Internacional

Francisco, luces y sombras de un Papa de 88 años

Francisco sopla velas con varios frentes abiertos aún, aunque con un entramado bastante estructurado y fijo

  • El Papa Francisco. -

La Ciudad del Vaticano es un país de medio kilómetro cuadrado donde, paradójicamente, hay infinidad de ángulos muertos. Sí, rincones obtusos y densos donde se controla el mundo, y en los que la verdad es relativa. Está sujeta a delicadas aristas políticas y económicas que dificultan el papado de Francesco en su 88º cumpleaños. 

Hay un ejemplo plástico que explica las divergencias plausibles, la perpetua alternancia de asonancias y disonancias del siempre tentador trono de Pedro. Lo publicó hace semanas la revista Il Venerdi di Repubblica con motivo del Sínodo sobre la comunión, misión y participación, apenas concluso: junto al cardenal jesuita Jean-Claude Hollerich -de Luxemburgo, abierto al matrimonio de sacerdotes, mujeres diáconos y a la pastoral con personas del mismo sexo- se encontraba el homólogo alemán Gerhard Ludwig Müller, ratzingeriano doc, para quien bendecir una pareja gay es blasfemia y apoyar la ideología gender supondría colapsar el mundo occidental

“La narración es la misma. El poder que ataca a Francisco es idéntico al que lo hacía con Ratzinger”, explica en su libro la periodista Maria Antonietta Calabrò, quien acaba de publicar Il Trono e L’Altare (Editorial Cantagalli). “El magma de escándalos sigue siendo importante, pero lo de dos papas contrapuestos es leyenda. Hubo diferencias respecto al mundo secular, pero jamás ruptura”. Descifrado el jeroglífico, lo que pretende decir es que ni Bergoglio es un herético ni Benedicto XVI fue un mastín alemán inflexible, anquilosado al Concilio Vaticano II. Lejos de la realidad, y pese a que ambos se vieron envueltos en batallas económicas y políticas que requerían un pretexto teológico, el Sumo Pontífice ya lo dejó claro en un libro-entrevista publicado recientemente (El sucesor). Y es que cuando la curia romana intentó dilapidar Ratzinger en 2005, él mismo lo apoyó hasta el final. Eso no le convierte en un revolucionario -así le enjuician sus enemigos- sino en un reformista. 

Y es precisamente ahí donde se esconde su fuerza y vigor. En el saber desmarcarse de los estereotipos que le sitúan como antipapa contradictorio y ambiguamente progresista, para así poder rediseñar sin distracciones la geopolítica del colegio cardenalicio (ha incidido en el 80% de purpurados que entrarán en la Capilla Sixtina) que nombrará al sucesor. Dotándolo, en definitiva, de mimbres atlantistas, filochinos, conservadores, progresistas… Con outsiders africanos y eminencias temerosas de una modernidad que podría conducir al relativismo y la secularización. 

Un cónclave heterogéneo, en definitiva, del que ya se están poniendo los cimientos teniendo en cuenta la edad y una naturaleza delicada de Papa Francesco, quien ya tuvo que lidiar tiempo atrás con el cisma lanzado por el Monseñor Viganó, censurado por la Iglesia. “Las amenazas le llegan por todos lados. También las fake news tremendistas que infunden miedo”, concluye Calabrò, antigua pluma del Corriere della Sera. “Anticristo, promotor de un cristianismo al revés, herético por dar eucaristía a los divorciados, pacifista abstracto sujeto a la realpolitik, cansado, enfermo… Es exagerado, porque se dice todo y el contrario de todo”.

Corrupción económica

Francisco, mientras acaba de publicar su cuarta Encíclica (Dilexit Nos, sobre el amor humano y divino del corazón de Jesús Cristo), sopla velas con varios frentes abiertos aún, aunque con un entramado bastante estructurado y fijo.

Si bien el caso Emanuela Orlandi sigue ahí, ha dejado trazas importantes de su filosofía, teología y política. Su cetro en realidad es un látigo contra la corrupción antropológica, la especulación y los juegos de poder en connivencia con la mafia. Ha corregido tramas de niebla en el IOR (arcas vaticanas), cuyo pasado oscuro estaba escrito con las letras que dictaba Marcinkus, que también se llevó por delante la Banca Ambrosiana. Ahí emerge hoy, como figura capital, Alessandro Diddì, prestigioso abogado, promotor de la justicia Vaticana desde hace dos años. Una criptonita frente al blanqueo de capital que durante lustros se llevó a cabo al otro lado del Tíber, dentro de las murallas leoninas, otrora lugar offshore para Italia al carecer de fronteras o aduanas. 

Además, pese a que ha corregido la atribulada economía y conseguido torear bien los matices, las segundas intenciones contrapuestas en ese archipiélago -pirotécnico- que conforman los tradicionalistas anhelantes de Juan Pablo II, a Jorge Mario Bergoglio se le presenta una importante costilla rota al otro lado del Atlántico. Sí, el catolicismo de América, donde al parecer el Papa desilusiona tanto a los obispos de Trump como a los románticos de izquierda. Ha viajado a África, Asia y Oceanía en busca de iglesias locales, de misionarios, pero no allí (el último en 2015). Para más inri, se ha abierto a China, ha condenado guerras y, en algunos casos, ha mostrado indulgencia con Putin. Sí, efectivamente hay un órdago encubierto a Occidente, un réquiem oculto. Así lo ve el profesor de teología y religión Massimo Faggioli, desde hace años en la Villanova University (Philadelphia). Además, columnista de la revista jesuítica Civiltà Cattolica e Il Regno, fundada por la congregación de sacerdotes del Sacro Cuore. “Esta iglesia cambia. Es menos europea y más latinoamericana y asiática. Está envejeciendo, y políticamente hablando se encuentra polarizada, sobre todo ideológica y étnicamente. Eso repercute en la teología, que además es propaganda de los dos partidos. El catolicismo es político por excelencia, pero aquí ha quedado solo para ser el megáfono”, apunta sin reparos. 

Rusia y América

El escenario es complejo y posee muchos tentáculos. Siempre según el campo de acción. Su santidad argentina siempre tildó de sicarios a los médicos que practican el aborto. Sin embargo, la apertura mostrada hacia la homosexualidad es una señal de progresismo importante, que sin embargo choca contra “el vacío que sigue habiendo de la mujer en el seno eclesiástico. Continúa con un rol teológico menos visible. Comprendido esto, el crédito que por un lado le da América se lo quita por el otro. Le falta sensibilidad para afrontar la cuestión de la mujer, y en EEUU lo tienen claro. Ya lo creo”, afirma tajante antes de proseguir. “Su relación con este país es problemática. Hablamos de un latinoamericano jesuita, y luego está Trump. Su apertura a China y, en menor medida, a Rusia… Ha alimentado la duda de los escépticos y alterado los ánimos de progresistas y conservadores. No lo entienden”. No descifran ese Amén.

Cae la noche en el estado más pequeño del mundo, que se prepara para acoger una ingente cantidad de peregrinos para el Jubileo. Se estima casi cincuenta millones de personas a lo largo de 2025. La Puerta Santa se abrirá en Nochebuena, y el año santo comenzará con ángeles y demonios a partes iguales. “La Iglesia aquí es más pragmática. Más del business y menos de la confraternidad. Un universo mental. El aborto, por ejemplo, no se criminaliza. En materias de inmigración… Complejo. El 20 de enero, cuando llegue Trump a la Casa Blanca, habrá una deportación de masa. No sé qué sucederá con esos migrantes, cómo se comportará el Vaticano, los obispos…”. 

No excluye el profesor la última cuestión, sobre cómo Bergoglio se ha distanciado de Occidente paulatinamente. “Con la OTAN, con el mundo rico en general”. Ese que en su día quiso alejarse de las tramas conspiranoicas de la KGB, quien usaba en ocasiones la religión ortodoxa para legitimarse. Es un capítulo más de las luchas fratricidas en torno a la cátedra de Pedro, que atesora una notable resistencia, una inmunidad a prueba de bombas. “Destruiré vuestra iglesia”, dijo una vez Napoleón. “Majestad”, le respondió el cardenal Ercole Consalvi. “Desde hace veinte siglos es lo que intentamos hacer nosotros, pero aún no hemos podido”.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli