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Cultura

Bicicletas vendidas como obras de arte en Viena

Bicicleta-maleta de Skoot (Bernhard Angerer).

Las bicicletas de la marca británica Moulton tienen un precio que varía entre las 950 y las 15.000 libras (entre unos 1.300 y unos 21.000 euros). Sin embargo, hace unos días, en la capital austriaca, por un modelo One Off Moulton Special de 1991, se llegaron a pagar 30.000 euros. Dorotheum, centenaria casa de subastas con sede en Viena, puso esa bici y otros doscientos modelos en venta como si fueran obras de arte. Se invitó así a una inusual pugna entre aficionados a la bicicleta de todo el mundo sin miedo a pagar más allá de lo razonable por una bici. 

Recorrido por la historia de la bicicleta

En sí, los 203 modelos de la subasta organizada por Dorotheum planteaba un recorrido casi centenario en la historia de la bicicleta. En la que es la decana de las casas de subastas del planeta – fue fundada en 1707 – se vendieron modelos que “cubrían un periodo de la historia de la bicicleta que iba de 1920 hasta hoy”, indican en esta institución comercial centroeuropea. Todas fueron adquiridas en su día por el vienés Michael Embacher

Hace unos diez años, cuando este arquitecto y diseñador descubrió su amor por las bicicletas, comenzó a comprar modelos guiado por no se sabe muy bien qué. De resultas, llegó a constituir una de las “colecciones de bicicletas más diversas del mundo”, de acuerdo con los términos del prestigioso diario estadounidense The New York Times

Según Embacher, él nunca  tuvo “una estrategia” a la hora de comprar bicicletas, pues sus adquisiciones respondían “completamente” a una pulsión “emocional”. Sin embrago, a la hora de decidirse por uno u otro modelo, el diseño de las bicicletas también resultaba clave. Porque, según ha dicho el propio arquitecto austriaco, su colección probablemente no sea más que una tentativa inconsciente de “usar un objeto (la bicicleta) para mostrar ¿Qué es el diseño?¿Cómo puede reducirse?¿Cuántas variaciones puede generar?”. “En términos de diseño y construcción, la bicicleta es una de las obras más intransigentes que conozco”, pues “tiene que ser ligera” pero también “estable, pues la inestabilidad en cualquier obra significa déficit de eficiencia”, ha expuesto Embacher al presentar su colección. 

Casi todas vendidas 

Este interés intelectual por la bicicleta explica que el austriaco adquiriera modelos como esa bici-maleta de 2001 de la marca italiana Skoot, cuyo precio de salida fue de 300 euros en el Palais Dorotheum, la sede de la histórica casa vienesa de subastas. Allí, por lo general, la mayoría de las bicicletas de Embacher acabaron vendiéndose. Sólo siete acabaron sin comprador. 

Pero eso no quiere decir que la subasta de la colección de Michael Embacher no fuera una buena ocasión para hacer dinero. Al contrario. Tras la venta, la compañía austriaca se embolsó casi 500.000 euros. El precio inicial de la colección se había valorado en unos 170.000 euros. No es casualidad que Dorotheum aparezca entre las cinco casas de subastas más importantes del mundo, junto a las británicas Phillips, de Pury & Company; Bonhams y, por supuesto, las influyentes Sotheby's y Christie's. 

En Viena, contribuyeron a que se alcanzara ese medio millón de euros en ventas el que hubiera compras como la de la “One Off Moulton Special”, el modelo que acabó siendo el más caro de la subasta. El precio de salida de esta bici hecha en titanio era de 6.000 euros. También se vendió por un precio de cinco cifras aquella de piñón fijo que otrora perteneciera al campeón italiano Francesco Moser. Fue adquirida en el Palais Dorotheum por casi 20.000 euros. Su precio de salida era de 2.500 euros. 

Si estos precios de subasta parecen excesivos, lo cierto es que no son tan extremos. Algunos exclusivos productos del mercado pueden superar con creces los 30.000 euros pagados por la “One Off Moulton Special”. El año pasado, sin ir más lejos, se llegaron a desembolsar 500.000 dólares (unos 458.000 euros) por una bicicleta de la marca estadounidense Trek. Se trata de un modelo “Butterfly Madone” diseñado por el artista británico Damien Hirst, quien decoró el cuadro, entre otras partes de la bici, con auténticas alas de mariposas.

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