo), ni nuestra renta nacional se ha visto alterada para bien y, lejos de reducir el déficit... ¡ay, Sebastián! Parece algo que haría un accionista mayoritario en Phillips o en Osram….

Ya se lo dijo Saénz de Santamaría, la idea de "un hombre, una bombilla" se deriva de un gobierno de "pocas luces" a la hora de llevar adelante una política económica y energética clara. Pero tampoco el gobierno del PP está siendo claro en el asunto de las bombillas de bajo consumo. ¿Alguien sabe cómo se reciclan? ¿Alguien sabe qué hay que hacer si se rompen en casa? ¿Alguien sabe qué hacer si la rompe su hijo accidentalmente y en una habitación pequeña?

Pues los expertos aconsejan que primero se salga de la habitación unos 15 minutos aproximadamente, luego hay que entrar y ventilar la habitación otros 15 minutos, después recoger todos los trozos, ponerlos en un frasco o bolsa cerrada herméticamente y, por último, llevarlos a un centro de reciclaje. En las ciudades grandes los ayuntamientos las recogen en los puntos limpios: camiones que paran una vez a la semana y durante un par de horas (de 4.30 a 6.30 en Madrid) en puntos concretos (si te pilla trabajando, mala suerte). Y nunca recogen más de tres bombillas a la vez... ¿Os imagináis la de bombillas que la gente tira a los contenedores de vidrio por falta de información? ¿Y los miles y miles de toneladas de bombillas siendo reducidas a escombros y emanando ese vapor de mercurio al aire? Eso sí, sin calentar el planeta.

Según una eurodiputada alemana, las emisiones de CO2 se han reducido anualmente y desde 2011, en unos 15 millones de toneladas anuales, lo que representa un 0,8% del total de emisiones de Europa. ¿Pero, a qué coste? Estas bombillas fueron diseñadas para ahorrar energía y prevenir el calentamiento global del planeta, pero han sido varios los inventores que dieron con soluciones alternativas que no pasaban por el mercurio. Unos murieron repentinamente y junto con su patente en accidente de avión; otros fueron sepultados por el silencio, y tan sólo las bombillas de bajo consumo de las grandes corporaciones europeas -que parecen ser, por lo visto, quienes deciden finalmente en el parlamento Europeo- han salido triunfantes y victoriosas.

Tres tipos

Para que tengáis una información clara, hay tres tipos de bombillas de bajo consumo: las halógenas nacieron para los coches, luego vinieron las llamadas dicroicas y hoy en día existen bombillas de formato convencional con esta tecnología. Consumen la tercera parte que las bombillas tradicionales. Las CFL (fluorescentes compactas) gastan unas 10 veces menos, y cuentan con una mayor vida útil, tienen la misma tecnología que los fluorescentes comunes y contienen mercurio, por lo que hay que ser cuidadoso en su uso y manipulación; las LED, resultan la mejor tecnología disponible, no presentan riesgo para la salud, gastan unas 20 veces menos, tienen una vida útil mucho mayor que cualquiera de las otras, su luz es más cálida y direccional. Son más caras, pero debido a su larga duración y bajo consumo en verdad terminan resultando más económicas.

Las bombillas  CFL que se rompen en casa contaminan la habitación en la que se encuentran y si, además, recogemos los restos con escoba y recogedor, contaminarán también estos utensilios. El mercurio ataca el sistema nervioso central, hace que se caiga el pelo y es uno de los metales más peligrosos para el ser humano. Eso sí, al planeta le estamos haciendo un favor. Lo calentamos un 0,8% menos cada año y con un poco de suerte, nos vamos muriendo masivamente por envenenamiento y lo dejamos tranquilo, como al principio: un edén. Eso sí, rico en metales pesados.

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