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Internacional

El lucrativo negocio de matar a Cecil: Zimbabue recauda 40 millones de dólares por cacerías

El león Cecil en una imagen de archivo

La muerte de Cecil, el león más famoso de Zimbabue, ha reabierto el debate sobre la caza de animales en los países africanos. Como en muchos estados del continente, Zimbabue concede licencias a los cazadores extranjeros para abatir ejemplares de especies como leones, elefantes y búfalos. La razón que esgrimen las autoridades nacionales es que, gracias a esos fondos, pueden financiar la conservación de los animales y de los parques naturales. Sin embargo, Robert Mugabe, quien gobierna el país desde 1980, celebraba su 91 cumpleaños junto a nada menos que 20.000 invitados, ofreciendo degustaciones de carne de león, búfalo y elefante. El importe de este menú superaba los 120.000 dólares, en un país donde el 70% de la población vive bajo el umbral de la pobreza. Aunque son numerosas las críticas que recibe el turismo de caza, este supone una generosa fuente de ingresos que proporciona cerca de 40 millones de dólares al año al país, según las cifras que maneja Emmanuel Fundira, presidente de la Asociación de Operadores de Safari de Zimbabue.

Las autoridades estadounidenses prohibieron a Palmer utilizar el arco para cazar, la misma arma con el que abatió a Cecil en Zimbabue

Este mismo domingo, los medios se hacían eco de la muerte de un segundo felino, aunque finalmente se confirmó que no era el hermano del famoso Cecil, como se creía inicialmente. Ante los últimos acontecimientos, las autoridades de Zimbabue se han puesto manos a la obra y han formalizado una nueva acusación contra otro ciudadano estadounidense por disparar ilegalmente a un león, meses antes de que su compatriota, el dentista Walter James Palmer, abatiera a Cecil por unos 50.000 euros. Los problemas con la justicia de Palmer vienen de lejos. En 2006 ya había sido denunciado por acoso sexual a una compañera de trabajo. Pero el dentista logró esquivar el juicio mediante el pago de 127.000 dólares a la mujer. En 2008 recibió una condena por disparar fuera de la zona autorizada a un oso negro en Wisconsin. Palmer trató de camuflarlo, pero fue obligado a pagar 3.000 dólares de multa y pasó un año en libertad condicional. Las autoridades le prohibieron utilizar el arco salvo para actividades deportivas. Esta misma arma fue la que utilizó para matar a Cecil. Actualmente, el dentista es víctima de una campaña masiva de críticas a través de la red. Su clínica ha sido clausurada y en el buscador Google, los usuarios utilizan las reseñas sobre el establecimiento para verter sus peores opiniones de Palmer.

Además, más de un millón de personas han firmado peticiones exigiendo justicia para el felino protegido y otras tantas lo han hecho para que Zimbabue deje de emitir licencias de caza para animales en peligro de extinción. El propio país africano ha detenido a un ciudadano nacional, Headman Sibanda, acusado de haber dirigido la cacería ilegal en la que falleció el segundo felino. El organismo encargado de gestionar los parques naturales de Zimbabue se ha puesto en alerta y ha tomado una firme decisión después de que hayan saltado a la palestra internacional los casos de furtivismo en la caza de felinos. "La caza de leones, leopardos y elefantes en las áreas que rodean el Parque Natural de Hwange ha sido suspendida con efecto inmediato", aseguraba el director de la institución, Edison Chidziya. Por su parte, Emmanuel Fundira, presidente de la Asociación de Operadores de Safari de Zimbabue, señalaba en declaraciones a la agencia AP que su asociación podría perder parte del negocio como resultado de esta prohibición, si bien añadía que las medidas eran necesarias para proteger la vida silvestre. "La caza aporta al menos 40 millones de dólares al año", explicaba.

Zimbabue permite la caza mayor solamente en reservas privadas con cuotas de animales, pero no en los parques nacionales

Zimbabue permite la caza mayor solamente en reservas privadas con cuotas de animales, pero no la permite en los parques nacionales como el de Hwange, que es la reserva natural más grande del país. Sólo el año pasado, este espacio acogió a unos 50.000 visitantes, de los cuales 23.000 eran extranjeros. El norteamericano James Palmer admitía haber matado a Cecil alegando creer en la legalidad de la cacería en el Parque Nacional. "Que yo sepa, todo lo relacionado con el viaje fue legal y adecuadamente gestionado y conducido", indicaba este dentista de profesión y residente en Minesota. Por su parte, el Gobierno de Zimbabue ha solicitado a Estados Unidos la extradición de Palmer para juzgarle, ya que la cacería fue descubierta después de que éste hubiera abandonado el país africano. "Pedimos a las autoridades competentes su extradición a Zimbabue para que pueda ser juzgado por las infracciones que ha cometido", declaraba la ministra de Medio Ambiente de Zimbabue, Oppah Muchinguri. Además, no dudaba en asegurar que la caza de Cecil era parte de una campaña para "retratar negativamente a Zimbabue, como un país que no valora su fauna".

Los españoles también cazan en África

Los aficionados españoles a la caza que tienen la oportunidad de desplazarse hasta los países africanos suelen acudir a empresas especializadas en organizar las cacerías, que, dependiendo de la zona, cobran unas tarifas que oscilan entre los 58.800 y los 67.200 euros por 21 días con la posibilidad de cazar búfalos, leones y antílopes. Las tasas adicionales que se deben pagar al país por abatir un león pueden llegar a los 16.000 euros. Además, los cazadores deben pagar en torno a 500 euros por la preparación y el embalaje de 1 a 2 trofeos y 700 euros si van de 3 a 7, en caso de que quieran volver a España con las piezas. Todas estas cifras han sido escogidas a modo orientativo y dependen, en cada caso, de la agencia organizadora y de la zona del país en la que se desarrolle el safari. Estas companías son las encargadas de gestionar todos los permisos y las licencias, el transporte y de contratar a los guías de las expediciones.

Para introducir las armas en el país, los viajeros cumplimentan un formulario a su entrada, después de que los funcionarios de aduanas las revisen

Para introducir las armas en el país, los viajeros cumplimentan un formulario a su entrada, después de que los funcionarios de aduanas las revisen. Posteriormente, éstos emiten un permiso temporal que autoriza a transportar y utilizar los rifles y escopetas en el territorio nacional. Según fuentes conocedoras del proceso, se trata de un procedimiento muy simple y carente de complicaciones. Los mejores meses para realizar safaris de caza en Zimbabue se corresponden con la temporada seca, es decir, entre los meses de abril y octubre. En este país africano existen diferentes zonas de caza, y cada una tiene sus propias tarifas. Matetsi se sitúa en el noroeste del país, y quizás es la más conocida, por su proximidad a las cataratas Victoria. Otras zonas que se reparten por el territorio nacional son Dande SurChewore Norte y SurChirisa, y Humani.

La ONU, contra los furtivos

Pero no todas las agencias cumplen con los requisitos legales establecidos por los países. Además, hay cazadores que van por libre y otros participan directamente en el mercado negro. Para tratar de solucionar el problema de los furtivos, la Organización de Naciones Unidas adoptaba recientemente una resolución histórica mediante la cual, los países miembros se comprometen a redoblar el esfuerzo colectivo para acabar con el furtivismo y hacer frente al negocio del tráfico de especies. “La resolución de la ONU marca una nueva etapa en la lucha contra el tráfico de vida salvaje, que no sólo está amenazando de extinción a numerosas especies, sino que también pone en peligro la seguridad de los países y el desarrollo sostenible”, aseguraba el director general de WWF Internacional, Marco Lambertini

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