Quantcast

Cultura

León: La Catedral y el sueño de la luz

El románico, el gótico o el plateresco se comprenden mucho mejor al traspasar las puertas de los libros de piedra, ahorrándonos la lectura de cientos de páginas de todos esos delicuescentes tomos que cuentan historias de catedrales. En la plaza de la Catedral de Santa María el aire peligra de belleza, como dijo el poeta Gamoneda. La Pulchra Leonina es la joya del gótico en España, aunque probablemente se quede corta la frontera del Pirineo. Al otro lado de la puerta de la Virgen Blanca se dio sentido y forma a los sueños.

La plataforma colocada en su día para la restauración de la catedral nos permite hoy visitar los tuétanos del edificio mediante la experiencia El sueño de la luz. A esa altura sientes el peso de la piedra, la ductilidad del hierro, la fragilidad del vidrio. Tras el repaso de la arquitectura se apagan las luces durante un interminable instante en el que se corta la respiración. Poco a poco, los ojos se van adaptando a la oscuridad hasta que la gama de dominantes de los viejos focos interiores al calentarse vuelven a iluminar el interior de Santa María.

Pese a que la restauración sea la constatación del fracaso en la conservación hay elementos contra los que cuesta luchar. El paso del tiempo, accidentes por desprendimientos o la estupidez del acto vandálico hacen necesaria la actuación de un equipo de restauración, verdaderos artesanos de lo onírico. Cuando se está en diálogo con Alfonso X se puede ver cómo la luz del sol va cambiando su gesto. Las vidrieras forman parte de un arte cinético. Las partes en sombra de la catedral tienen tonos más fríos y corresponden al Antiguo Testamento. La luz del amanecer nos enseña, en el ábside, el Nacimiento y según transcurre el día vamos entendiendo la historia de Jesús.

Al caer la tarde, suena la música de los doce ángeles que rodean a la Virgen en el rosetón. Las visitas a la plataforma han conseguido acercar a la gente de esa lejanía que dan las cifras. A un palmo de las vidrieras es más fácil entender por qué cuesta más de cinco mil euros restaurar un solo metro cuadrado. También se dan situaciones curiosas durante las visitas, como la del hombre que asistía a misa el día del terrible incendio del año 1966 y cuenta que el cura dijo que no se moviera nadie hasta que no acabara la eucaristía. Hasta que empezaron a caer los florones ardiendo y sálvese quien pueda.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.