El presidente francés, Emmanuel Macron, se ha visto obligado a aclarar sus declaraciones del miércoles pasado en las que aseguraba que Francia podría reconocer al Estado palestino el próximo mes de junio, en la conferencia que, junto a Arabia Saudí, organizará en Nueva York. En un tono de evidente enfado, el jefe del Estado francés escribió el viernes por la tarde un texto en X, en el que se quejaba de las reacciones a su propuesta y matizaba que el reconocimiento del Estado palestino se haría “sin Hamás”. El papel del grupo terrorista en el plan ideado por egipcios y saudíes el pasado mes de marzo era el punto de discordia tras la declaración de Macron a bordo del avión con el que volvía a París tras su visita de tres días a Egipto.
En ese comunicado apresurado en la red de Elon Musk, Emmanuel Macron expresaba “la posición clara de Francia: “sí a la paz; sí a la seguridad de Israel; sí a un Estado palestino sin Hamás”. Ello exige, según él, “la liberación de todos los rehenes israelíes, un alto el fuego durable, la reanudación inmediata de la ayuda humanitaria a Gaza y la búsqueda de una solución política de dos estados”.
“No cedamos a las falsas interpretaciones y manipulaciones”, finalizaba el texto. Fue el propio Macron quién no aclaró en su entrevista en el avión todos estos puntos. Toda la prensa francesa, y la extranjera, se ciñó al reconocimiento – sin matices – del Estado palestino. Una bomba diplomática si viene de Francia, por su pasado en la zona, por su peso en la ONU y en Europa, mucho más significativa que la de un Pedro Sánchez, necesitado de argumentos para tapar problemas internos y surfero en la ola islamoizquierdista pro-Hamás de sus aliados de coalición gubernamental que, sin disimulo, piden la desaparición de Israel blandiendo carteles con el mensaje, “Palestina desde el Jordán hasta el mar”.
Los primeros en reaccionar a felicitarle por su propuesta fueron precisamente los portavoces del grupo islamista “Hamás”, que, obviamente, ignoraron palabras previas de Macron el lunes pasado: “Hamás no deberá participar en un futuro gobierno de Gaza”. Para Israel, según su ministro de Exteriores, “un reconocimiento del Estado palestino sería un reconocimiento de Hamás”. Como sus enemigos de Gaza, el gobierno de Israel evitaba en su primera reacción tener en cuenta la condición previa expresada por el mandatario francés.
En el plano interior, la derecha nacionalista y la derecha tradicional criticaron duramente la propuesta de Macron. Para Jordan Bardella, presidente del partido de Marine Le Pen, Reagrupación Nacional, no es el momento de reconocer al Estado palestino, “porque significaría conceder a Hamás - movimiento islamista y terrorista – un estatus de interlocutor legítimo”. Bardella, sin embargo, no cierra la posibilidad de una solución de dos estados en el futuro.
Laurent Wauquiez, presidente de Los Republicanos, declaró que “es una vergüenza para Francia recibir la felicitación de Hamás”. Su compañero de partido y presidente del Senado, Gérard Larcher, se dice favorable a un Estado palestino, pero no ahora, “con ataques de Hamás, rehenes sin liberar y una Autoridad Palestina débil”.
Un plan para frenar a Trump y con el liderazgo indispensable de Ryad
Durante su estancia en El Cairo, Macrón celebró una mini-cumbre con su anfitrión, Abdel Fatá al-Sisi y el rey de Jordania, Abdalá II. A un mes de la visita a la zona de Donald Trump, los países árabes y Francia necesitan cerrar un plan que en junio sea también aprobado por Washington. Necesitan presentar una alternativa a las intenciones del presidente norteamericano de convertir a Gaza en “la Riviera del Mediterráneo”. De ello informaron los tres por teléfono al inquilino de la Casa Blanca.
Para Egipto y Jordania, una solución negociada supondría también un respiro, pues la “transferencia” de la población gazatí fuera de su tierra, como quiere Trump, podría suponer una llegada masiva de palestinos que desestabilizaría a ambos países. La solidaridad árabe con los palestinos no llega a tanto. Los jordanos y los libaneses ya han sufrido una experiencia sangrienta y traumática en el pasado.
Por supuesto, nada será posible sin la participación de Arabia Saudí. El plan árabe para Gaza pergeñado en marzo pasado está valorado en 53.000 millones de dólares. Tal esfuerzo no puede permitir la amenaza de grupos terroristas como Hamás que, si bien insinúa estar de acuerdo en no participar en un futuro gobierno de Gaza, se niega a dejar las armas.
Para Mohamed Ben Salmán, líder de Arabia Saudí, y cuya participación en el futuro de la zona es indispensable, Hamás no puede formar parte de la ecuación, idea que comparten egipcios, jordanos y los Emiratos Árabes Unidos. Además, Ryad exige, como el resto, pero otros lo dicen menos claramente, el retiro de Mahmud Abás (90 años) de la presidencia de la Autoridad Palestina.
Si todas esas difíciles condiciones se dieran, la solución de dos Estados que propugna Francia podría incluir también el reconocimiento de Israel por países árabes que hasta el momento lo rechazan. La verdadera bomba diplomática sería, en realidad, que Arabia Saudí reconociera a Israel, algo, por cierto, en lo que Donald Trump ya trabajaba en su primer mandato. El atentado del 7 de octubre del 2023 y la guerra que ese ataque provocó frenaron una posibilidad que vuelve a ver la luz a solo dos meses de la “cumbre” de junio. Poco tiempo, parece, para resolver un conflicto de décadas, aunque Emmanuel Macron siga insistiendo.