Internacional

Putin, 24 horas al borde de la guerra civil: de la "traición" de Wagner al pacto para no "derramar sangre"

Tras la rebelión de Prigozhin, el viaje hacia el Kremlin y la fortificación de Moscú por parte de Rusia, la mediación del presidente Lukashenko puso fin al órdago contra el Gobierno

El 24 de junio de 2023 pasará a los libros de historia del pueblo ruso como uno de esos días en los que pudo cambiar todo. Reminiscencias de aquel mes de noviembre de 1917. Una jornada de tensión e incertidumbre, impregnada con el repugnante perfume del miedo. 24 horas en las que Putin, caudillo indiscutido de Rusia durante las dos últimas décadas, vio tambalear los cimientos de su vasto imperio, uno que lleva más de un año tratando de agrandar con la cruel e injusta guerra que lanzó sobre Ucrania.

Un conflicto para el que puso en primera línea de batalla a los 25.000 mercenarios que componen el grueso del grupo Wagner. Soldados fieles, al menos hasta hoy, a las órdenes llegadas desde Moscú. Sin embargo, todo cambió el pasado viernes, cuando Wagner denunció en su canal de Telegram que se había lanzado "un ataque con misiles contra campos de entrenamiento de Wagner" y que había dejado "muchas víctimas".

Esto, sumado al caos reinante en las filas rusas en los últimos tiempos, llevó a Yevgeni Prigozhin, líder del grupo Wagner, a anunciar al mundo entero en la mañana del sábado que sus hombres se declaraban en rebeldía contra el Ministerio de Defensa ruso, encabezado por Serguéi Shoigú, antítesis militar y personal del propio Prigozhin, con quien ha protagonizado varios desencuentros bastante notables a la hora de afrontar las labores desarrolladas en pos de la conquista ucraniana.

El grupo Wagner había cruzado la frontera rusa, dirigiendo sus pasos a la ciudad de Rostov, situada en el sur del país. El objetivo de esta infausta marcha era Moscú, una cuyo fin trataba de averiguar por qué estaba pasando todo aquello, deseaban saber cuál era la "verdad", tratando de "frenar el mal" existente dentro de la cúpula militar rusa.

La respuesta no se hizo esperar. El presidente de Rusia, Vladímir Putin, denunció en una comparecencia pública un acto de "traición" tras la entrada de los mercenarios de Prigozhin en Rostov, sede del mando sur del Ejército ruso, donde supuestamente se encontraba Serguéi Shoigú. El mandatario describió lo sucedido como un acto de rebeldía y una "puñalada por la espalda" a las tropas y al pueblo de Rusia.

En su primera declaración tras el inicio de los incidentes en la noche del viernes, Putin no quiso mencionar directamente a Prigozhin, con quien siempre guardó una relación bastante cercana desde su primer y lejano encuentro en el año 2000. Yevgeni pasó de alimentar a las tropas de Rusia con su servicio de catering a comandar la fuerza de Wagner, tan querida por Putin.

Aconsejado por su círculo de confianza y protegido por la Guardia Nacional, último bastión de defensa en caso de ataque personal al mandatario, Vladímir Putin fortificó cada rincón de Moscú, destino último del grupo Wagner. Centenares de fuerzas policiales y unidades militares aseguraron los cruces y enclaves de la capital rusa.

El Kremlin se protegía en caso de ataque, uno que no parecía claro, pero tampoco lo eran las intenciones del grupo Wagner, que había prometido no atacar a mujeres y niños, solo a aquellos que se "interpusieran en su camino". Las malas lenguas decían que Putin había subido al avión presidencial, cambiando Moscú por San Petersburgo, y el epicentro de la crisis militar por un refugio seguro.

Algo que desmintió de forma instantánea Dimitri Peskov, portavoz del Kremlin. "Putin está trabajando en el Kremlin", declaró Peskov a la agencia rusa Tass después de que el asesor del Ministerio del Interior ucraniano, Anton Gerashchenko, publicara en su cuenta de Twitter un presunto trayecto que situaba a Putin en la vieja Petrogrado.

Mientras, las columnas del grupo de mercenarios Wagner se encontraban en la región de Lípetsk, localizada a 340 kilómetros al sur de Moscú, a tenor de las informaciones que emitieron las autoridades locales.

Las horas pasaban y la expedición de Prigozhin empezaba a vislumbrar el alto mando ruso en el horizonte. Mientras naciones como Turquía apoyaban a Rusia, Estados Unidos se ponía en contacto con las principales potencias europeas para analizar cómo estaba la situación en tierras rusas.

Desde el Ejecutivo se pidió a los ciudadanos moscovitas que minimizaran sus movimientos, por lo que pudiera pasar. Una histeria que agrandó su alcalde, Serguéi Sobianin, al decretar el próximo lunes día no laborable. Una decisión motivada para "minimizar los riesgos".

Bielorrusia intercede entre Putin y Wagner

Cuando la situación amenazaba con entrar en el siguiente nivel de tensión, llegaron noticias de que el presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, había intercedido entre el Gobierno ruso y los mercenarios liderados por Yevgeni Prigozhin, consiguiendo que el grupo Wagner frenase su avance, regresando a sus bases.

Una información que confirmó el propio Prigozhin en su canal de Telegram. "Iban a desmantelar PMC Wagner. Salimos el 23 de junio en la Marcha de la Justicia. Ese día avanzamos hasta estar a casi 200 kilómetros de Moscú. En ese tiempo no hemos derramado ni una sola gota de sangre de nuestros combatientes", relataba el mercenario.

"Ahora ha llegado el momento en que se podría derramar sangre rusa. Por eso comprendemos la responsabilidad de este derramamiento de sangre rusa de una de las partes, y vamos a dar marcha atrás a nuestros convoyes y a regresar a los campamentos según el plan", añadió.

Prigozhin habría aceptado una propuesta para detener su avance hacia Moscú de Lukashenko, quien había recibido previamente autorización del presidente ruso, Vladímir Putin, para emprender esta mediación. Una negociación que habría salido adelante gracias a la promesa del presidente Putin de reformar por completo el Ministerio de Defensa.

Y es que, según medios estatales, se acordaron dos cambios claves en el liderazgo militar ruso. El actual Ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, y el Jefe del Estado Mayor General del Ejército, Valery Gerasimov, dejarían sus puestos para detener la marcha de Wagner hacia Moscú. Estas negociaciones también habrían asegurado que no habría represalias inmediatas contra el grupo Wagner.

Así se cierra, aparentemente, uno de los episodios más críticos de toda la presidencia de Vladímir Putin. Un órdago descarado que pudo acabar en sangre, pero que finaliza con una clara victoria de Yevgeni Prigozhin y el grupo Wagner, obligando al mandatario ruso a deshacerse de los dos mayores problemas de la milicia, Sergei Shoigu y Valery Gerasimov.

Las próximas horas se antojan clave para dilucidar qué consecuencias puede tener a corto y medio plazo estos actos en la sociedad rusa, así como en la guerra contra Ucrania y el propio Ejecutivo de Putin. De momento, el Kremlin ha confirmado que Yevgueni Prigozhin "se irá a Bielorrusia" para rebajar tensiones. "El caso penal que le fue abierto será cerrado", confirmó el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov