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Arte

Las joyas de la corona

Más de 170.000 piezas componen las colecciones reales: obras de arte acumuladas durante siglos de monarquía en España. Una mínima parte de ellas son la base del nuevo gran museo de Madrid.

Aspecto general de una de las tres salas de exposiciones. Al fondo, Caballo blanco, de Diego Velázquez (1634-1638), pintor de cámara del rey Borbón Felipe IV. A su derecha, el Retrato ecuestre de D. Juan José de Austria, de José de Ribera (1591-1652).

Por fin, y aunque el viejo adagio “las cosas de palacio…” en apariencia se cumpliría, no ha sido así. Veintiún años han transcurrido desde la adjudicación del proyecto del entonces Museo de las Colecciones Reales al dúo formado por Emilio Tuñón y Luis Moreno García-Mansilla, fallecido en 2012. Aunque su solución arquitectónica culminó en 2015 −un edificio perfectamente integrado en el paisaje natural-artificial de la cornisa poniente de Madrid, al fondo de la explanada entre el Palacio Real y la catedral de La Almudena−, ante un entorno así lo sensato quizá ha sido la cautela. La nueva Galería-museo de Patrimonio Nacional es un soberbio edificio lineal de 50.000 m², 40.475 útiles repartidos entre sus 14 plantas y sus 8.000 m² de uso público, que incluyen tres salas expositivas diáfanas, de más de 100 metros de largo por 16 de ancho, y alturas entre 6 y 8 metros, que ya exhiben más de 650 piezas de artes muy diversas, 400 restauradas estos últimos años –si bien un tercio rotará periódicamente−, de las más de 170.000 que componen las Colecciones Reales.

Ha sido “un proyecto de país”, según Ana de la Cueva, presidenta de Patrimonio Nacional, “en el que han participado muchas administraciones, equipos y responsables”, y que sirve para explicar qué es la institución que gestiona, cuida, preserva y difunde tal legado de la Corona, hoy de todos los españoles, con fines representativos, educativos, culturales y científicos. Fechado en 2003, el proyecto comenzó en 2006. Concretar el plan museográfico definitivo supuso otros ocho años. Su presupuesto ascendió a 173 millones de euros, sobre todo en estas dos partidas: el edificio, 139,6 millones; y la museografía, 17,7 millones. La Galería es, por un lado, un escaparate de la riqueza histórico-artística de España −pinturas, esculturas, armaduras, tapices, carruajes, mobiliario, bronces, porcelanas, bordados…, obra de los mejores artesanos y artistas−, consecuencia de cinco siglos de coleccionismo real, y que la convierten en “el museo de museos, de una de las instituciones culturales con más prestigio de Europa”; y, por otro, una caja de resonancia de los Reales Sitios que gestiona, conserva y custodia, y del potencial cultural de sus palacios, jardines, monasterios y/o conventos de fundación real.

Al fondo, el tapiz Hércules sostiene la esfera celeste, atribuido a Bernard van Orley (1487/91-1541). Adquirido por el rey Juan III de Portugal (1502-1555), fue Incorporado a la colección de la Corona de España quizá en 1543, cuando Felipe II se casó con su hija, María de Portugal.

“Lo importante es lo que suceda a partir de ahora –subraya Emilio Tuñón–, cuando el público recorra sus espacios diseñados para casi desaparecer, puesto que supeditamos el proyecto arquitectónico al contenido”, que, por cierto, recibió diez premios antes de su apertura… El propio Tuñón recibió el año pasado el Premio Nacional de Arquitectura.

La Galería prolonga la traza que dibujó Sacchetti en el siglo XVIII. “El marco ya existía y nuestra papel fue hacerlo visible: es un nuevo texto escrito sobre lo ya escrito”, expresa Tuñón. “Es una construcción sencilla y compacta, flexible dentro del orden riguroso que le confieren la dignidad y carácter de los materiales del Palacio que emula”, si bien con una disposición contemporánea. Una arquitectura austera, acorde con el contexto, aunque ligada a la magnitud de sus espacios. Su modelo responde a la tipología contemporánea de museo lineal. Sus alturas, “necesarias para exhibir las colecciones, y sus dimensiones impusieron tal estrategia de composición”.

Un alarde de apariencia sencilla

Exteriormente, la Galería proporciona una nueva perspectiva a la fachada del Palacio, prolongándola y actualizándola. Aun así, la aparente sencillez de su concepción lineal oculta todo un alarde arquitectónico que salva el desnivel de 32 metros que existe entre la plaza de la Armería y los jardines del Moro. Como concepto arquitectónico es, por tanto, un gran muro-pantalla de contención de 2,5 metros de grosor, semejante a los del Palacio, integrado, constructiva y formalmente; y que sostiene la cornisa más monumental de Madrid.

Por dentro, sin embargo, es un espacio diáfano y luminoso de líneas rectas que contrastan −y realzan− sus contenidos. Patrimonio no solo incrementa sus posibilidades expositivas; sus servicios incorporan además un auditorio de 300 plazas, una sala polivalente para cursos y talleres o un almacén de bienes culturales de los más modernos y amplios de Europa.

La Galería presenta dos accesos: el Mirador de la cornisa o planta 0, que acoge el vestíbulo de acogida; y los Jardines del Campo del Moro, o planta -3, para grupos. El recorrido cronológico se articula no obstante en sentido descendente: la planta -1, dedicada al coleccionismo de los Austrias y a los restos arqueológicos de la muralla árabe descubiertos durante las obras; la -2, que atesora las colecciones de los Borbones, caracterizadas por el protagonismo del mobiliario y la decoración; y la -3, que alberga la sala de exposiciones temporales y El Cubo: el gran recurso audiovisual de la Galería que sumerge al visitante en los distintos espacios que gestiona Patrimonio.

Vestíbulo con la relación de Reales Sitios y conventos de fundación real bajo el amparo de Patrimonio Nacional: entre ellos, el Palacio Real de Madrid, los Reales Sitios de Aranjuez, La Granja de San Ildefonso; el Monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas (Burgos) o el de San Jerónimo de Yuste (Cáceres).

El arte de saber exponer

Articular el discurso museográfico fue otro desafío, no solo por el potencial histórico-artístico de las Colecciones o la rotación de las obras, sino por el recorrido por cinco siglos de mecenazgo y coleccionismo. El itinerario arranca en las rampas: de hecho, su configuración descendente establece la cronología del relato.

En 2018, Manuel Blanco diseñó el proyecto museográfico original y ejecutó diversas actuaciones en el entorno de la entrada. En 2021, con la obra del acceso principal en la explanada ya resuelta, Leticia Ruiz, actual directora de la Galería y de su plan museológico revisado, redujo el número de obras expuestas de 900 a 650 para hacer el recorrido más fluido, e incorporó otras temáticas, como los espacios dedicados a los Reales Patronatos o a Patrimonio Nacional.

En 2022 quedo oficializada su denominación como galería, propuesta por el poeta Fernando Beltrán en clara referencia tanto a la arquitectura del edificio y a su carácter abierto y fluido, como a la noción de ‘ventana’ a los Reales Sitios y Patronatos. En 2022, Manuel Estrada −Premio Nacional de Diseño 2017− presentó su logotipo: una ‘g’ minúscula abierta con una corona, en alusión a la naturaleza única de las Colecciones.

La idea de un centro dedicado a las colecciones de la Corona se remonta a la II República. En 1998, el Gobierno aprobó la construcción del Museo de las Colecciones Reales. Un año después, comenzaron las excavaciones en el espacio donde se asentaba la entrada de la fortaleza, puesto fronterizo avanzado y germen de la ciudad, que el emir de Córdoba construyó para la protección de Toledo: la ciudad más importante de Al-Ándalus entonces.

Patrimonio Nacional es legatario de diferentes disposiciones y leyes entre 1865 y 1940. Su nombre es consecuencia de sendas leyes de 1940 y 1982. Dependiente del Gobierno, asume una doble misión: apoyo a la jefatura del Estado en el ejercicio de su representación y puesta a disposición de la ciudadanía del acervo histórico-artístico tan diverso que gestiona. No solo conserva palacios, monasterios o las Colecciones; su complejidad incluye la organización de actos oficiales o el funcionamiento de los laboratorios de restauración, e implica a restauradores, archiveros, jardineros, doradores, sastres e, incluso, caballerizos.

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  • P
    pancho

    Madrid, ya era una de las capitales mejor dotada en museos de primerísima categoría, y, naturalmente, con este nuevo museo de las Colecciones Reales, la cosa se está consolidando. ¡Esperemos que el incompetente ministro de Cultura, no tenga a bien de desmantelarlos como se le presta la intención.