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Destinos

La España “mágica”: 6 lugares para creer en leyendas

Montaña de Montserrat con el monasterio benedictino (flickr | eltb - imagen con licencia CC BY-SA 2.0).

 Noia (A Coruña)

Entre la ría de Muros y la de Noia se levanta este municipio donde se acumulan leyendas y mitos. La más antigua de ellas dice que su nombre deriva de los descendientes de Noé, quien llegó aquí tras el diluvio y escondió su arca en el monte de Barbanza, donde plantó sus primeras vides. La leyenda ha calado tanto en la zona que el escudo heráldico de la villa contiene la imagen del arca de Noé junto con la paloma y la rama de olivo. Pero además, en Noia se levantaron en la Edad Media dos iglesias muy especiales. Santa María a Nova está rodeada por un enigmático cementerio gótico, supuestamente construido con tierra traída de Palestina, que tiene alrededor de 600 lápidas, de las cuales 30 están dentro de la iglesia. En cuanto a la de San Martiño, diseñada para tener dos torres de las que finalmente sólo se construyó una, se dice que todo aquel que trate de acabar la segunda torre sufrirá terribles consecuencias. Y hay quien cree que esa fue la razón de que el director Claudio Guerín muriera al caerse del campanario cuando rodaba La campana del infierno, para la que preveía utilizar una segunda torre de cartón piedra.

Pirámides de Güímar (Tenerife)

Descubiertas por el investigador canario Emiliano Bethencourt, sobre ellas se han escrito múltiples teorías, entre ellas algunas que las relacionan con ovnis y asentamientos extraterrestres. Otra de esas teorías, que cuenta con más adeptos, asegura que son construcciones de culto de los habitantes prehispánicos de la isla, los guanches, y considera estas pirámides como el eslabón perdido entre las de Egipto y las mesoamericanas. El conjunto piramidal está orientado al nacimiento del sol en el equinoccio de verano.

Bosque de Orrius (Barcelona)

Lo llaman el bosque encantado porque hay quien tiene la firme convicción de que en él viven espíritus que se dejan ver por las noches. Pero aunque ese de acto de fe sólo esté al alcance de unos pocos, lo que sí es cierto es que en sus rocas se adivinan moais similares a las cabezas de la isla de Pascua, además de elefantes gigantes, tortugas, peces y cabezas de personas muy parecidas a las que esculpían los mayas. No faltan quienes relacionan este bosque con el avistamiento de objetos volantes no identificados, igual que hay convencidos de que lo que aparece plasmado en sus rocas no son otra cosa que las figuras de un supuesto planeta habitado en la sombra.

Montaña de Montserrat (Barcelona)

Una leyenda que comenzó en el año 880 dice que aquel año unos pastores vieron descender del cielo en varias ocasiones una fuerte luz acompañada de una suave melodía, hasta que el obispo de Manresa organizó una expedición en la que descubrieron una cueva. En su interior encontraron la imagen de la virgen. Pero además, a Montserrat se la ha relacionado con la brujería, sucesos paranormales y hasta el Santo Grial: cuentan que el jefe de las SS, Heinrich Himmler, hizo una enigmática visita a este lugar en 1940. El objetivo era encontrar el famoso Santo Grial, ya que sus pistas le conducían a Montserrat. Sin embargo, ninguno de los dos abades del monasterio quiso recibirlo.

Ochate (Burgos)

Este pueblo del condado de Treviño, deshabitado desde hace décadas, se convirtió en lugar de peregrinación ya en los años 80, cuando Mundo Desconocido publicó un artículo sobre una fotografía de un supuesto ovni volando en las cercanías de Ochate. Fue entonces cuando empezaron a correr rumores acerca de epidemias misteriosas que habían acabado por deshabitar el pueblo, además de extraños fenómenos relacionados con desapariciones y hasta combustiones espontáneas. Aunque nada de eso se ha podido comprobar, lo cierto es que sigue hablándose de Ochate como una de las aldeas más misteriosas de España.

Río Tinto (Huelva)

Aquí aparecieron hace casi 40 años 70 esculturas de un asentamiento que bautizaron como Llano de los Tesoros. Lo curioso de aquel descubrimiento es que aquellas 70 cabezas esculpidas en piedra descolocaron al gremio antropológico al completo. La razón es que las esculturas, esculpidas en la prehistoria, representaban a hombres de las diferentes razas humanas. Sin embargo, en aquella época aún no había contacto entre las diferentes razas, lo que significaría que los antiguos habitantes de Río Tinto podrían reescribir nuestra historia. Un enigma que, de momento, sigue sin resolverse. 

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