Quantcast

Destinos

Valle del Tormes, pueblos con montañas de verdad

flickr | marinasanz (imagen con licencia CC BY 2.0).

A la sombra del macizo de Gredos se esconden algunos de los valles preferidos por los excursionistas españoles. Mientras que los viajeros ingleses descubrían los Alpes, los intelectuales españoles recuperaban la esencia de las Montañas del Sistema Central. Los escritos de Marañón, Ortega, Cela, Unamuno o Ridruejo revalorizaron unos paisajes que no eran fáciles para la vida cotidiana.

Hay que reconocer que el Tormes, en su nacimiento, perfila uno de los valles de aspecto más bucólico y más profundamente ligado a la tradición de la caza y la pesca. De hecho fue el rey Alfonso XIII uno de los pioneros en el descubrimiento de las bellezas naturales y de la riqueza cinegética que encerraba este valle y la sierra de Gredos, desde principios del siglo pasado. Parece ser que el propio rey mandó construir la llamada Trocha Real, una senda que desde Navarredonda conduce hasta la Laguna Grande de Gredos, e hizo levantar también un pabellón de caza que daría lugar más tarde al primer Parador Nacional.

El Tormes nace a pocos kilómetros de Navarredonda de Gredos, en los prados de Tormejón

El lugar tiene una ubicación envidiable. Durante décadas, el Parador ha sido el principal punto de encuentro para los cazadores del lugar y aún es parada casi obligada en cualquier ruta por la zona. La carretera que sube desde la Venta Rasquilla es una sucesión de curvas donde el piorno con su flor amarilla se ha convertido en un nuevo reclamo turístico.

El paisaje es la imagen perfecta de un escenario alpino. El Tormes nace a pocos kilómetros de Navarredonda de Gredos, en los prados de Tormejón, junto al llamado puente del Duque. Su origen son los diferentes arroyos y gargantas que bajan por la ladera norte de Gredos y se unen en un valle de aspecto idílico cuya nueva “capital del ocio” es Hoyos del Espino.

Este pueblo ganadero, ha sufrido en los últimos años una gran transformación por la avalancha de montañeros y excursionistas de fin de semana. Ahora es básicamente un pueblo de servicios, principalmente turísticos, alimentados por los muchos excursionistas que se animan a alcanzar el circo y las lagunas de Gredos. A los escaladores y montañeros se han añadido en los últimos años los amantes de los caballos que encuentran aquí una amplia oferta de excursiones ecuestres o en bicicleta de montaña por los diferentes valles de esta cordillera.

Afortunadamente, a pesar de grandes destrozos arquitectónicos, Hoyos conserva aún algunas de sus casas típicas, e incluso una ermita de estilo románico, la del Espino, en la parte alta del lugar. Lo demás, son casas de veraneo, hoteles, restaurantes y todo tipo de servicios para que los visitantes inicien sus marchas hacia la montaña.

En la zona hay pueblos 'de verdad', con gallinas sueltas, alguna mujer de negro cosiendo, regatos de agua por las calles...

La ruta del valle sigue la carretera comarcal 500 que acompaña al río aguas abajo, pasando por Navacepeda de Tormes y Aliseda de Tormes hasta el Barco. Es un agradable camino entre prados de siega, piornales y arroyos, unidos por un rio poco domesticado. Sólo hay que apartarse un poco de la carretera para contemplar los mejores ejemplos de la arquitectura popular de Avila: pueblos y casas de piedra y teja y calles adoquinadas, gentes dedicadas a la ganadería y a sus pequeños huertos.

Incluso podemos alejarnos unos kilómetros para encontrar algunos de los enclaves mejor guardados de la provincia. Navasequilla, Horcajo de la Ribera o La Lastra del Cano, son pueblos de los de verdad. Con gallinas sueltas, alguna mujer de negro cosiendo en una silla baja, regatos de agua por las calles, fuentes de caño en las plazas y sin coches ni rótulos, ni siquiera para anunciar un pequeño bar, porque no los hay.

El final es Barco de Ávila, donde el Tormes cambia de dirección formando un ángulo recto hacia el norte y adentrándose en los paisajes completamente diferentes de páramos salmantinos. En contraste con las pequeñas localidades del valle, Barco de Ávila tiene aires de gran capital comarcal. Su nombre se debe a una antigua barca que se usaba para cruzar el Tormes, pero su fama se debe principalmente a sus célebres judías… Además, Barco ofrece al visitante la estampa de sus antiguas murallas, de la iglesia gótica de la Asunción, de su puente románico y de su castillo, el de Valcorneja, situado sobre un promontorio a orillas del Tormes. Una excursión perfecta.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.