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Arquitectura

La primera ciudad post-Covid del mundo: la ha concebido un arquitecto español y estará en China

Comunidades capaces de crear su propia energía, cultivar sus huertos y producir útiles e incluso mascarillas si son necesarias.

La madera es el material principal utilizado en la construcción de este proyecto, concebido en torno a cuatro manzanas con diferente tipologías de viviendas.

Ya han sido bautizadas como las viviendas del futuro, porque son edificios autosuficientes que generan su propia comida y su propia energía; cuentan con huertas; espacios para teletrabajar y laboratorios e impresoras 3D preparadas para generar mascarillas y otros utensilios. Y el autor de lo que hasta ahora es solo un proyecto es el arquitecto español Vicente Guallart; si todo va bien, será una realidad en un nuevo área residencial en Xiong’an, cerca de Beijing, la capital de China. Se trata, en definitiva, de la respuesta de la arquitectura contemporánea, no ya a la pandemia del coronavirus, sino a un mundo incierto en el que algunas de las bases sobre las que se sustentaba la civilización se muestran, de repente, frágiles. En palabras del propio Guallart: “No podemos seguir diseñando ciudades y edificios como si nada hubiera pasado. En los últimos tiempos están ocurriendo fenómenos de escala mundial que nos obligan a repensarlo todo –añade–. Nuestras propuestas nacen de la necesidad de aportar soluciones a las diversas crisis que está viviendo nuestro planeta”.

Vayamos por partes. Como decíamos, la ciudad del futuro imaginada por Guallart es, de momento, solo un proyecto. Pero la intención de las autoridades chinas es hacerlo realidad en el futuro inmediato. Bajo el nombre Concurso de Diseño de Arquitectura Xiong’an con Características Chinas bajo el principio de Desarrollo de Alta Calidad, el Gobierno chino lanzó una competición con el fin de definir los estándares para los edificios de una nueva ciudad situada a 100 km de Beijing, impulsada por el presidente Xi Jinping como un hub para el triángulo económico Beijing-Tianjin-Hebei, con altos criterios ecológicos, fusionando el urbanismo chino y europeo. Estudios de arquitectura de todo el mundo presentaron más de 300 proyectos, entre los que el elaborado por Guallart ha resultado ganador.

Huertos propios, producción de energía renovable o reutilización de residuos redundan en un concepto de ciudad ecológica y sostenible.

Preparadas para cualquier crisis

Presentado bajo el título de “la ciudad autosuficiente”, define un nuevo estándar para los edificios de viviendas en la era post-Covid y se puede aplicar en todo el mundo. El proyecto concreta en cuatro manzanas un modelo urbano donde las personas pueden vivir, trabajar y descansar en el entorno de su vivienda; y en época de crisis sanitaria, energética o alimentaria poder dar una respuesta adecuada mediante confinamientos de diversos grados. Así, el conjunto está pensado para poder producir alimentos, energía y también objetos de uso diario a partir de una mini industria digital equipada con impresoras de 3D situada en las plantas bajas de las viviendas. Todos los bloques, además, están cubiertos por invernaderos que permiten producir alimentos para el consumo diario y utilizan sus cubiertas inclinadas para producir energía.

Todas las viviendas cuentan con una amplia terraza orientada al sur, que actúa como un regulador térmico, y es además un espacio fundamental en periodos de confinamiento que permite jugar y descansar. Asimismo, las viviendas están preparadas para tener espacios de teletrabajo y están conectadas con redes 5G, creando redes sociales de escala de barrio para el intercambio de recursos.

Un amplio espacio de coworking abre un nuevo concepto de trabajo y de relaciones laborales en esta ciudad del futuro.

El conjunto de las cuatro manzanas está construido con edificios de madera siguiendo principios de la nueva bioeconomía circular y en ellos se mezclan viviendas de varios tipos y servicios para la comunidad. El proyecto calcula que este tipo de edificios consumirán un 80% menos de energía que los normales y verán reducidas sus emisiones al 30%.

Los edificios de viviendas están distribuidos en torno a un corazón central –uno por cada una de las cuatro manzanas–, al aire libre, que se convierte en el espacio para la socialización de los vecinos y la interacción con el entorno. Las funciones y los servicios ideados para la comunidad se distribuyen entre esta área abierta y los tejados de los edificios, que albergan también servicios comune La propuesta sigue los principios de racionalidad y armonía para la vida en la ciudad, creando calles vibrantes, llenas de vida y comercios, pero también grandes patios centrales con jardines, huertas y espacios para el esparcimiento de los vecinos. Los pasajes que cruzan los patios permiten crear circuitos a pie que refuerzan la sensación de comunidad. En estas áreas comunes, el proyecto prevé la construcción de laboratorios para la creación de utensilios con impresoras 3D, supermercado, piscina, guardería, estación de bomberos, centro administrativa o residencias de mayores, entre otros.

Recreación de la ciudad, de espacios verdes y abiertos, imaginada por Guallart para la nueva zona residencial de Xiong’an, en China.

Energía renovable y basura reciclable

Si normalmente la energía es producida en plantas fuera de las ciudades que a menudo queman combustibles fósiles con el consiguiente aumento de las emisiones de CO2, en la ciudad diseñada por Guallart los sistemas de producción de energía renovable provocan menos contaminación y permiten descentralizar el sistema. Los ciudadanos pueden tener la posibilidad de poseer y gestionar sus recursos almacenando energía en previsión de periodos de menor producción. La energía se produce localmente por medios renovables, por lo que la dependencia de la importación se reduce al mínimo. Una gestión de red más sencilla y un consumo inteligente permite, además, reducir el consumo per cápita de energía.

Algo similar ocurre con la basura. Si en hábitats urbanos corrientes, la basura producida suele acabar en vertederos fuera incluso del país de procedencia, en una economía circular los productos y recursos se reutilizan para extraer su máximo valor. El ciclo de producción y eliminación puede invertirse dando a los ciudadanos la posibilidad de autofabricación, reciclando y reutilizando los residuos producidos en la propia ciudad tras un cuidado proceso de recogida, separación y recalificación.

Las viviendas han sido diseñadas para diferentes tipos de familias, teniendo en cuenta, especialmente en el caso de China, que el surgimiento de una nueva clase joven urbana ha creado la necesidad de tipologías de casas más flexibles, que ofrezcan una nueva forma de desenvolverse en el día a día. El proyecto, finalmente, propone varios modelos de viviendas: para una persona, para una familia con un niño; con dos; o incluso con niños y personas mayores. Pero todas ellas comparten varias características en común. Por ejemplo, la creación de espacios versátiles que permitan el teletrabajo cuando sea necesario o conveniente; o la instalación de terrazas como forma de garantizar el acceso fácil a espacios abiertos, el sol y el aire libre que la crisis del coronavirus ha demostrado tan necesaria
Huertos para producir comida, pero también plantas medicinales; supermercados autoabastecidos o lugares compartidos de coworking completan, entre otros, esta ciudad del futuro tan anclada en el presente.

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