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Internacional

¿Por qué Estado Islámico tiene a Turquía en el punto de mira?

Varias personas depositan flores en la discoteca "Reina" por las víctimas del atentado de Año Nuevo en Estambul, Turquía

Barack Obama se va de la Casa Blanca dejando un mundo muy diferente del que se encontró. No es que las fuerzas que han conducido hasta aquí las haya desencadenado él, como un Zeus airado, pero sí ha contribuido a que se acelere la emergencia de un mundo multipolar, en el que el dólar tiene varias alternativas, en el que la voz de los Estados Unidos, y su poder, dejan de ser la ley para convertirse en un actor más. Europa, por supuesto, no ha sabido aprovechar ese vacío que han ido dejando los EEUU. Pero China sí lo ha hecho. Rusia lucha por tener su propia voz y por reconstruir su égida sobre la parte del mundo que considera suya. En este contexto de viejos imperios emergentes, Recep Tayyip Erdogan ha recuperado el vestigio histórico del imperio Otomano para convertirse en uno de los herederos del declive estadounidense.

Miremos por un momento la situación de Turquía en el mapa. Tiene un cachito del continente Europeo, y mira hacia él con deseo, pero con desconfianza. Mientras, sigue el sentido opuesto a la integración en Europa. Los pasos que considera que le convertirán en un nuevo y modesto imperio, le alejan de ahí. Si miramos al norte, vemos a Ucrania. Un gran país dividido entre el área rusificada y la más autóctona, teatro de los movimientos de Estados Unidos, Europa y Rusia, y que se debate entre el gobierno de una oligarquía corrupta y otra oligarquía corrupta. Seguimos girando hacia el este, y nos encontramos con Georgia y Rusia. El país liderado por Putin puede ser un aliado en según que situaciones, pero a largo plazo es más un rival. Al sur, Siria e Irak están sumidas en la guerra, y han perdido el control de parte del territorio a manos del ISIS.

Turquía, por tanto, está rodeada por la inestabilidad, al sur y al norte, y por la emergencia de un poder rival. Pero tiene sus propios motores de inestabilidad interna. El régimen ve a los kurdos como un enemigo interno. Por otro lado, Turquía ha hecho la arriesgada apuesta de apoyar a los suníes en el conflicto bélico en Siria, y esa política está despertando muchos recelos en la población chií en el país, que tienen una clara preferencia por los alauitas sirios. Los chiítas son la principal minoría del país. El régimen ha logrado mantener el equilibrio. Hemos visto en Irak y Siria, precisamente, el valor que tiene la convivencia entre diferentes sectas islámicas y otras religiones para el mantenimiento de la paz. De modo que la inestabilidad también es interna.

Objetivo terrorista

¿Qué relevancia tiene ello para su posición ante el terrorismo? Entramos aquí en un terreno menos firme, pero hay algo que sí parece claro. Recordemos que el Imperio Otomano estaba gobernado por un califato, aunque no parece que Turquía piense ahora en eso, y que Estado Islámico (su nombre deja claras sus intenciones) se define a sí mismo como califato. Turquía ha visto cómo ha mordido en dos Estados vecinos. Enfrentarse al ISIS podría tener las mismas consecuencias catastróficas y no tiene capacidad para hacerlo. Lo que ha hecho es comprar la organización terrorista con algunas concesiones.

Obama había amenazado con derrocar a Assad, pero el Congreso se lo impidió

Es un paso muy arriesgado, pero el desorden de la política exterior estadounidense lo ha hecho posible. Lo que ha acabado por complicar la situación es la intervención de Rusia del lado de Assad. Rusia y Turquía, que han sido enemigos históricamente, vuelven a encontrarse en bandos opuestos, y al lado de casa. Obama había amenazado con derrocar a Assad, pero el Congreso se lo impidió. El discurso contra el régimen de Damasco se ha mantenido, pero se ha visto obligado a moderarse ante el rechazo de la opinión pública estadounidense a Estado Islámico. El resultado de todo ello es que si bien Obama no puede asumir políticamente el mantenimiento de Bashar Al Assad, Rusia sí puede hacerlo. Y al final las dos potencias convergen en el establecimiento de un alto el fuego como el actual; trémulo, pero posible.

De esa conjunción de fuerzas quien más sale perjudicada es Turquía. La presión de la Administración Obama sobre ella contra el ISIS es creciente, y está claro que en Donald Trump no va a encontrar un amigo, a este respecto. Estaba en una posición imposible. De modo que el régimen de Erdogan ha tenido que recomponer su posición diplomática.

"Traidores"

De este modo, Turquía ha pedido perdón por derribar un avión ruso, y ha empezado a recomponer sus relaciones con el gigante euroasiático. Por otro lado, también ha retomado las buenas relaciones que tuvo el país con Israel, y que se agriaron durante la lenta pero constante oleada islamista dentro del régimen de Erdogan. Turquía, simplemente, necesitaba tender alguno de los puentes que ha volado en los últimos años. Esos dos movimientos han sido suficientes para que el ISIS vea en Turquía a un traidor. El resultado de todo ello lo vemos en el penoso atentado reivindicado por el grupo terrorista en Estambul, en el corazón de Turquía. El régimen ha fracasado en su intento de contener al Estado Islámico. Lo cual le lleva, más que probablemente, a volver a levantar otro de los puentes volados recientemente, el que tenía con los Estados Unidos. Hasta el momento, se ha negado a luchar mano a mano con los EEUU contra el ISIS, pero puede que no tenga más remedio.

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