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Jaque a la Reina: las polémicas que se ciernen sobre Letizia

La Reina Letizia se ha visto envuelta en varias polémicas últimamente (Gtres).

Después de trece años en el ojo del huracán, la Reina Letizia debería haberse acostumbrado ya a los revuelos que se montan con cada una de sus apariciones, aunque todo parece indicar lo contrario. No hay día en el que no se debata acerca de su estilismo, su corte de pelo, sus medidas, sus retoques o su afición por uno u otro diseñador. Todo medias polémicas, algunas con mayor entidad que otras, que poco afectan a su papel institucional -muy limitado, por otra parte, aunque nos empeñemos en ver lo contrario-. Pero, claro, las tornas han cambiado.

Los mensajes de la Reina a su amigo Javier López Madrid han hecho tambalear unos cimientos que tampoco es que sean demasiado sólidos. Si creíamos haber visto un poco de luz en la mano firme ejercida desde la actual jefatura del Estado en la imputación de los ex duques de Palma, parece que era puro espejismo. ¿Y si, al final, simplemente es más lo mismo? Ay, ¡los tiempos en los que de lo único que se hablaba era de la delgadez! Con suerte, los ritmos de la actualidad y la obsesión con proteger a la corona, harán que ya nadie se acuerde del 'compi yogui' en unos pocos meses. Total, si tampoco nos acordamos de la corrupción...

Pero este gravísimo desliz -silenciado por muchos medios, como si eso fuese algo que nos ha funcionado bien en el pasado-, no es lo único que mantiene en jaque a la Reina:

Las tensiones con el resto de la Casa Real

Contaba Pilar Eyre en Lecturas esta semana que la reina Sofía se encuentra desolada porque no le permiten ver a sus nietas Leonor y Sofía, mientras que la madre de la Reina Letizia está siempre con ellas. Una polémica que tampoco ha pillado demasiado por sorpresa, viendo la poca relación, al menos pública, que mantienen los actuales reyes con los eméritos. Eso sí, se encontraron en la tradicional misa de Pascua en Palma de Mallorca, pese a que ninguno está veraneando en Palma -y tampoco parecen tener muchas ganas de misas-. ¿Para qué mantenemos estas costumbres que no nos llevan a nada?

La concepción de su papel institucional

Una de las luchas ya clásicas de la Reina Letizia es la separación entre la vida pública y la privada. Tener un horario laboral y poder desaparecer una vez finalizados sus compromisos del día. Vamos, vivir una vida normal, propia de una familia normal. Algo lógico si no fuese porque su vida privada también la pagamos con los impuestos. Este empeño no hace más que despertar recelos y tensiones, sobre todo después de habernos ido enterando poco a poco de las idas y venidas de los anteriores monarcas -¡y lo que no sabemos!-. Hay cosas que vienen con el sueldo.

La transparencia con los medios

La cabra, al final, acaba tirando al monte. ¿Cómo puede ser que, después de haber criticado el secretismo del reinado de Juan Carlos I, volvamos a tropezar en lo mismo con su hijo? Lo de la transparencia y las instituciones en España es ya una utopía. Sí, no estamos con antes, pero seguimos muy lejos de donde deberíamos estar. ¡Y con una reina periodista! Aunque, viendo la relación que mantiene con los medios y el tono con el que habla en privado, debe haberlo olvidado hace mucho.

La (eterna) imagen personal

El machismo socialmente imperante tiene que hacer acto de presencia en todos los ámbitos, también en la monarquía -una institución ya de por sí machista-. El físico de la Reina Letizia se somete a un escrutinio sin precedentes. ¡Debates encendidos sobre su corte de pelo! ¿Pero hemos enloquecido? Nada que ver con el trato que se le otorga al Rey, por supuesto. Puede que la Reina esté demasiado pendiente de su imagen -que lo está-, pero nosotros no podemos decir lo contrario. Igual deberíamos rebajar el tono en estos aspectos y subirlo en otros mucho más trascendentes para el devenir del país. Pero, claro, parece que no va por ahí la marca España. Una lástima.

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