En cualquier caso, Don Felipe y Doña Letizia han seguido con su agenda con la salvedad que en los actos de este viernes ha habido más fotógrafos que de costumbre. Además, carambolas del destino, los actos de Sus Majestades eran de altura y de trasfondo internacional.
Los Reyes inauguraron a las doce de la mañana la exposición “Obras maestras de Budapest. Del Renacimiento a las Vanguardias”, junto con el presidente de la República de Hungría, János Áder y su esposa, Anita Herczegh. En el acto también estuvieron la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena y la baronesa Thyssen, entre otras personalidades. Horas más tarde los Reyes almorzaban con los mandatarios húngaros en la Zarzuela.
Para un día tan significativo en la actualidad española, la Reina ha optado por pasar desapercibida con un vestido clásico, sencillo y un peinado, muy lejos de sus elaborados moños. Vamos un estilismo para pasar desapercibida e ir correcta.
Doña Letizia ha llevado un vestido de tweed que estrenó en la gala del Deporte, en la que también acudieron sus suegros, que tiene la pinta de ser de Felipe Varela. Esta vez lo ha completado con un cinturoncito fino en color nude a juego con su cartera de mano de Felipe Varela y sus zapatos en el mismo color de Magrit. Hacía mucho tiempo que no veíamos a Letizia con zapatos del tipo peep toe, debe ser que ha dado ya por empezada la primavera.
La única licencia un poco más festiva la ha tenido a la hora de elegir pendientes. La Reina se ha puesto unos pendientes largos de estreno de Tous que parecen bastante barrocos y que aún desconozco de qué marca o diseñador son.
En esta ocasión Letizia ha decidido volver al clasicismo y ha dejado apartados sus looks más modernos de los últimos días como su falda plisada, su conjunto de falda negra de cuero, su moño trenzado con pendientes de rubíes y su vestido capa que me gusta especialmente.
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