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Internacional

Vasos de vino sucios, gorriones y billares... las impresiones Obama sobre la España de los 80

El Presidente de EEUU, Barack Obama.

"Ésta no es mi primera visita a España ni a Madrid. Pero confieso que la primera vez que vine no fue en el 'Air Force One". Con esta confesión Obama dibujó una fila de sonrisas entre las autoridades españolas durante su intervención este domingo en el Palacio Real. Corría 1987 y el hoy presidente de Estados Unidos era un joven espigado de 26 años que se movía a pie por Europa cargando una mochila a hombros. "Durante tres semanas viajé solo, bajando por un lado del continente y subiendo por el otro, la mayor parte del tiempo en autobús y tren, con una guía de viaje en la mano", relató Obama en su libro de memorias Dreams from my father, una reflexión sobre sus orígenes que publicó en 1995.

Y ese recorrido -cuyo destino final era llegar a Kenia para conocer a la familia de su padre, quien le abandonó cuando tenía dos años- incluyó paradas en Madrid y Barcelona. "Crucé la Plaza Mayor en pleno mediodía, con sus sombras a lo De Chirico (pintor italiano que fundó el movimiento artístico scuola metafisica) y sus gorriones arremolinándose en un cielo azul cobalto", resume Obama, que asegura que "comía de los más barato".

"Unos pocos ancianos bebían vino en vasos pequeños y algo sucios. Había una mesa de billar en un lado, y por alguna razón yo había juntado las bolas y empezado a jugar", rememora

El dirigente estadounidense también se acuerda de una noche en la que "esperaba un autobús nocturno en una taberna al lado de la carretera a medio camino entre Madrid y Barcelona". "Unos pocos ancianos bebían vino en vasos pequeños y algo sucios. Había una mesa de billar en un lado, y por alguna razón yo había juntado las bolas y empezado a jugar", rememora. Y añade que un hombre con un fino suéter de lana "apareció de la nada" y le preguntó si podía invitarle a un café. "No hablaba inglés, y su español no era mucho mejor que el mío, pero tenía una sonrisa cautivadora y daba la impresión de ser alguien que necesitaba compañía", cuenta.  

El hombre contó a Obama que era de Senegal y que, en su caso, estaba recorriendo España para trabajar como jornalero, con la esperanza de reunirse con su esposa de nuevo en su país. "Acabamos viajando juntos a Barcelona, sin hablar mucho ninguno de los dos. Poco antes del amanecer, nos dejaron delante de una vieja estación de autobuses, y mi amigo me hizo gestos para que le siguiera hasta una palmera baja y gruesa", relata. El senegalés sacó entonces de su mochila "un cepillo de dientes, un peine y una botella de agua" que le entregó al joven Obama "ceremoniosamente", y ambos se lavaron antes de volver a ponerse las mochilas al hombro y dirigirse al centro de Barcelona.

Sobre su amigo senegalés al que conoció en aquella España de los 80 no recuerda el nombre, pero sí un paseo hacia las Ramblas en el que sintió que le conocía mejor que a nadie. "Viniendo de extremos opuestos del planeta, de algún modo estábamos haciendo el mismo viaje", escribe. Estos son algunos de los recuerdos del mandatario en un país al que "nunca" imaginó que volvería con un rey como anfitrión.

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