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El Tempranillo, un bandolero con gancho turístico

José María El Tempranillo en un retrato de John Frederick Lewis.

Entre el 23 y el 24 de este mes de noviembre se celebran las II Jornadas de Conferencias y cada vez la parte turística se adapta mejor al apartado historiográfico. Catas de vino, turismo activo y algunas aportaciones gastronómicas son una buena excusa para recorrer la zona sin miedo a ser asaltado detrás de una curva con un trabuco.

Un buen lugar para comenzar la ruta puede ser Lucena, donde dicen que nació ‘El Tempranillo’.

Para hacer esta ruta no vamos a usar ni un caballo ni una mula como hacía El Tempranillo con su cuadrilla. El emplazamiento no puede ser mejor. Un extraño punto donde se juntan Córdoba, Sevilla y Málaga, con una poderosa naturaleza y con numerosos recursos turísticos que no se conocen lo suficiente.

Un buen lugar para comenzar la ruta puede ser Lucena, famosa por su convento hospital barroco de San Juan de Dios, donde dicen que allí nació Jose María Expósito, antes de ser acogido por una familia de Jauja, y por el Palacio de los Condes de Santa Ana. Ahora también pueden presumir de tener la silla más grande del mundo, que es un Museo de la Silla.

Por el cauce del Genil

Para disfrutar de la zona, lo más sencillo es seguir el río Genil. Primero Palenciana y luego Jauja. Dicen que su nombre significa “portillo”, porque era paso obligado entre las tierras del Reino de Granada y las campiñas de Écija. Lo que era una sencilla ruta turística se ha convertido ahora en el Centro de Interpretación del Bandolerismo Romántico. Realmente, es un buen sitio para derribar algún mito sobre el bandolerismo. No siempre se robaba a los ricos para dar a los pobres.

Pañuelo en el cuello, mirada altiva y patillas finas harían las delicias de muchos turistas buscadores de mitos perdidos.

Jauja es un buen punto para entender a la figura de El Tempranillo. Alguna placa y la venta de camisetas con el logo de la ruta parecen un nuevo reclamo. La vieja noria del río y los restos de la aceña quedan ahora rodeados por la nueva obra de encauce del río. Dicen que en las cercanías, a muy temprana edad, mató a un hombre y de ahí le vino el apodo. El trabuco, la manta y el caballo iban a ser sus grandes compañeros.

Su fama fue tan grande que los viajeros románticos Prosper Mérimée, Theophile Gautier o Richard Ford recrearon sus escenarios. Los dibujos de Lewis fueron la exaltación del bandolero romántico. Pañuelo en el cuello, mirada altiva y patillas finas harían las delicias de muchos turistas buscadores de mitos perdidos. Una cuadrilla con más de cincuenta hombres y la falta de medios de las autoridades obligan a Fernando VII a darle un indulto y a ficharle para capturar a otros bandoleros. Dicen que poco tiempo después fue herido de muerte cuando perseguía a El Barberillo. Sólo tenía veintiocho años… Hay algunos que siempre han vivido muy deprisa.

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