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Cultura

Los 6.000 días de Cortázar en Buenos Aires

Esta es la imagen que ilustra el libro Cortázar por Buenos Aires, Buenos Aires por Cortázar (Seix Barral, Argentina)

Nació en Bruselas en 1914. Tras vivir en Zúrich y Barcelona, llegó con cuatro años a Buenos Aires. Con 37, emigró a Francia en 1951. Sólo regresó siete veces a Argentina hasta su muerte en París, el 12 de febrero de 1984. La relación del novelista Julio Cortázar con Buenos Aires es compleja, acaso accidentada.

En su libro Cortázar por Buenos Aires, Buenos Aires por Cortázar, Diego Tomasi re construye los cerca de 6.000 días que el autor de Rayuela vivió en la capital argentina, una ciudad que está presente en su literatura:   la confitería London City en la que empieza y acaba Los premios, el barrio Rawson que describe en Bestiario; el Palermo de su relato Simulacros ; el barrio de Banfield en el que transcurrió su infancia y adolescencia y que retrata en sus cuentos sobre la infancia.

Sólo regresó siete veces a Argentina hasta su muerte en París, el 12 de febrero de 1984

La década de los 40 contiene los años de un Cortázar desgarbado y silencioso. Trabajó entonces como profesor en  Bolívar y Chivilcoy, pueblos de la provincia de Buenos Aires, y más tarde en Mendoza: "De 1946 a 1951, vida porteña, solitaria e independiente; convencido de ser un solterón irreductible, amigo de muy poca gente, melómano lector a jornada completa, enamorado del cine, burguesito ciego a todo lo que pasaba más allá de la esfera de lo estético", escribe el propio Cortázar sobre sus años bonaerenses, acaso ciertamente opresivos, tal y como lo reflejan relatos como Casa Tomada, publicado por Jorge Luis Borges en 1946, en la revista Los anales de Buenos Aires.

En esos años conoce a la que será su esposa, Aurora Bernardez. Decide marcharse a Paris. Serán los años de Final del juego (1956) y Las armas secretas (1959), los primeros pasos de una larga carrera literaria que tendría en París su principal escenario. Sin embargo, Bunos Aires se cuela en la literatura cortaziana, a veces como una sombra.

El Buenos Aires de Cortázar: la confitería London City de Los premios, el barrio Rawson de Bestiario; el Palermo de su relato Simulacros 

Cuenta la leyenda que el día que murió Cortázar, un domingo de 1984, la ciudad de Buenos Aires fue escenario de un hecho inédito en su historia: una invasión de mariposas. Al día siguiente, los científicos explicaron que una oleada de calor en una zona rural vecina había originado una migración inicial de mariposas en busca de fresco, y que miles de ejemplares fueron acoplándose durante el trayecto, hasta que desembocaron en el centro porteño.

Parecía entonces que la ciudad improvisaba una despedida. Poco antes de morir, en diciembre de 1983, Cortázar viajó por última vez a Buenos Aires. De ese viaje queda una foto que le hizo Dani Yako y que justamente ilustra el libro de Tomasi. Aunque sólo fueron ocho días, la ciudad tuvo tiempo de asombrarse al reconocer al barbudo escritor de casi dos metros a la salida de un cine porteño, acaso en las librerías.

Queda ahora en la calle General Artigas 3246, la casa en la que creció Cortázar, acaso el patio que juegos en el que alguna vez alguien trazó una Rayuela. Y a quien se le antoje cruzarlo, en la avenida San Martín un elevado con su nombre se alza sobre una arboleda en cuyos senderos pasea, quien sabe, el Cronopio Mayor.

 

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