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Análisis

Neo tendencias: algunas de las claves que marcarán 2023

Entrar en un nuevo año es deslizarse por un tobogán con los ojos cerrados. La incertidumbre y la anticipación de las expectativas positivas y negativas se equilibran con una mirada informada y, a ser posible, científica. Aunque en realidad vivir es jugar y emocionarse.

Ilustración: Del Hambre.

La sostenibilidad medioambiental es una preocupación central en el pensamiento contemporáneo, más allá de los mensajes que invitan a la histeria colectiva. Pero si la tecnología tiene gran parte de culpa, es también la que invita a la esperanza. La movilidad o la recuperación de recursos naturales serán clave en esta aventura. Y evadirnos en las ficciones audiovisuales será un placer, más que una compulsivo refugio ante la angustia del presente. La salud mental se ha convertido en un espacio de reflexión fundamental que trae al primer plano el autocuidado. No solo sufrimos cuando nos duele algo y, sin ser la única solución a un problema complejo, la farmacología no deja de ser una forma de drogarse legalmente. Vivimos en un mundo en el que cada vez más las exigencias se ven como un freno. Y desde la educación hasta el mercado laboral, se busca una visión de la vida en la que el juego es la mejor forma de crecer.

Jugar a vivir

Aprender jugando no es un recurso educativo nuevo, lo hacen desde los animales hasta los niños. Por su carácter lúdico y la importancia de la dopamina –una molécula cerebral que provoca bienestar– a la hora de sugestionar el deseo y la atención, es la forma más precisa para facilitar al aprendizaje cognitivo del cerebro. Las nuevas tecnologías han visto cómo esta fórmula se adapta perfectamente a sus herramientas digitales. Las pantallas que permiten una definición audiovisual exacta, el diseño seductor y la colorista interfaz con los que se estructuran los contenidos y la forma en que nos relacionamos con los dispositivos han convertido nuestra cotidianeidad en una gran videojuego. Incluso en el lenguaje común, expresiones como ‘estar en otra pantalla’ o ‘pasar de pantalla’ se han hecho un hueco. Las empresas usan estrategias asociadas al juego para facilitar el aprendizaje de los nuevos trabajadores reclutados y también para fidelizarlos. Y no hablamos solo de poner un billar en medio de la oficina, que también. Fórmulas como la estimulación por consecución de puntos –la llamada y creciente gamificación– o replicar dinámicas de comportamiento en red como sucede entre usuarios de videojuegos, que comparten universo en tiempo real, son estrategias que tanto empresas como centros educativos han comenzado a desarrollar ahora que el trabajo en remoto es una parcela del ámbito laboral o de aprendizaje. Las aplicaciones y las webs son los nuevos bloques de madera con colores primarios.

Ilustración: Del Hambre.

Movilidad a medida

El transporte moderno ha sido un vector económico, social y de conocimiento fundamental. También muy contaminante. Aunque los coches emiten menos CO2, y al margen de las tecnologías eléctricas –cuya viabilidad sigue sin ser ideal, por el coste ecológico del desarrollo y deshecho de las baterías–, la única forma sostenible de transporte es su reducción. Para ello, hay dos opciones. Una es evitar la movilidad, algo que gracias a la comunicación digital ya sucede y que quizás potencie el desarrollo de la realidad aumentada y virtual. La otra opción pasa por minimizar el impacto de la movilidad, maximizar el rendimiento de cada proceso de transporte a nivel económico y en tiempos de desplazamiento. Es lo que permite la DRT (Demand Responsive Transport). Mediante complejos algoritmos que responden en tiempo real a solicitudes de viajes puntuales, las empresas que están desarrollando este método –como la start up española Celering– permiten analizar los recorridos más eficientes de forma instantánea y, así, que un vehículo sea compartido por usuarios que salen de puntos diversos y se dirigen a lugares diferentes modificando las rutas según las necesidades concretas. Una fórmula que, por ejemplo, puede servir a empresas para recoger a sus trabajadores.

Ilustración: Del Hambre.

Del callejón al vademecum

Los debates en torno a la legalización de determinadas drogas se ven superados de facto por su asimilación en el ámbito médico y farmacológico. La marihuana, por ejemplo, ha dejado de estar perseguida en Estados Unidos gracias a su uso como analgésico, principalmente para pacientes con cáncer. La desestigmatización de esta y otras drogas y la generalización de su uso avanza a pasos agigantados. En Silicon Valley, el consumo de microdosis de substancias lisérgicas para mejorar la creatividad y el rendimiento ha traído al primer plano algo que solía quedar en el ámbito de las culturas alternativas y el underground. Por su parte, el uso de la ketamina, un anestésico de rápido efecto, se hizo popular las dos últimas décadas entre usuarios de la música tecno. Ahora, y suministrado por profesionales en las dosis indicadas, puede tener unos efectos benéficos en el tratamiento de la depresión y otros trastornos psicológicos. El próximo paso podría ser la incorporación de la ayahuasca al vademécum. Cada vez es más fácil encontrar retiros rurales o urbanos en los que se usa esta raíz altamente lisérgica, y en los que sus usuarios alcanzan estados de conciencia alterados en sesiones guiadas por chamanes que, según sus propios relatos, ayudarían a tener un autoconocimiento benéfico para el bienestar mental y emocional. Aunque también puede inducir graves problemas psicológicos en personas mentalmente vulnerables. El uso de esta y otras hierbas ha comenzado a ser usado para tratar adicciones a las drogas, por paradójico que suene.

Ilustración: Del Hambre.

Beber el aire

Los recursos naturales y las materias primas son la base de la sociedad humana. Pero solo uno entre ellos es absolutamente vital para la existencia: el agua. Los recursos hídricos estarán más que nunca en la agenda administrativa y tecnológica, ya que si en España este invierno –como se espera– vuelve a ser cálido y con pocas lluvias, no se recuperarán los niveles de almacenamiento que se han ido perdiendo hasta dejar pantanos y embalses bajo mínimos. Hay aspectos que a nivel interterritorial se han ido abandonado por razones políticas, como los trasvases entre zonas más húmedas y otras más secas, que quizás serán desempolvados. Pero al igual que en otros muchos aspectos, lo que realmente marcará un antes y un después es la tecnología. Los más importantes son los avances que se darán en depuración de aguas, ya sea procedente del mar o ya utilizada, y que son la fuente principal sobre la que se sustenta en momentos de sequía el mantenimiento de regadíos. Entre las investigaciones más avanzadas están aquellas que convierten la humedad del aire o de la tierra en agua. Por ejemplo, calas profundas en el terreno, como si fueran un pozo, que no extraen agua, sino que todo el tubo que se adentra en la tierra funciona como una esponja que absorbe la humedad. Hay otras fórmulas llamativas, como las que convierten las heces humanas en el líquido reutilizable. Por su parte, los nuevos modos de filtrado que gasten menos energía –es el problema principal de las desalinizadoras–, como los filtros de grafeno, serán vitales.

Ilustración: Del Hambre.

Pantallas agrietadas

El universo de los contenidos audiovisuales vive un momento álgido pero también incierto. La transformación digital ha ampliado el espectro de su consumo notablemente. Las aplicaciones de vídeos como Youtube y las redes sociales que facilitan al usuario la creación de contenidos son causa y consecuencia de esa transformación. Pero son las plataformas audiovisuales las que se han asentado como una nueva forma de ocio audiovisual. El anuncio de que estas pasarán a incorporar publicidad –algo que las diferenciaba de la televisión tradicional, junto con la autonomía de visionado– parece acercar un poco ambos espacios. Las empresas que están detrás de estas plataformas no acaban de tener sólidos beneficios y ven con temor la deserción de abonados que se ha dado en el último año. El fin de la novedad, el exceso de propuestas y la recuperación de las actividades analógicas tras el periodo COVID, han puesto en peligro su crecimiento. Desde las productoras se habla de un regreso al formato largometraje o de series con temporadas cortas, ante el abandono de las grandes sagas por parte de las audiencias. Hay mucha fatiga y también menos capacidad de concentración para contenidos que exigen atención y tiempo. Pero las que sí parecen tener sus días contados son las cadenas de televisión convencional, enfrentadas a una audiencia cada vez más envejecida que no son capaces de renovar. Las decisiones que tome este año Tele5, cuyo histórico CEO Paolo Vasile abandonó su puesto recientemente, darán pistas sobre lo que está por venir.

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