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Cultura

Llega el ‘blockbuster’ diminuto: cinco cosas que saber de ‘Ant-Man’

Escena de la película Ant-Man (The Walt Disney Company Spain).

Pero también lo es que el filme de Peyton Reed juega en un terreno levemente distinto, y también, mucho más divertido. Más que de superhéroes, Ant-Man es un film de fantasía que se ríe a cierta distancia de los vicios del blockbuster moderno, esto es, ruido, ruido ruido

Pequeño, no menor

La campaña publicitaria ha insistido en este punto con todo el buen humor del mundo. Un superhéroe secundario sin línea propia, secundario en las estanterías de cómics (no tanto en la mitología Marvel, donde ocupa un lugar fundamental) y cuyo poder es, para colmo, hacerse más pequeño. ¿Qué pinta el pobre hombre hormiga entre tanto Vengador? ¿Se le han acabado a Marvel las ideas? Nada más lejos de la realidad, en tanto el buen hombre hormiga ha estado ahí casi desde el principio. Creado en 1962 por leyendas como Stan Lee, Larry Lieber y Jack Kirby, el hombre hormiga original y su sustituto ya estaban en las páginas de los tebeos antes de llegar al largometraje.

¿Fatiga de superhéroes?

Ant-Man da un descanso a todos aquellos a quienes las conexiones con el cómic les importan más bien poco, al tiempo que se inserta perfectamente bien en el cada vez más complejo universo cinemático Marvel. Y lo hace a dos niveles, el argumental y también como producto cinematográfico. Lo explicamos: para empezar, la película no es tanto una superproducción de superhéroes sino una de película de robos, una aventura en la que todo gira en torno a la recuperación de algo.

Las grandes escenas de acción son de infiltración en miniatura, no destrozos planetarios. Estamos ante una comedia de ciencia ficción en la que el mundo no está en juego, que hace hincapié en cierto tono de fantasía aventurera ligera y amable sin demasiados de los peajes épicos de sus hermanas mayores. Aquí hay tantos paralelismos con el El chip prodigioso o El increíble hombre menguante como con las aventuras de Iron Man y compañía.

Es una superviviente

El proyecto de Ant-Man ha atravesado no pocas dificultades hasta ver la luz. Y no, no nos referimos a las burlas de los escépticos del concepto de ‘hombre-hormiga’. Entre ellos, la escasa popularidad del personaje, que pese a no ser precisamente joven, carecía de una línea regular propia, a diferencia de otros como Capitán América o Iron Man. Edgar Wright, el autor de la denominada trilogía Cornetto y todo talento narrativo y visual del fantástico, fue el encargado de desarrollar el proyecto hasta casi el momento de iniciar el rodaje. Fue entonces cuando surgieron los problemas, al menos de cara al público, y la joven promesa británica se bajó del carro para absoluto chasco de los aficionados, que esperaban que Wright otorgara ese plus de autor que ocasionalmente brilla en el universo Marvel.

Las cosas empeoraron cuando, con la fecha de estreno aproximándose, se encomendó el filme a Peyton Reed, realizador de comedias como Abajo el amor o Separados, un mero artesano de sustitución; y la revisión del guion de Wright a talentos de la nueva comedia americana como Judd Apatow o Alan McKay, que podría rebajar el aliento fabuloso y subversivo de Wright en beneficio de las risas. Una vez vista les aseguramos que podemos respirar tranquilos, aunque persiste la terrible duda: ¿qué habría sido de la cinta en manos del británico?

Uno más en la familia

Ant-Man inserta al personaje en el universo Vengadores, y todos aquellos que hayan visto La Era de Ultrón sabrán que la alineación del equipo ya ha cambiado. De modo que esperar su inserción en el equipo no es nada descabellado, algo que de hecho sí está en los comics clásicos: el primer ‘hombre hormiga’ fue, de hecho, miembro fundador de los Vengadores. Pero no adelantemos nada de eso. Resulta doblemente coherente, y esto es un acierto del filme, que todo gire casi por completo en torno al concepto de familia disfuncional y sus conflictos. No sólo Hank Pym (estupendo Michael Douglas) se convierte en un padre para Scott Lang (Paul Rudd), un hombre en busca de redención que a su vez lucha por recuperar a su hija, sino que Hope, descendiente del primero, deba reconstruir la relación con el primero tras una tragedia familiar. El villano de la historia, Chaqueta Amarilla, no deja de encarnar la figura del hijo descarriado. Todo muy convencional, sí, pero presentado con encanto.

¿Paul Rudd, superhéroe?

La película ha pasado por muchos avatares, revisiones y cambios de manos, pero el actor no se movió del sitio desde el comienzo. Quién iba a decirnos que el marido en la ficción de Phoebe Buffay en Friends, un actor que por otro lado ha pululado por todo tipo de géneros, iba a acabar encarnando a un superhéroe. De presencia menos contundente y más afable que un actor de acción, Rudd ha hecho con el personaje algo parecido a Robert Downey Jr. y su Iron Man: Scott Lang tiene mucho de Rudd y su propia persona, también de su archivo cómico, lo que le convierte en un héroe simpático e insolente, un tipo a contracorriente. Y sí, como Chris Pratt, también ha habido bastante gimnasio de por medio. La conclusión es que en Marvel saben muy bien cómo ganar adeptos, desmitificando su propio legado, riéndose de su condición de megacorporación (no se pierdan las bromas a costa de Baskin Robbins... la película es bastante anticorporativa pero a la vez tremendamente individualista) y dando un descanso cómico antes de lo que se nos viene encima con Ragnarok y Civil War.

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