Queridos amigos, conocidos y compatriotas,
Hoy me dirijo a vosotros con el corazón en la mano, en un intento de compartir una reflexión profunda y personal que me ha acompañado en los últimos tiempos. Como sabéis, el conflicto en Oriente Medio ha sido, una vez más, un capítulo de dolor y angustia para muchas familias, incluidas la mía y las de muchos judíos repartidos por el mundo. En este tiempo, nos hemos enfrentado no solo a la preocupación por la seguridad de nuestros seres queridos, sino también al silencio de muchas personas cercanas.
Durante los bombardeos más recientes, cuando hasta 200 misiles balísticos cayeron sobre Israel en un solo día, mi familia vivió momentos de temor constante. Pensé que algunos de vosotros, mis amigos, quizás os preguntaríais cómo estábamos, si teníamos familiares en el frente o si necesitábamos un gesto de apoyo. Pero ese momento nunca llegó. Salvo honrosas excepciones que jamás olvidaré, lo que prevaleció fue el silencio, una desconexión que dolió tanto como las noticias que llegaban desde la zona de conflicto.
Sé que el conflicto es complejo y polarizante, y sé que cada uno tiene su manera de interpretar los eventos. Pero lo que quiero deciros no es político, ni busca convencer a nadie de una posición concreta. Es una llamada a la empatía. Para mí, esto no es solo un tema ideológico; es personal, humano. Ver a mis seres queridos bajo amenaza directa y sentir que, como amigo, no podía contar con vuestro interés o preocupación, ha sido una experiencia profundamente decepcionante.
No puedo evitar compartir otra preocupación que me ha pesado aún más. En estos meses, he visto cómo discursos antisemitas han vuelto a surgir con fuerza en algunos espacios públicos, medios y redes sociales. En muchas ocasiones, estos mensajes han sido normalizados o incluso ignorados. He sentido cómo esta sombra de odio ha crecido, y aún así, apenas he encontrado entre vosotros alguien que viniera a preguntarme cómo lo veía, cómo lo vivía. Parecía que el antisemitismo era, una vez más, "un problema específicamente judío", cuando en realidad nos afecta a todos, porque socava los principios de justicia y convivencia que debemos defender como sociedad.
A quienes sí se acercaron, quienes mostraron su apoyo, su preocupación o su simple disposición a escuchar, os agradezco desde el fondo de mi corazón. Vuestros gestos no han pasado desapercibidos y son un recordatorio de que el entendimiento y la solidaridad son posibles.
Sin embargo, quiero invitar a todos mis amigos, conocidos y compatriotas a reflexionar. La amistad trasciende la política y las ideologías; se basa en la capacidad de estar presentes en los momentos de necesidad, en la disposición de mirar más allá de los titulares y las etiquetas para ver a la persona que hay detrás. Preguntad, escuchad, abrid espacio al entendimiento. No hace falta compartir las mismas creencias para preocuparse por el bienestar de alguien a quien consideráis amigo.
El antisemitismo, como cualquier forma de odio, nos deshumaniza a todos, no solo a los que lo padecen directamente. Construir una sociedad mejor empieza con pequeños gestos de empatía y apoyo mutuo. Os pido que reflexionéis sobre cómo, juntos, podemos combatir la indiferencia, no solo hacia los judíos, sino hacia cualquier comunidad que sufra discriminación o violencia.
Os lo pido como amigo, como vecino, como español que cree en el valor de esta sociedad diversa que todos compartimos.
Con afecto y esperanza,
Un amigo judío global
corte
17/02/2025 18:15
Todo mi apoyo. Ánimo en la lucha.
Acontracorriente
17/02/2025 19:58
No es contra los judįos. Es contra Israel
little_miss_sunshine
18/02/2025 09:16
Excelente reflexión. Es fundamental construir puentes que fomenten el diálogo y permitan escuchar diversas perspectivas, más allá de las narrativas mediáticas que a menudo están distorsionadas. Gracias por compartir este mensaje; apoyamos al pueblo de Israel y a toda la comunidad judía.