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Entrevista

Leonardo Sbaraglia, objetivo cumplido

Algunas de sus películas han transitado ese lento e indescifrable trayecto que las convierte en clásicos. A sus 52 años, el actor confiesa vivir uno de sus mejores momentos, coronado, valga la frivolidad, por el triunfo de su país en el Mundial de fútbol.

Leonardo Sbaraglia lleva camisa y pantalón con motivos bordados estilo pijama, de Louis Vuitton. (Fotografía: Pau Palacios).

La sesión de fotos con Leonardo Sbaraglia (Buenos Aires, 1970) se realizó en Barcelona, aprovechando un viaje relámpago del actor para un rodaje. La entrevista transcurre unos días después, por teléfono, con Sbaraglia ya en su país en el mismo momento en que más de cuatro millones de compatriotas se echan a la calle para celebrar la victoria de su selección en el Mundial de fútbol de Catar. Cuestión no solo de oportunidad, sino también de justicia por tanto, empezar hablando de fútbol con él, argentino hasta la médula, aunque a veces aquí nos empeñemos en hacerle nuestro. “Cinco millones de personas en la calle… Es de locos, la cantidad de gente que hay festejando, es impresionante lo que está pasando. Evidentemente teníamos una gran necesidad de vivir esto”. De cine podemos hablar después, o no; de sus clásicos –Plata quemada (2000), Intacto (Goya al mejor actor revelación) y En la ciudad sin límites (ambos en 2001), Relatos salvajes (2014)–; de lo más reciente –Ámame (2021), que le valió el premio al mejor actor en el último festival de cine de Málaga– y de lo que está por venir –los estrenos de las películas argentinas Asfixiados y Puan; de la producción de Netflix Birdbox; de la serie Los azules, para Apple TV…–. Pero lo primero es lo primero.

El actor lleva chaqueta cruzada y pantalón de esmoquin; camisa color índigo; corbata Petit Damier y mocasines Norfolk, todo de Louis Vuitton. (Fotografía: Pau Palacios).

Tras interpretar al representante de Maradona (en la serie 'Sueño Bendito'), es usted toda una autoridad para resolver el debate Maradona-Messi.

Noooo, es un debate que no debería ser tal, como el que hubo en su día entre Maradona y Pelé. Cada cual tiene sus propias circunstancias y tiempos. Lo que pasa es que estamos ahora en un momento de apogeo y gloria de este genio que es Messi, que lo ha logrado todo, es como si fuera un ejemplo de re-siliencia, con lo que le había pasado con la selección, que no terminaba de enganchar, con unos primeros años muy duros… Maradona nos conmovió por cosas que tenían que ver con su personalidad y su fuerza y Messi nos conmueve por otras. Me parece que es una linda manera de pensarlo. Los dos nos han emocionado de manera y con historias muy diferentes.

¿Qué hay de cierto en eso que se ha dicho tanto de ganar ‘a la Argentina’, sufriendo, llegando arriba para perderlo todo y volver a subir?

Sí, es como si fuera algo característico nuestro. Por algo nuestra canción es el tango; somos un tango (jaja), siempre sufriendo. Somos un país difícil, somos un país maravilloso, somos un país apasionado, somos un país en muchas cosas muy vanguardista; algo hay en esta situación, de estar como en la punta del mundo… Yo estoy muy orgulloso del país que tenemos, al margen de que este campeonato nos da a todos una especie de oxígeno de argentinidad, y de identidad, porque somos un país con mucha identidad propia, que tiene que ver con la pasión, la fuerza, la capacidad de lucha, de investigación, de pujanza… También con ese lado sufriente que tenemos, pero que se contrasta con una enorme alegría.

Sbaraglia posa con pantalón de traje tejido denim; jersey de cuello cisne y botines de piel, todo de Louis Vuitton. (Fotografía: Pau Palacios).

Siguiendo con los tópicos, y aprovechando esa tendencia al psicoanálisis de los argentinos: ¿cómo se encuentra ahora?, ¿cómo es su relación con su trabajo, con la vida, consigo mismo?

La verdad es que estoy en un momento muy precioso de mi vida, y muy agradecido por tantas cosas hermosas que me van pasando, por todas las alternativas y oportunidades que me da la vida para seguir creciendo. Me siento una persona realmente muy privilegiada. Es un momento, te diría, que de los más hermosos de mi vida.

Ha conseguido esa aspiración de todo actor de poder elegir. Cuando mira su carrera, tiene la sensación de ‘objetivo conseguido’?

Sí, claro, sí, sí. Sobre todo, la cantidad de películas que se han transformado en clásicos, y eso es hermoso. Desde Caballos salvajes, Tango feroz, Plata quemada, Cenizas del paraíso… En ese sentido, tengo mucho que agradecerle a Marcelo Piñeyro (director) por haberme dado todas esas oportunidades. También Relatos salvajes, En la ciudad sin límites, Concursante, Salvador, Dolor y gloria, recientemente Ámame

No se olvide de 'Era el cielo', una pequeña joya.

A mí me encanta esa película, pero hay gente a la que no le gusta nada. Me encanta Aire libre también. Pero fíjate lo que pasó con ella: en una edición del festival de San Sebastián, periodistas españoles decían “Sbaraglia está en la peor película del festival”, que era, según ellos, Aire libre, “y en la mejor”, que era Relatos Salvajes… Fíjate el nivel de subjetividad y cómo puede cambiar entre un país y otro. Aire Libre es una de mis películas preferidas y Era el cielo me encanta, pero no es de las más apreciadas.

Leonardo Sbaraglia con chaqueta y pantalón de esmoquin confeccionados en lana con motivo integral LV Music Line bordado a contraste, jersey de cuello cisne; mocasines Norfolk y bolso Keepall, todo de Louis Vuitton. (Fotografía: Pau Palacios).

Esta proliferación de plataformas televisivas, ¿tiene alguna parte negativa? ¿No le da un poco de vértigo este consumo rápido de cine y series?

Uno siempre agradece tener trabajo, tener oportunidades, y es verdad que el tema de las plataformas ha proliferado mucho, también acentuado por el momento de la pandemia, cuando la gente se volcó a consumir audiovisual. Se hizo muy notorio lo importante que son los artistas y los hacedores de contenidos. Cuánta gente dio entonces lo mejor de sí para poder seguir haciendo cosas que darle a la gente en esos momentos de angustia. Ha cambiado la forma de ver televisión. Y hay muchas cosas que tienen mucha calidad y otras que siguen siendo culebrones disfrazados de arty.…, que tampoco está mal, cada cual puede elegir. Lo importante es seguir pensando muy bien, haciendo buenos guiones… A mí me encanta lo de el cine en el cine, pero ha cambiado tanto que es difícil opinar en este momento de transición.

En Wikipedia dicen enseguida que es usted “uno de los actores argentinos que ha trabajado en Hollywood”. ¿Es especial, marca una carrera?

No creo. Estados Unidos tiene el mercado más importante audiovisual y pareciera que pasar por ahí es como pasar por las grandes ligas. En mi caso, no fue específicamente Hollywood, sino una película que hice en inglés, Luces rojas, dirigida por Rodrigo Cortés, y fue una oportunidad preciosa. Ya solo decir que trabajé con Cillian Murphy, Robert de Niro y Segourney Weaver es para agradecer.

El actor con chaqueta y pantalón de esmoquin; camisa blanca; corbata Petit Damier y zapatos Richelieu Monceau Flex, todo de Louis Vuitton. (Fotografía: Pau Palacios).

Ramón Pilacés, su representante, le sirve de equilibrio en su tendencia a elegir proyectos independientes.

Llevamos desde 1995 trabajando juntos. En muchas cosas tenemos maneras de pensar diferentes, no sobre la profesión, ni siquiera sobre la carrera, sino que él puede ver una parte de la realidad y yo puedo ver otra. Cada cual tiene su propia subjetividad y ambas se complementan muy bien, justamente porque vemos cosas muy diferentes. Nos escuchamos, pensamos… y eso hace que tengamos una relación tan buena y tan perdurable, al margen de que somos muy amigos. Somos un equipo y por eso tenemos una relación tan fructífera.

“Se vienen tiempos difíciles”, dijo en una reciente entrevista, en la que incluso apuntaba como una de las recetas para afrontarlos trabajar en comunidad, en grupo, comunicarnos… ¿Es optimista en estos tiempos de pantallas unipersonales y de sálvese quien pueda?

Lo que está pasando con la selección argentina es un buen ejemplo. Se ha demostrado que jugando en equipo nos podemos sostener los hombros unos sobre otros. Sigo creyendo en eso, en la amistad, en la solidaridad, en la generosidad… Creo que eso es esencialmente el ser humano. El ser humano no es ni bueno ni malo, como no lo son los animales o las plantas. En todo caso, hay un sistema que nos va encajonando y metiendo en lugares en los que de pronto hay muchas cosas que son construcciones que nos van deshumanizando, haciendo perder nuestros valores más importantes. Lo que está en crisis es un sistema que ya no aguanta, porque hay mucha gente muriéndose de hambre, porque hay un planeta que está colapsando de calor, porque no da para más. Hay algo que se tiene que revisar y es una responsabilidad sobre todo de la gente que más tienen la posibilidad de cambiarlo. Quizás no lo veamos nosotros, ni nuestros hijos, pero uno tiene que aspirar a que el mundo va a estar cada vez mejor y más consciente de la alegría y la felicidad de todos, no solamente de unos pocos.

Abrigo de tejido técnico con patrón Monogram Flower acolchado; pantalón cargo; bolso pochette Grigori y botín de piel, todo de Louis Vuitton. (Fotografía: Pau Palacios).

Volvamos a los tópicos para acabar. Usted que ha compartido tanto con España, ¿cree que necesitamos aquí un poco más de terapia?

Cada pueblo compensa sus neurosis de la manera que puede. Vosotros tenéis una manera de hablar muy directa, al pan pan y al vino vino, y esa es la manera vuestra de resolver los problemas, diciéndolo todo en la cara, diciéndolo todo cuando se siente. El argentino es más rebuscadito. Yo soy un gran defensor del psiconanálisis. En España todavía hay una sensación de que quien se va a psicoanalizar es porque está loco, y acá quien no se analiza es el raro, el extraño. Todos tenemos problemas, angustias, más o menos los mismos o parecidos temas en la cabeza. Vosotros los resolveréis de una manera diferente a la nuestra; la que hemos encontrado nosotros es esta y yo soy un gran defensor de poder pensar en voz alta con otro, de poder revisar la propia historia, de pensar y analizar las cosas que te están pasando. Me da la sensación de que en España se nos ve como bichos raros por ser psicoanalizados y yo siento que es de las cosas más sanas de este país.

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