Suena la alarma en el CECOT, la prisión de máxima seguridad que ha creado el presidente de El Salvador para encerrar a los criminales más temidos en su país: los miembros de las peligrosas maras. Las manos en la nuca. Solo así podrán salir 30 minutos de la celda sobrepoblada en la que se encuentran hacinados y en la que apenas tocan a un metro cuadrado para cada uno. Se trata del único descanso diario del que pueden disfrutar los reclusos, media hora en la que los guardas de seguridad no les quitan ojo mientras realizan ejercicios guiados. Y así todos los días, que no es poco. De hecho, para ellos, es lo único.
Ahora, dos años después de su creación, el carismático Nayib Bukele sonríe sabedor de que su plan funcionó. Las pandillas desaparecieron y sus miembros intentaron esconderse allí donde fuese posible. Para ello hizo uso de mano dura, caiga que caiga, y no agachó la cabeza ante las amenazas que le proferían, a las que siempre con un órdago aún mayor: "Hagan daño a un solo salvadoreño y no va a haber un tiempo de comida al día. A ver cuándo duran allá adentro", llegó a decir este hombre de 43 años nacido en la capital, San Salvador, que acaba de ser reelegido por su pueblo con un resultado abrumador. Todos quieren a su presidente, a su líder, tanto dentro como fuera de sus fronteras.
Parte de su éxito y fama internacional la ha cosechado gracias a esta cárcel, la más temida del mundo, el Centro de Confinamiento contra el Terrorismo, el CECOT. Las imágenes que se han grabado en ella han dado la vuelta al mundo, con todos los reclusos rapados de la misma manera, todos con sus tatuados cuerpos al aire, sumisos ante el poder de la autoridad carcelaria después de décadas sembrando el terror. Sentados en el suelo y casi suplicando un poco de humanidad.
Bukele le ofrece a Trump alquilar celdas
El Secretario de Estado de Donald Trump, Marco Rubio, daba esta semana las gracias al presidente de El Salvador, el controvertido Bukele, por proponerles el alquiler de parte de la peor cárcel del mundo. Allí, Estados Unidos podría internar a sus presos más conflictivos, en unas celdas y pasillos que, por su frialdad, han despertado filias y fobias dentro y fuera del país. El trato que reciben los pandilleros miembros de las maras está bajo la lupa de las Naciones Unidas, que señalan al presidente por vulnerar los derechos humanos.
Las imágenes de los presos del CECOT han dado la vuelta al mundo, con las piernas cruzadas en un gesto de obediencia incondicional ante el país al que antes tenían atemorizado. Es el logro, aunque conseguido de forma polémica, de Nayib Bukele, el presidente hipster que se ha dado a conocer en todo el mundo por sus medidas represivas, las cuales llegaron a asesiar cada año a 1 de cada 1.000 habitantes y ahora han desaparecido. Bukele llegó al cargo el 1 de junio de 2019. Hasta la fecha, bajo el mandato de su Gobierno, se han arrestado a más de 85.000 personas acusadas de pertenencia a estos grupos mafiosos, aunque muchos aún no han sido juzgados.
Una cárcel de cine
El diseño del Centro de Confinamiento contra el Terrorismo (CECOT) está especialmente pensado para encerrar en él a los criminales más peligrosos y su exposición mediática deja siempre imágenes que sobrecogen. Nadie que la haya visto ha quedado indiferente ante la suntuosidad de la prisión más grande de América Latina y emblema de la política de seguridad de su presidente.
Los vídeos grabados en esta cárcel de máxima seguridad son rodajes dignos de las mejores campañas publicitarias. El Salvador ha convertido el CECOT en el centro de su imagen internacional y Bukele en su mejor propaganda política en el interior. El pueblo guanaco vive un idilio con su líder político, que goza de una gran proyección internacional gracias a su lucha contra las maras con puño de hierro, las cuales se escenifican a la perfección con las cámaras de cine que utilizan en este centro penitenciario situado en en el distrito de Tecoluca, en el centro de este país de 21.000 kilómetros cuadrados —como la de la provincia de Badajoz— en el que viven 6 millones de personas —como en la Comunidad de Madrid—.
El Centro de Confinamiento ofrece una imagen impecable que contrasta con la del resto de cárceles del país, con condiciones precarias y un hacinamiento inmanejable. Sus salas se muestran oscuras y frías, pero limpias y ordenadas. En el interior de sus celdas, hasta 100 reclusos sin camiseta y todos con el mismo rapado. Camas repartidas en literas metálicas y sin colchón. Duras, como castigo para el terror que han causado en el país durante décadas. Por eso, estos internos solo cuentan con 30 minutos de descanso al día fuera de sus habitáculos, el cual pasan con las manos esposadas a la espalda mientras hacen ejercicios grupales. Ni una visita, ni una llamada con el exterior.
Los periodistas de todo el mundo pueden visitar este centro penitenciario, situado a 70 kilómetros de la capital, San Salvador. Las autoridades están deseosas de mostrar al resto del mundo a sus presos como trofeo de una guerra que han librado contra las maras y que han sabido ganar sin importar los métodos para conseguirlo. Durante estos recorridos guiados, a modo de museo, el guía repasa en voz alta los historiales delictivos de las personas que allí están encerradas, entre los que abundan los asesinatos y las violaciones.
En la actualidad, hay 14.500 presos en su interior, la mayoría trasladados de otros centros de máxima seguridad, así que aún queda espacio hasta completar las 40.000 plazas disponibles. Los pandilleros están en la diana de Nayib Bukele, que les ha impedido por ley reducir sus condenas.
bilbao
09/02/2025 09:26
Tal vez la cárcel no sea un monstruo y los presos si...
Messidor
09/02/2025 17:32
Grande Bukele. Ojalá tuviéramos uno aquí.