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Internacional

John F. Kelly: el general al que Trump ha encargado 'mano dura' con la inmigración

John F. Kelly

Entró al Cuerpo de Marines de Estados Unidos con 20 años, fue nombrado sargento a los 22, llegó a general, combatió en Irak, dirigió el US Southcom -uno de los nueve comandos del Departamento de Defensa de EEUU, con ámbito de actuación en el Caribe, Centroamérica y Sudamérica- hasta el año pasado… John Francis Kelly (Boston, Massachusetts, 1950), militar de la vieja escuela y defensor de la política de mano dura en todas sus vertientes, es desde hace nueve días el secretario de Seguridad Nacional de EEUU. El hombre al que Donald Trump ha puesto al frente de la lucha contra el narcotráfico, el control de las fronteras y la inmigración y la seguridad de un país obsesionado desde el 11-S con la amenaza terrorista. 

Bajo el mando de Kelly están ya algunas de las políticas más importantes de la nación y suya es la responsabilidad de desarrollar muchas de las promesas más controvertidas del nuevo presidente estadounidense, cuyos postulados rupturistas y primeras medidas adoptadas han alarmado a parte de la comunidad internacional. Del poderoso Department of Homeland Security (DHS) -el tercer ministerio más grande del Gabinete, con cerca de 250.000 funcionarios- saldrán a buen seguro varias polémicas más durante este mandato. Su secretario tiene el encargo de construir un muro en la frontera con México, efectuar deportaciones de inmigrantes ilegales que hayan cometido delitos o restringir la entrada de musulmanes.

El primero de ellos está ya oficializado con una orden ejecutiva firmada por Trump nada más pisar la Casa Blanca y ha provocado un grave choque diplomático entre Estados Unidos y su vecino del sur; sobre el segundo, el presidente ha anunciado una difusión semanal de los delitos cometidos por inmigrantes indocumentados; el tercero ha tenido su primer reflejo en el veto temporal a la entrada al país de refugiados sirios y de ciudadanos procedentes de Irak, Irán, Libia, Sudán, Somalia y Yemen. Kelly, que antes de jurar su cargo mostró reservas sobre la efectividad de levantar el muro en la línea divisoria con México, tendrá que dar impulso a esa y al resto de iniciativas ya lanzadas por el comandante en jefe en esta materia.

El secretario de Seguridad Nacional es un hombre acostumbrado a cumplir órdenes... Y a hacerlas cumplir. Forjado en la división de infantería del ejército más poderoso del mundo, ha vivido la guerra en primera persona, ha sufrido los efectos más devastadores de ella -perdió a su hijo Robert en Afganistán en 2010- y acumula una trayectoria que lleva a ubicarle sin dudar en el grupo de los militares 'duros'. En el comunicado donde anunció su nombramiento, Trump dejó fijada la tarea que le encomendaba: "Iniciará la urgente misión de frenar la inmigración ilegal y de asegurar nuestras fronteras". Su campaña electoral pivotó en torno a este eje y al del socorro de las clases medias castigadas por la crisis y la globalización. En ambos aspectos está dispuesto a ser coherente con lo prometido, apoyándose en un equipo plagado de 'duros' como el exgeneral Kelly.

Es uno de los tres exgenerales que el nuevo presidente ha incluido en su equipo, junto a 'perro loco' Mattis y a Mike Flynn

El nuevo jefe de la seguridad de EEUU se enfrentó a Barack Obama por Guantánamo, cárcel que el expresidente planteó cerrar y que fue parte del negociado de Kelly en el Southcom. Él es partidario de mantenerla abierta, defiende su utilidad y también la ejecución de prácticas como los programas de alimentación forzosa para presos en huelga de hambre. El propio Trump manifestó recientemente en ABC News que la tortura en los interrogatorios "funciona" y puso encima de la mesa la posibilidad de recuperar la técnica del ahogamiento simulado -waterboarding- para extraer información de los detenidos. A su juicio, Estados Unidos debe "combatir el fuego con el fuego" y enfrentar a los acusados de terrorismo con las mismas armas que ellos emplean en su actividad criminal. "Haré todo lo que pueda dentro de los límites que me permite la ley", advirtió. 

No muy lejos de sus posturas aparece un Kelly que se ha declarado contrario a que las mujeres puedan combatir en el frente y al que un excompañero del Pentágono definió, en declaraciones a The Washington Post, de este modo: “Un verdadero marine, muy dogmático, testarudo, y no es particularmente bueno escuchando”. Receloso de los civiles, crítico con la burocracia del establishment y de verbo directo y claro, encaja bien con el ideario del nuevo presidente de EEUU.

Trump ha elegido a este veterano de guerra de 66 años para que controle el Departamento creado tras los atentados de las Torres Gemelas para mejorar la seguridad del país, pero no es la única presencia 'militar' en su equipo. Otros dos exgenerales figuran en primera línea: James Mattis, apodado perro loco, es su secretario de Defensa; Michael Flynn, su consejero de Seguridad Nacional. El nuevo inquilino de la Casa Blanca se ha arropado de exmilitares más que sus antecesores, pero no puede decirse que haya roto ninguna tradición en un país donde llegaron a la presidencia los generales de guerra Ulysses Grant y Dwight Eisenhower. Además, los dos predecesores de Trump también tuvieron en su círculo a algún exmiembro de las Fuerzas Armadas: Jim Jones asesoró a Obama en seguridad nacional; Colin Powell fue secretario de Estado de Bush.

"Respeto a las leyes"

"Acabar con el terrorismo, recuperar la soberanía en nuestras fronteras y poner fin a la corrección política que durante demasiado tiempo ha dictado nuestra estrategia de seguridad nacional". Ese fue el objetivo que se planteó Kelly al asumir su nueva responsabilidad, que desarrollará "con seriedad y un profundo respeto por las leyes y la Constitución". Está por ver hasta dónde llega el endurecimiento de las políticas de inmigración y seguridad, pero es indudable que el país experimentará un enorme viraje en este ámbito respecto a lo realizado por la Administración Obama.

El Secretario de Seguridad Nacional es un experto conocedor de América Latina, región a la que ha dedicado gran parte de su trayectoria y la que más en alerta permanece ante los movimientos del nuevo Gabinete de Estados Unidos. Los aranceles anunciados por Trump a las importaciones de México -junto a otras medidas proteccionistas-, las amenazas a las empresas estadounidenses que lleven su producción al exterior, los anuncios de deportaciones masivas o la intención de endurecer el control de la inmigración ponen en guardia especialmente a los vecinos del sur de EEUU.

Experto en América Latina, Kelly considera que el terrorismo puede valerse de rutas de la inmigración y el narcotráfico para penetrar en Estados Unidos

Muchos de ellos basan sus economías en la relación comercial con el gigante norteamericano, con el que han generado una dependencia que ahora puede pasarles factura. Kelly jugará un papel decisivo en ello, aplicando esas políticas que el presidente Trump promete lanzar en base a un criterio principal: "Estados Unidos, primero". Su secretario de Seguridad Nacional es un convencido de que grupos terroristas pueden valerse de rutas del narcotráfico y la inmigración para arraigar en la primera potencia mundial y así lo manifestó mientras estuvo al frente del Southcom. La consonancia en este punto con el nuevo comandante en jefe es absoluta y adelanta un cambio respecto a la gestión anti-drogas de Obama, recuperando el principio de la "guerra" contras esta lacra.

Kelly tiene hechas alabanzas a países como Colombia, Panamá o Chile por sus políticas de seguridad y fue el impulsor de la Alianza para la prosperidad del Triángulo Norte de Centroamérica, en virtud de la cual EEUU financió a Guatemala, Honduras y El Salvador para neutralizar los flujos emigrantes en sus lugares de origen. También indicó antes de ocupar su cargo que el muro en la frontera con México no resolvería los problemas "por sí solo", distanciándose de Trump en este punto. Pero la orden está dada y la tensión por ella desatada. Con reservas o convencido, el exgeneral de la vieja escuela John F. Kelly tendrá que asumir este y el resto de encargos de su superior, la mayoría de los cuales parecen encajar bien con su personalidad y bagaje. Aunque esto último pueda ser lo de menos en la conciencia de un marine que sirvió al Cuerpo durante 45 años.

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