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Cultura

Una ruta literaria por la trilogía del Baztán

Un detalle de la primera entrega de la saga: El guardián invisible.

Es un best seller en toda regla. Se trata de la llamada trilogía de Baztán, una saga que mezcla el misterio y novela policiaca. Escrita por Dolores Redondo (San Sebastián, 1969), llega a su fin con Ofrenda a la tormenta(Destino), la tercera entrega. ¿Fenómeno editorial? ¿Policíaco travestido en saga fantástica? ¿Novela negra sonrojada en chapucero misterio? Aquí cada quien opina algo distinto; lo que sí es cierto es que 400.000 ejemplares dan fe de que ésta es, sin duda, una trilogía superventas.

El entusiasmo que ha despertado Amaia Salazar, la inspectora de la policía foral que protagoniza las tres entregas –El guardián invisible; Legado en los huesos y Ofrenda a la tormenta-, ha dado origen a un ruta turística que recorre los escenarios más importantes de las res novelas. El centro es Elizondo, un pequeño pueblo de 3.500 habitantes, ubicado en el hermoso valle del Baztán, y que ahora ofrece itinerarios basados en cada una de las historias.

¿Qué tiene de especial esta ruta? Pues nada en específico y todo a la vez.  Lo cual es, de por sí, uno de los mayores atributos que puede tener un plan: su éxito en conjunto. La ruta suele dividirse en dos partes; hacer el recorrido entero toma cerca de dos  horas y media que valen la pena. Un bello y melacólico paisaje, pero también escenarios sombríos y tenebrosos que los entusiastas lectores sabrán apreciar. En Marabilias hemos decidido dar un adelanto y describir las estaciones más atractivas del recorrido, cuya ruta completa podréis conseguir aquí.

La casa de Amaia Salazar

"La calle Braulio Uriarte se había llamado antiguamente calle del Sol, porque todas las fachadas están orientadas al sur y el sol calienta e ilumina la calle hasta que se pone".

Muy pequeña, huyendo de su malévola madre, Amaia Salazar buscó refugio en casa de su tía Engrasi, un personaje tan entrañable como importante, que supone el punto de arranque de la ruta. Ubicada en la calle Braulio Salzazar, la casa es en verdad un hostal turístico donde pueden dormir quienes así lo deseen. Un lugar acogedor, con vistas al río Baztán.

Bar Txokoto

"El día en que mataron a Ainhoa, Freddy estuvo todo el día en casa con varios amigos. Jugaron a la Play, fueron a la taberna Txokoto a por unos bocadillos y vieron una película"

Cada uno de los lugares donde ocurre la novela son verdaderos, que no exactos. Inspirándose en las calles, comercios y parques del pueblo, Redondo levantó su geografía de ficción. No podía faltar, ¡claro!, una taberna. Se trata del Bar Txokoto, lugar de reunión de algunos personajes y en el que, vale la pena decir, el pacharán es magnífico. Está justo en línea diagonal a la casa de la tía Engrasi, justo al lado del puente que cruza el río Baztán.

El obrador

"Fue penetrando en la calle del Sol hasta llegar al obrador. Sacó una mano del bolsillo y la apoyó sobre la cerradura helada. Inclinó la cabeza hasta tocar con la frente la áspera madera de la puerta y comenzó a llorar en silencio".

No es propiamente un horno de pan, pero le sirvió a Dolores Redondo para inspirar el obrador de la familia Salazar en la trilogía, un lugar donde la protagonista acude con frecuencia y donde recuerda terribles capítulos de su infancia –su madre intentó ahogarla con harina-. Está ubicado a las orillas del río, justo al lado del bar.

La Iglesia

"La Iglesia entonces se encontraba junto al ayuntamiento, como es tradición, hasta que fue trasladada piedra a piedra y reconstruida en el lugar que ocupa actualmente".

La Iglesia de Elizondo es testigo de los funerales de muchas de las víctimas de la trilogía. Se encuentra justo al otro lado del río. Se trata de un templo sencillo pero de gran belleza, cuyo único campanario se alza por encima del resto de las casas. Un consejo muy importante: de camino a la iglesia, hay que parar en la pastelería Malkorra y probar no sólo el famoso Urrakin egiña, delicioso chocolate con avellanas, sino tambiénel txatxingorri.

¿Qué es este dulce? Pues una torta que aparece, en la primera entrega, junto con los cadáveres de las niñas asesinadas: “(…) Típico de esta zona, aunque éste es más pequeño que los que suelo ver. Pero es un txatxingorri, sin duda. Manteca, harina, huevos, azúcar, levadura y chicharrones fritos para hacer una torta, una receta ancestral”, dice Amaia Salazar en le primer capítulo de El guardián invisible.

La comisaría

"La nueva comisaría de la Policía Foral de Elizondo había adoptado la modernidad en su diseño, huyendo de la arquitectura común en todo el pueblo y en el resto del valle".

Puede que sea, junto con el cementerio, de las estaciones más divertidas de la ruta. Se trata de la comisaría donde la inspectora Amaia entrevista a sospechosos y asesinos. Aunque ni siquiera había sido construida cuando Redondo comenzó primer volumen, hoy se levanta como un reclamo gracioso del paseo. Incluso, en uno de los despachos, han hecho colocar "Aquí trabaja la inspectora Amaia Salazar".

 Cementerio de Elizondo

"La tumba de la familia Arbizu se encontraba justo donde comenzaba uno de los ramales; sobre el panteón reposaba un ángel que, indolente y con gesto aburrido, ajeno al dolor de los humanos, parecía observar a los enterradores que habían apartado la losa haciéndola rodar sobre unas barras de acero".

El cementerio de Elizondo es el lugar donde se producen la mayoría de los entierros de las víctimas que mueren en extrañas circunstancias en la Trilogía del Baztán. Se sitúa en la carretera que sale del pueblo en dirección a Francia. Es un lugar hermoso, pero todavía más, el camino que le rodea y en el que pueden verse las casas de algunos personajes. Entre ellas, la de Víctor.

Tened los ojos bien abiertos

En La ofrenda a la tormenta hay un detalle que no pasa desapercibido. Inguma, un demonio que roba a los niños el aliento y la vida, es una presencia que cruza de página a página, la historia. Para alejar a Inguma de los pequeños querubines, algunas personas colocan en la puerta de las casas una flor de Cardo. ¿Para qué sirve? Pues para ahuyentar a las brujas...

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