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Cultura

Libros escritos desde el más allá a través de una médium

¿Cuántos libros se han escrito desde el más allá, dictados a una medium?

Aunque se celebre el Día de todos los Santos, este tema no fue pensado con la intención anecdótica, ni siquiera morbosa, de las curiosidades y los chascarrillos. Pero resulta inevitable traerlo a colación en una fecha de este tipo, acaso por lo de aprovechar la ocasión para meter de contrabando la literatura donde reina la necedad –no la de los difuntos, sino de la de su uso como reclamo-. Pero,  a lo que toca y para abreviar: existen algunos libros escritos desde el más allá. No inéditos ni póstumos. No, no, no. Hablamos de libros dictados a alguien más, un vivo, desde el otro lado, el de los muertos.

Lo cuenta Patricio Pron en el magnífico ensayo El libro tachado, publicado en verano por la editorial Turner, y en el que el escritor argentino explora la idea de la muerte del autor trabajada por Roland Barthes e incluso se adentra en la reflexión sobre la desaparición de la literatura como reverso necesario, acaso “advertencia sobre su propia fragilidad”.

En este volumen, Pron incluye libros prohibidos, quemados, proscritos, mutilados o imposibles. Y en esa clasificación entran, claro, ejemplos tan raros como libros escritos a través de uno o varios –o varias- médium.

Víctor Hugo solía convocar a los espíritus de  Shakespeare, Esquilo, Racine y Bonaparte.

Uno de los ejemplos que utiliza Pron es un libro supuestamente escrito por Víctor Hugo –ferviente espiritista- con ayuda de una persona con facultades paranormales: Las verdades eternas dictadas por el espíritu de Víctor Hugo y reproducidas Casimismiro Mottet, ingeniero civil, 1848. También del francés, cita La tumba habla: el genio hugoliano resucitado.

Se dice, en efecto, que Víctor Hugo solía convocar a los espíritus de William Shakespeare, Esquilo, Jean Racine y Napoleón Bonaparte, con quienes sostenía conversaciones de genio a genio. Incluso, Pron deja caer en un extenso pie de página –ese libro vale oro tan sólo por eso, por las notas- que un espíritu le dictó (supuestamente) el último poema de Las contemplaciones (1856), escrito durante aquel productivo exilio en el que publicó también Los castigos (1853); La leyenda de los siglos (1859), así como una de sus obras más significativas: Los miserables (1862).

Hasta Sergio Pitol quien, a decir de Fernández, “era muy buen médium”.

De existir algo así como una literatura espiritista –que no es, jamás, un término empleado por Pron- entraría en ese epígrafe hasta el poeta mexicano Amado Nervo, quien produjo con la ayuda de la médium Rebeca Meléndez el testimonio Más allá de la muerte . Pero hay más, en su libro Triángulo imperfecto, Sergio González Rodríguez, el también mexicano  Jorge Ibargüengoitia hizo del espiritismo materia literaria con el Cuento ¿Con quién hablo?, incluido en Autopsias rápidas.

Agrega todavía más González Rodríguez. Según él, Sergio Fernández, estudioso de la cábala, la cartomancia y la astrología, recuerda que a principios de los años sesenta hacía sesiones espiritistas en las que participaban escritores y artistas: Lilia Carrillo, Juan Ibáñez, Josefina Vicens, Margo Glantz, e incluso hasta Sergio Pitol quien, a decir de Fernández, “era muy buen médium”

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