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Belle-Île-en-Mer: la isla que captura belleza

El faro de La Pointe des Poulains (Flickr | (vincent desjardins) - imagen con licencia CC BY 2.0)

Citadelle Vauban

Cuando se llega a la isla, impresiona la silueta de la vieja fortaleza diseñada por Sébastien Le Preste, más conocido por el señor de Vauban. La vista de Le Palais desde su zona amurallada ya merece la excursión. Si además nos podemos alojar en el hotel ubicado en el interior de la fortaleza, pues mucho mejor.

La Pointe des Poulains

Por encima de los nombres y los accidentes geográficos, este punto en la zona noroccidental de la isla es el lugar favorito de la gran Sarah Bernhardt. La gran actriz, reconocida por todo el mundo como la primera celebrity de los escenarios, tenía en esta parte de la isla su gran refugio. Su casa, el faro y todos los objetos que se han recuperado con las aportaciones de muchos de los vecinos de la isla, son un buen ejemplo de lo que puede ser un museo de mitos.

Un almuerzo en Sauzon

El pueblo tiene la foto perfecta, todo es bonito. La bicicleta aparcada en el lugar adecuado, el faro vigilando el horizonte y el ambiente delicado de esos franceses que saben entender la vida sin que tenga que ser excesivamente caro. Almorzar en el Café de la Cale y probar las delicadas sardinas -que casi siempre están en el menú- es una experiencia única. Por supuesto, todo regado con cerveza local.

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Playa des Grands-Sables

Cuando la mar está tranquila, esta playa parece capturar a los visitantes. Todo en orden para el baño perfecto. Los restos de las antiguas de torres de vigilancia de la costa, escondidas entre los árboles, crean el escenario perfecto para esos días de playa en los que la temperatura del agua no es importante.

Les Aiguilles de Port-Coton

No es extraño que Claude Monet llegase a este lugar y se quedase cautivado por la escenografía… Las dramáticas formas de las rocas forman un paisaje muy especial. Las gaviotas ‘fracturan’ su vuelo delante de los turistas.  En los días más tranquilos, algunos barcos se arriesgan a navegar en sus cercanías. El espectáculo está asegurado.

Vives-Eaux

La visión de una isla siempre es distinta desde el mar. Si además nuestra manera de movernos por el agua es en un kayak, las sensaciones van a ser muy especiales. El navegar en canoa en mar abierto es siempre una experiencia y aquí no nos va a defraudar. Además con el kayak como medio de transporte podremos bañarnos en lugares inaccesibles y disfrutar de los puntos más dramáticos de la costa.

Los tratamientos de Le Castel Clara

La talasoterapia es algo más que un tratamiento de belleza. Es casi una forma de entender la vida. Así lo demuestran los cientos de clientes de este hotel, que uno y otro año vuelve a “tomar las aguas” en las instalaciones. No es una cuestión de dinero o estatus social. Alojarse unos días en este hotel, es una buena forma de entender el ‘turismo de bienestar’ en la zona.

Una isla de cosas ricas

En la isla hay un especial gusto por las cosas de calidad. Desde los pescados que se venden en su mercado ambulante -cada viernes con los mejores percebes del mundo- hasta los delicados quesos de cabra de Morgane Le Pogamp y Emmanuelle Josse. Siempre tenemos la opción de los chocolates de La Morgat o el whisky de la destilería Kaerilis. Aquí hay opciones para todos.

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