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Internacional

Uruguay elige al sustituto de ‘Pepe’ Mujica, el carismático guerrillero tupamaro que llegó al poder

La rechoncha figura de José Mujica dejará de aparecer en las cumbres internacionales a partir del próximo 1 de marzo. Ese día, será investido como nuevo presidente de Uruguay Tabaré Vázquez, el oncólogo que ostentó el cargo entre 2005 y 2010 y quien se impondrá, salvo catástrofe, en la segunda vuelta de las elecciones de este país, que se celebra este domingo. El Frente Amplio, de izquierda radical, gobernará hasta 2020 esta pequeña república de 3 millones de habitantes, y se enfrentará a las dificultades económicas que se espera que lleguen al país en el próximo lustro, imbuidas por el empeoramiento de las condiciones de los países del entorno.

José Mujica está impregnado de un indudable magnetismo que le ha llevado a calar hondo entre las clases populares de este Estado sudamericano, así como en una sociedad occidental que le considera un verso suelto dentro de la política. Este exguerrillero tupamaro renunció a vivir en el Palacio Presidencial para permanecer en su casa de toda la vida (su “chacra”), situada en un barrio pobre y en la que mata su tiempo libre practicando su anterior profesión y actual vocación: cultivar flores. Este gesto supuso un ejemplo de humildad para sus partidarios y un claro ejercicio de demagogia para sus opositores, que lo consideraron como un gesto para esconder los problemas sociales que vive Uruguay.

Con este presidente, la izquierda radical ha cumplido una década en el poder de un país que nunca antes perpetuó al progresismo en su gobierno. Cobró una fuerza inusitada después de la crisis de 2002 que ha sabido mantener casi intacta entre el electorado, tal y como se demostró el pasado 26 de octubre, cuando obtuvo el 45,9 % de los votos en la primera vuelta de los comicios, por el 32 del Partido Nacional y el 15 del Partido Colorado.

El Frente Amplio obtuvo el 45,9 % de los votos en la primera vuelta de los comicios, en los que el voto es obligatorio

Este último, dirigió los designios de Uruguay en casi todas las legislaturas desde su fundación, pero perdió todas las posibilidades de volver a hacerlo como consecuencia de su gestión del “drama económico” de principios del siglo XXI. O, simplemente, de su presencia en el poder en un momento tan crítico. Porque realmente no fue el responsable de que se desatara la tormenta en Uruguay, sino más bien el inquilino del poder cuando ésta sobrevino.

La crisis de 2002 que aún configura el mapa político

Su epicentro se registró en Argentina, cuyos impagos le abocaron al “corralito”. Esa coyuntura provocó que sus ciudadanos retiraran en masa sus depósitos del país vecino, lo que causó la quiebra de una buena parte de su banca comercial. Esto desencadenó una grave crisis financiera a la que siguió otra política y, por supuesto, una social. El hambre volvió a hacer su aparición en un lugar que en el segundo tercio del siglo XX conoció un gran desarrollo que aún recuerdan con nostalgia los uruguayos más desconfiados ante el "milagro económico" que se anuncia desde hace varios años en esta región. A este descalabro financiero, se añadió el brote de fiebre aftosa que se detectó en su ganado, lo que mermó las exportaciones de un sector clave en la economía de un país con 3 millones de habitantes y 11,5 cabezas de vacuno.

En esos años, llegó a las calles la responsable de una buena parte de la inseguridad en el país: la pasta base. Este residuo de la cocaína constituye hoy un severo problema social entre las clases desfavorecidas y está detrás del incremento de los robos con violencia. Las fuerzas de la oposición han pasado toda la campaña electoral criticando la excesiva laxitud del Gobierno de ‘Pepe Mujica’ con este problema; e incluso plantearon un referéndum para bajar la edad de imputabilidad de los menores desde los 18 hasta los 16 años, a tenor del incremento de la violencia juvenil que detectaron. Se celebró el pasado 26 de octubre y lo perdieron.

El "corralito" argentino generó una fuerte crisis política, financiera y social en Uruguay

Los uruguayos no se conforman con que su país sea el más seguro de Latinoamérica (World Justice Protect), pues recuerdan cómo hace apenas dos décadas podían dormir con las puertas de su casa abiertas sin miedo a que les pasara nada, al contrario que en la actualidad. Realmente, tienen algunos argumentos para estar preocupados sobre este hecho, como demuestra el constante incremento durante los últimos años de los asesinatos (de 785 en el periodo entre 1985 y 1990, a 1.263 en el último lustro).

El presidente que aplicó una polémica política de izquierda

Con esta situación en la calle terminará la legislatura de ‘El Pepe’, que también será recordada por leyes como la que despenaliza el aborto, la que contempla penas de cárcel para los empresarios en cuyas compañías se produzcan accidentes laborales; o, la más famosa de todas, la que otorga al Estado el control sobre la producción y venta de la marihuana.

Esta última obtuvo una especial repercusión en la prensa internacional, pues incluye puntos como la venta de cánnabis psicoactivo en las farmacias por la pequeña cantidad de 1 dólar el gramo. Esto se estableció de esta forma para que el narcotráfico no pudiera competir contra la fuerza del Estado y no tuviera más remedio que disolver su actividad alrededor de esta droga.

El cánnabis se venderá a 1 dólar el gramo en las farmacias uruguayas

En política internacional, Mujica se ha caracterizado por sus guiños hacia países del subcontinente donde gobierna la izquierda, como Venezuela o Argentina. Con la presidenta de este último, Cristina Fernández de Kirchner, ha mantenido algún desencuentro, pero eso es prácticamente inevitable si se tiene en cuenta que la rivalidad entre Argentina y Uruguay –y más en concreto, delos rioplatenses- se encuentra en el ADN de sus habitantes.

Mujica se ha rodeado en su Gobierno de personas de una marcada tendencia de izquierda, con presencia de tupamaros o hijos de estos; y ha potenciado un sindicato mayoritario, el PIT-CNT, cuya cifra de afiliados es enorme, pues asciende a casi un 10 % de la población uruguaya. Entre las políticas que está previsto que se apliquen en la próxima legislatura se encuentra la del incremento del salario mínimo o la de la reducción de la jornada laboral. Esto último, genera dudas en un país en el que la productividad de los trabajadores es alarmantemente bajas.

Una reducción de la pobreza, un aumento de la inflación

Otro de los logros que se atribuye José Mujica es el de haber terminado con la indigencia y haber reducido la pobreza del 40 al 11 %. Ahora bien, ¿ha sido capaz de mejorar la calidad de vida de los uruguayos? Existen factores que llevan a pensar que no es así y, entre ellos, destaca una inflación preocupante que podría llegar al 10 % al final de año. El precio de la cesta de la compra aquí es superior al de los países de su entorno e incluso más alto que el de varios puntos del primer mundo; principalmente por el alto coste que supone la importación de los productos, a una política arancelaria obsoleta y a unos impuestos indirectos que ahogan a los consumidores. Con la inversión exterior, las leyes son más amables, lo que ha atraído en los últimos años a diferentes compañías internacionales, al calor del "viento de cola" del que se ha beneficiado este país en economía.

La oposición ha criticado duramente durante los nueve meses de campaña el creciente déficit fiscal y la rémora que supone para la economía uruguaya la pertenencia al Mercosur. Esto último, es especialmente polémico, dado que los países que pertenecen a este enquistado organismo tienen la capacidad de vetar los Tratados de Libre Comercio que firman sus socios, lo que resulta especialmente perjudicial para la expansión de una economía para la que las exportaciones resultan vitales.

El déficit fiscal, la inflación y los elevados precios e impuestos indirectos marcan la economía de Uruguay

A pesar de haber avisado de las carencias del país en seguridad, economía y educación, la oposición no ha sabido ganarse el favor de las clases populares uruguayas. Desconfían del Partido Nacional por las políticas excesivamente liberales que ha aplicado durante sus gobiernos. También lo hacen de "los colorados", tanto por su gestión de la crisis de principios de siglo, como por haber sido apoyo y sostén de la dictadura cívico-militar que se alzó con el poder en Uruguay desde 1973 hasta 1985.

El rival de Tabaré Vázquez en la segunda vuelta de este domingo es Luis Lacalle Pou, hijo del expresidente Luis Alberto Lacalle y una joven promesa de 41 años que, por unas semanas, figuró como favorito para alcanzar el sillón presidencial. Pero, salvo sorpresa de última hora, este montevideano clase acomodada, que confesó públicamente que desde los 17 hasta los 23 años consumió marihuana y cocaína, capitulará ante Tabaré Vázquez, más moderado que Mujica, aunque bastante menos carismático.

Desde el momento en que se proclame su victoria, este político de pose y maneras estiradas, cirujano oncólogo, ferviente enemigo del tabaco (Uruguay mantiene un duro contencioso con Phillip Morris) y receloso de la prensa afrontará un proceso de transición que se extenderá hasta el próximo 1 de marzo, cuando se sentará de nuevo en el blanco despacho de la planta 11 de la Torre Ejecutiva, el acristalado edificio donde radica el Gobierno uruguayo, que mira de frente a la enorme estatua de bronce del fundador del país, el general José Gervasio Artigas.

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