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Lugares secretos y no tan conocidos de Escocia

Escocia - Flckr - Santi MB Photos 2015

De hecho, uno de los encantos de esta nación, la más septentrional de las cuatro que constituyen el Reino Unido, es precisamente la cantidad de estupendos secretos que se esconden en ella. Hoy te hablamos de cinco de ellos.

Isla de Lewis  

Se sitúa en el norte de las islas Hébridas Exteriores, y es uno de esos lugares que no se olvidan fácilmente. Para empezar, porque todo está impregnado de cierta magia. Un patrimonio prehistórico de aires místicos como el de Canallish ayuda a ello. Allí se levanta un conjunto de menhires que guarda un gran misterio. Dicen que era aquí donde los antiguos habitantes de la zona enterraban a sus muertos, aunque otras interpretaciones hablan de un antiquísimo calendario basado en las fases lunares.

Pero quizá lo más interesante de Lewis es que todo en este lugar parece sacado de un tiempo remoto al que ni siquiera podríamos poner una fecha en el calendario. Sin apenas coches y con muy pocos habitantes, os encontraréis con paisajes vírgenes que parecen infinitos. Un lugar perfecto para desconectar y disfrutar de ello.

 Kilts, tartán... y cardos

Si los kilts y la tela tartán son seña de identidad inconfundible de esta nación, el cardo de flor violeta no lo es menos. De hecho, es la flor nacional de Escocia. Cuenta la leyenda que un grupo de guerreros escoceses se encontraba durmiendo momentos antes de ser atacados por invasores nórdicos. Entonces, uno de esos guerreros adormilados se movió y al hacerlo, un cardo le pinchó. Su grito despertó a todos sus compañeros, y así fue como se salvaron de la invasión.

Independientemente de lo que tenga de verdad o de mito esta historia, lo cierto es que para los escoceses el cardo no sólo es su flor, sino que además la tienen en una altísima estima. De hecho ha inspirado uno de los poemas escoceses épicos más influyentes, Un borracho observa el cardo, de Hugh MacDiarmid. Prueba de la importancia de esta flor es que desde 1687 existe la noble orden de caballería llamada Orden del Cardo, que se concede a quienes han realizado una contribución significativa a la nación escocesa.

 El castillo de Kelburn 

Todos sabemos que Escocia es el paraíso de los castillos medievales al estilo de los que imaginábamos cuando nos contaban historias de caballeros y doncellas. Pero lo que no es tan conocido es que aquí también se encuentran originales obras de arte moderno en forma de antigua fortaleza.

El castillo de Kelburn, en Ayrshire, es una buena muestra. Nombrado como uno de los mejores ejemplos de arte urbano del mundo, su exterior, que es un gran mural de dibujos, contrasta con el interior clásico del inmueble. La historia que se esconde detrás de este castillo es la de la familia Boyles, que lo habita desde su construcción en el siglo XIII. Fue el  actual conde de Glasgow, Patrick Robin Archibald Boyle, quien invitó a un grupo de artistas brasileños a adornar la torre y paredes del castillo con grafitis, y el resultado ha tenido tal éxito que el número de personas que se acercan a verlo se ha multiplicado.

 Los Juegos de las Highlands 

Para los escoceses son sagrados. Tanto que esperan esta cita, que tiene lugar en distintas comunidades locales durante el verano, prácticamente desde que termina la edición anterior. Comenzaron hace siglos en la joven Escocia, cuando el rey escocés Malcolm III quiso descubrir cuál de todos los hombres escoceses era el más fuerte, y organizó una competición para averiguarlo.

Cuentan que a partir de entonces se inciaron luchas de fuerza, destreza y resistencia con el fin de demostrar la valía de los mejores. Hoy la persona encargada de abrir los juegos y supervisar todo el evento sigue siendo un “jefe”, papel que se otorga a un miembro de la comunidad o a un jefe de clan. El mismísimo Ewan McGregor o la cantante Susan Boyle son algunos personajes populares que han ejercido su papel de jefes.

¿Lo mejor de los Juegos de las Highlands? Que quienes busquen un buen baño de cultura ancestral no tendrán que seguir buscando: los juegos incluyen competiciones de gaita y tambor, bailes regionales, distintas pruebas como lanzamiento de martillo o de tronco... Aunque con la emigración de los escoceses a distintas partes del mundo comenzaron a organizarse también en otros lugares como Estados Unidos o Canadá, presenciar estos juegos en alguna de las comunidades del entorno privilegiado de las Highlands es una experiencia como pocas.

Bosques de cuento

Hay muchos lugares imprescindibles en Escocia, y entre ellos figuran sus bosques. Aquí se encuentran siete de los diez bosques más grandes del Reino Unido, y para disfrutarlos no hay nada como adentrarse en ellos. El de mayor extensión es el de Galloway (), con casi 800 kilómetros cuadrados de superficie completamente verde en la que la protagonista es la naturaleza. Otra buena opción es acercarse al valle del Hermitage, cerca de Dunkeld, donde encontraéis un abeto Douglas de 64,5 metros en medio de una plantación de grandes árboles a orillas del río Braan.

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