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Cultura

Belleza extrema en “Concert in Athens”, el nuevo disco de Eleni Karaindrou

Concert in Athens se ha puesto a la venta hace pocas semanas para mostrar una exquisita revisión de las anteriores producciones de Karaindrou. Obras creadas mayoritariamente para las películas de Theo Angelopoulos, uno de los grandes cineastas europeos, fallecido el pasado año en un accidente de tráfico cuando rodaba en el puerto del Pireo su visión de la gran crisis que oprime a Grecia. En ese entorno de ira y abatimiento que impregna el día a día de los griegos y también, por supuesto, de muchos españoles, recurrir de nuevo a la música parece la mejor terapia.

Los griegos llevan muchos siglos interesados en el tema. Aristóteles ya anticipó en su Política que la música puede movernos a la acción -en Portugal vuelve a corearse estos días Grândola vila morena- y puede afectar a nuestro equilibrio con canciones deprimentes o con sonidos que nos lleven al éxtasis. Este es el destino hacia el que nos guía Karaindrou desgranando melodías que superan los esquemas habituales de las bandas sonoras. Son piezas cortas que condensan ideas y propuestas con identidad propia, que incitan a la audiencia a imaginar paisajes y sentir emociones que van más allá de lo que muestra una pantalla de cine o se representa en un escenario.

Concert in Athens, el décimo CD de Karaindrou para ECM, es un bello mosaico que reúne la seductora atmósfera, llena de brumosa mística oriental, que ha creado esta veterana pianista para filmes y renombradas obras teatrales. En esta grabación, realizada en noviembre de 2010 en el auditorio Megaron de Atenas, la compositora helena está acompañada por grandes solistas como el saxofonista noruego Jan Garbarek, la violista estadounidense Kim Kashkashian junto a Vangelis Christopoulos, que ha puesto su oboe bajo la batuta de Karaindrou en muchas ocasiones. Junto a ellos, una orquesta de cámara respalda la mayoría de los 18 temas que componen el disco. Es una cuidada síntesis de una prestigiosa trayectoria musical que incluye obras de filmes como La mirada de Ulises, La eternidad y un día o Paisaje en la niebla junto a piezas para teatro: Muerte de un viajante, ¿Quién teme a Virginia Woolf? y El zoo de cristal. Desde el principio hasta el final no hay nada que pueda considerarse relleno. Unas notas de Karaindrou con el piano, que evocan el minimalismo de Satie, inician este singular viaje. A partir de ese suave despegue, el saxo de Garbarek , la viola de Kashkashian y la orquesta, como no, consiguen llevarnos con valses, tangos y adagios en una alfombra mágica que vuela majestuosa ajena a todo tipo de inclemencias.

Karaindrou es una mujer forjada en la austeridad y comprometida con el devenir de su país. Procede de una familia humilde que pudo estudiar piano y composición. Después de perder a su madre cuando tenía siete años animó a su padre a contraer nuevo matrimonio con una mujer que tenía en su casa cortinas de terciopelo y un estupendo piano. Fue una activista contra la dictadura de los coroneles y al regresar de París, donde estuvo exiliada varios años, creó un laboratorio para la conservación de instrumentos tradicionales griegos, que pueden escucharse en muchas de sus grabaciones. A pesar del sombrío presente confía en que Grecia salga adelante destacando que si la crisis no ha provocado víctimas mortales es por el destacado papel de los abuelos que con sus pensiones facilitan la supervivencia de hijos y nietos. Ella misma ejerce ese amparo con su familia y ha decidido rechazar ofertas de trabajo en el extranjero para sobrellevar la tormenta en compañía de los suyos.

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