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Ojo Guareña, donde el río se come la montaña

¿Qué es más duro, el agua o la roca? Sin duda el agua… a largo plazo, claro. En la comarca de las Merindades, donde Castilla comenzó su historia, asistimos al espectáculo de la perseverancia del agua. Años, siglos, milenios… como la banca, el agua siempre gana.

Durante este fin de semana, y coincidiendo con el Geolodía 2013, el lugar burgalés de Ojo Guareña se convierte en el sitio ideal para aprender geología visitando uno de los fenómenos más espectaculares que se dan lugar en la península Ibérica. Las cuevas kársticas son el resultado de la acción del agua en la roca caliza. El líquido elemento disuelve la roca y va creando galerías, simas y dolinas mientras va precipitándose en espectaculares formaciones: estalactitas y estalagmitas. Pero también hay fenómenos rápidos y violentos, cuando la estructura se viene abajo y la roca modifica bruscamente el sistema.

La visita más recomendable para conocer este espacio natural es aquella que recorre Ojo Guareña. Si nos acercamos por el sur, subiremos el alto de la Concha y desde el aparcamiento nos haremos la pregunta de rigor: ¿realmente atraviesa ese río la montaña?

Aspira a parque nacional

Sí, lo atraviesa literalmente. Ojo Guareña es un sumidero en el que el río Guareña entra en el complejo kárstico, atravesando la montaña para resurgir al sureste, en la Torcona y en la Torquilla, varios kilómetros al sur y ya en el río Trema. Sin embargo, sin guías será difícil encontrar estas sugerencias.

El Monumento Natural de Ojo Guareña, ha sido propuesto como Parque Nacional Subterráneo y a Reserva de la Biosfera. Este inmenso karst con 110 km de galerías cartografiadas en hasta seis niveles es el aula de campo ideal para entender cómo funcionan los mecanismos de disolución y  precipitación de la caliza.

Desde el alto de la concha tendremos una de las vistas espectaculares de este espacio natural, observaremos la fracturación de la roca y la enorme planicie de la vertiente sur del complejo, fragmentada en varios puntos por arroyos que en su día pudieron con la montaña.

El paisaje de este espacio se completa con tremendos bosques de encina en toda la cara sur, que se aferran al escaso suelo que la caliza ha creado y en las zonas de exposición norte con hayedos en las zonas más húmedas que dejan paso a melojares y quejigos en las intermedias: estamos en plena transición del clima mediterráneo al atlántico.

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