Quantcast

Conducir

La redacción, al volante del Nissan Leaf

Eduardo Sánchez, de Nissan España, nos hace entrega de las llaves del Leaf que ha estado tres semanas conviviendo con nosotros.

Tres semanas con el Leaf en el garage de nuestra redacción ha permitido descubrir la experiencia de diferentes redactores a los mandos por primera vez de un turismo que se mueve sólo con energía eléctrica. Una experiencia que, en casi todos los casos, ha supuesto sobre todo una sorpresa al comprobar las ventajas y los beneficios de esta tecnología, aun en pleno desarrollo, en lo que a movilidad urbana se refiere. Está claro que como sistema de propulsión para largas distancias tiene todavía mucho trabajo y desarrollo por delante, pero para el transporte diario en el entorno urbano, el eléctrico tiene ya todo lo necesario para convertirse en el sistema de movilidad más eficiente. Todo, menos el precio, que sigue siendo uno de los puntos que más echa atrás a quienes pueden llegar a ver al turismo eléctrico como una alternativa a la hora de renovar el parque automovilístico.

Un precio que, en el caso del Nissan Leaf que aun se vende, puede estar disponible desde 19.900 euros con las ayudas gubernamantales y el nuevo «Plan Nissan-E» que dobla la ayuda estatal. Para el nuevo Leaf, que se pondrá a la venta en junio, se ha bajado el precio gracias antre otras cosas a que está fabricado en Reino Unido, y estará disponible desde 29.900 euros, 4.000 menos que el modelo original. Como novedad, Nissan permitirá elegir entre comprar o alquilar las batería, una opción esta última que baja el precio hasta 24.000 euros, aunque el alquiler de las pilas supone un coste mensual mínimo de 79 euros.

Entre las mejoras técnicas, principalmente un aumento de la autonomía —pasa de 175 a 199 km—, mejores prestaciones de recarga, y ajustes de suspensión y dirección más adaptados a los estándares europeos. También gana algo de maletero, 40 litros más, gracias a que se ha reubicado el hueco donde se guarda el cargador de la batería, antes en el propio maletero, ahora bajo el capó delantero.

Quique Lavilla

Conducir el Leaf de Nissan es sorprendente. Sorprende que no tengas que utilizar la llave para arrancar el coche, sorprenden las dimensiones del coche (francamente amplio por dentro), pero sobre todo sorprende la ausencia absoluta de ruido cuando lo conduces. Esa es quizás la marca distintiva del Leaf, y la de cualquier coche eléctrico, con respecto a los coches impulsados a motor. Aunque pises el acelerador a fondo, no emite ningún sonido. Y eso hace la conducción más placentera. El único inconveniente de esta innovadora propuesta de Nissan es la autonomía de la batería eléctrica. Puedes conducir algo más de 100 kilómetros sin necesidad de recargar el vehículo. Esto es ideal para manejarte con el Leaf por la ciudad, pero es imposible afrontar distancias largas con él. Al menos de momento.

Luis Salinas

En un primer momento, me pareció que estaba en los coches de choque de la feria al no dar la sensación de que había arrancado y por la cantidad de luces del interior, me sentí como el niño que está a la espera del hombre de la atracción mientras los demás se mueven a tu alrededor rezando por que no se hubiese estropeado aquel cacharro infernal, pero no era ese el caso sin apenas esfuerzo ninguno muy sigilosamente reaccionaba a unas mínimas interacciones con él.

Una vez circulando lo que trasmite el coche no se separa mucho de un coche normal y corriente de motor de combustible, a excepción del ruido por supuesto, el impulso que tienes es que puedes ir más rápido por una calle en ciudad ya que a nadie le va a llamar la atención el ruido de un motor a altas revoluciones.


Mario Moratalla

Conducir este vehículo eléctrico fue una experiencia, perdón por la obviedad, electrizante y emocionante. El turismo tiene todas las comodidades inherentes a un coche matriculado en 2013 pero además no rueda por la calzada, sino que se desliza cual culebrilla por el monte. No rasca la caja de cambios en la salida de los semáforos, sino que se acelera de forma constante. Tampoco emite un humo negro y repugnante cuando está parado: da la impresión de ser inocuo, de no dejar huella por donde pasa. Es silencioso como un pequeño reptil y, a la vez, confortable, espacioso, seguro y carismático.

 Para uso urbano y metropolitano no se me ocurre un vehículo más amable, y además en Madrid es inmune a los parquímetros. Sus defectos, los ya conocidos. Aunque mejora en la autonomía de la batería, sigue siendo necesario cargarlo durante muchas horas para poder darle un uso intensivo si realmente lo necesitas. Aunque nunca da la impresión de que vayas a quedarte tirado, sí tienes que tener claro dónde está tu siguiente fuente de electricidad. Si durante el día te surge la necesidad de ir a recoger a un amigo a 30 kilómetros y volver, puedes tener problemas. Esta incertidumbre no mola nada. Todo lo demás es magnífico. 

Vanessa Sanchidrián

La experiencia ha sido positiva. El coche responde muy bien en carretera y en ciudad, acelera desde parado muy rápido, es cómodo, amplio, insonoro… El único ‘pero’, -importante para que el coche sea útil y práctico-, es la inseguridad que ocasiona el límite de la autonomía cuando las distancias son largas. Puede que el coche marque una autonomía inicial para recorrer 160 kilómetros con el tanque eléctrico lleno. Pero en carretera, esta autonomía se va ajustando tanto que su descenso crea un cierto agobio.  Incluso en una conducción ‘eco’ (que resta potencia al coche y consume bastante menos) es angustioso observar que la autonomía del coche cae a mayor velocidad que la distancia real que llevas recorrida. Entonces es cuando uno debe activar el plan ahorro total de energía: que si apagas la calefacción, la radio, el navegador… ‘Off’ a todo lo que consume energía.  En la pantalla, se puede observar toda la energía (no es mucho) que se gana taponando todos estos ‘extras’.  No queda otra.

En un vehículo como éste estás obligado permanentemente a planificar bien los recorridos y conocer bien los puntos de recarga. Una vez que llegas al destino pueden ocurrir dos cosas: uno, que en tu domicilio tengas un enchufe y cargues el tanque de nuevo, al menos durante siete horas (si te surge un imprevisto, no puedes utilizar el coches); o dos, que te encuentres en una ciudad y ningún punto de recarga que haya a tu alrededor funcione. Esto último es más habitual de lo que parece. Al menos desde mi experiencia en Madrid. Una buena solución es pedirle un favor a alguien conocido o bien pagar un parking público y buscar un enchufe. El cable que va del coche a la red es fácil de usar, pero quizás demasiado aparatoso, al menos, para usarlo a diario.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.