Quantcast

Reportajes

De los Beatles a Dalí: Durán Subastas saca a puja mil piezas de museo todos los meses

En la imagen, la estancia reservada al público. A la derecha del atril desde el que se conduce la sesión, un Dalí con precio de salida de 150.000 euros.

El día 26 de noviembre, la primera planta del edificio situado en la calle Goya 19, donde tiene su sede Durán Arte y Subastas, albergaba un auténtico museo. Con una presencia destacada de arte contemporáneo. Encabezados por un Dalí, en sus paredes colgaban obras de Antonio Saura, Antoni Tàpies, Equipo Crónica, Joan Miró o Rafael Canogar, entre otros centenares de obras de diferentes artistas y épocas y junto a vitrinas repletas de piezas de joyería, relojería, orfebrería o, incluso, vinos. A las 18.00 de la tarde dio comienzo la subasta presencial –aunque con la posibilidad también de pujar por teléfono o por internet– de todas esas piezas, 963 en total.

Cuadros, platería, relojes y prendas de abrigo entre los lotes de la sesión de noviembre.

Es lo que lleva haciendo Durán Arte y Subastas desde 1969, cuando nació como la primera casa en celebrar pujas de objetos de arte de forma periódica. Desde entonces, una subasta al mes, presencial, sin faltar nunca a la cita, salvo –cómo no en este año que todo lo trastoca– un par de veces durante los peores etapas de la pandemia. Hasta el 23-F, mientras no a muchos centenares de metros el Congreso permanecía tomado por los golpistas frustrados, la puja siguió adelante. Cerca de mil piezas en cada sesión, que deben estar accesibles a la vista de los asistentes que lo deseen. Así que, cuando esta subasta, la 587, finalice, comenzará el proceso que se repite desde entonces todos los meses: retirada de todas las piezas para entregarlas a sus compradores o, en el caso de que no hayan sido vendidas, a sus propietarios, o para permanecer en depósito en las dependencias de la casa hasta un nuevo intento. En próxima subasta, el millar de piezas expuestas será completamente diferente.

Los lotes de libros están a la vista del posible comprador, pero para su custodia la casa ha creado un espacio específico para su mejor conservación.

Hay de todo en una subasta de Durán. “Cada pieza que nos llega parte de una necesidad”: de una colección heredada que no se puede mantener; de un mobiliario antiguo que se quiere renovar; de una situación económica que una venta puede aliviar… El entrecomillado es de David Durán, cuarta generación de una firma que comenzó en 1886 como un taller de platería, que servía cuberterías a la Familia Real, que creció con la prestigiosa joyería que ahora ocupa la planta inferior y que se completa con esta casa de subastas y otra iniciativa de pujas, Duran Online Gallery, dedicada al arte urbano.

Equipo de expertos multidisciplinar

David Durán es uno de los pilares de la casa de subastas. Él mismo dirige muchas de las sesiones presenciales, como la de este día 26 en la que la asistencia, limitada por razones de seguridad sanitaria, vuelve a demostrar el buen momento por el que atraviesa el sector. Es, además, experto en joyas, relojes y plumas, como Cristina lo es de libros y numismática, Javier de artes decorativas –porcelana, cristal, plata y hasta vinos incluidos– o Ignacio de Arte Contemporáneo. Dirigido por Consuelo Durán, es el equipo que se encarga de recibir, valorar y tasar las piezas de todo el que acude con una pieza que subastar, con ayudas externas puntuales de expertos cuando la ocasión lo requiere.

Los libros y documentos tienen un peso limitado entre los lotes, pero atraen a un público formado por coleccionistas privados.

No hay requisitos previos que cumplir para intentar subastar una pieza, salvo algunos evidentes: piezas arqueológicas o procedentes de caza furtiva, armas o imaginería nazi están prohibidas. Pero casi cualquier obra artística, de mobiliario, decoración o joyería que el común de los mortales podamos tener en casa, y que pueda despertar el interés de una tercera persona, puede ser subastada. Por ejemplo, junto al Dalí, con un precio de salida de 150.000 euros, una escultura de un hombre sentado firmada por Jaume Plensa, sobre el que la puja comenzará en 80.000 euros, un busto de Antonio López, a 20.000 euros de salida, o una fotografía firmada por los Beatles, de 6.000 euros, conviven una botella de vino Petrus Romero 1980 a 750 euros; cuadros sin firma reconocida del siglo XIX a 250 o 500 euros; bandejas de platas y cubertería a 100 o 200 euros; un antiguo abanico de nácar y hueso a 90 euros o un manuscrito detallando lo sueldos de los inquisidores de diferentes provincias españolas cuya puja comenzará en 40 euros.

Casi todas las subastas de Durán reservan un espacio destacado a los relojes, un sector en el que Durán Joyeros son auténticos especialistas.

Los relojes y las joyas tienen también reservado un papel protagonista en casi todas las subastas de la casa. En esta ocasión, destaca un Patek Philippe Tourbillon de platino con precio de salida de 90.000 euros; un collar de rubíes y diamantes de 50.000 o una esmeralda colombiana de 4.000 euros, entre otros muchos lotes como encendedores ST. Dupont (60 euros), gemelos Montblanc (350 euros tres pares) o una pieza de ámbar (450 euros). Por todo ello se puede pujar presencialmente el día de la subasta; con una llamada telefónica para que el miembro de la casa le represente durante el evento; en tiempo real por internet, o en los días previos, dejando en la web la cantidad a la que está dispuesto a llegar.

Arte a buen precio

Por eso, dice David Durán, no hay un perfil de comprador, sino tantos como piezas se venden: acuden a la cita desde auténticos coleccionistas versados en el sector hasta compradores puntuales que pretenden regalar una joya especial o curiosos que revisan de cuando en cuando el catálogo que edita la casa ante cada puja –todos los meses, publicado en papel y online– atraídos por la posibilidad de hacerse con una obra de arte a buen precio. Porque sí, el precio por el que aquí se compra es mejor que en el mercado. Al fin y al cabo, lo que aquí llega tiene la consideración de producto de segunda mano, así que acudir a una subasta realmente puede convertirse en una oportunidad única. El precio de salida, fijado de común acuerdo entre la casa y el vendedor, debe ser “atractivo para el comprador y justo para el vendedor”, explica David Durán, lo que, como norma general, puede llegar a traducirse en un 50% de su valor. Si no hay muchos interesados en la compra, y la puja no se prolonga, la ganga está garantizada.

Fueron los descendientes de Pedro Durán, creador del taller de platería germen del actual negocio quienes importaron esta actividad, tras tomar apuntes en varios viajes a Londres.

Aunque hay que tener en cuenta las condiciones económicas que fija Durán Arte y Subastas. Del precio obtenido, el vendedor paga a la casa un porcentaje previamente pactado que suele situarse en el 18% más IVA, aunque es completamente flexible y fruto de la negociación entre ambas partes: si el lote es especialmente atractivo, el porcentaje puede bajar hasta el 10 o incluso menos. El comprador, sin embargo, siempre abona a las casa un 22% del precio final. Así que tenga en cuenta que si consiguiera hacerse con ese Dalí por el precio de salida, es decir, sin que nadie más pujara, acabará pagando en realidad 183.000 euros más el IVA correspondiente. Algunas de las piezas que el equipo de Durán Arte y Subastas ha recibido, catalogado, tasado y subastado cuelgan ahora de grandes museos españoles. El Estado español goza de una prerrogativa, llamada derecho de tanteo, que le permite quedarse con una obra subastada al precio de remate final. Es decir, si considera bien de interés cultural alguno de los lotes subastados este jueves puede ejecutar la opción de compra sin que el vendedor ni el comprador puedan negarse. Obras subastadas en Durán se encuentran ahora en el Museo de Arte Reina Sofía de Madrid, en el Arqueológico, en la Biblioteca Nacional y en otros muchos museos provinciales y locales de toda España. Una de las piezas más importantes subastada en Durán y comprada por el Estado es Agnus Dei, un óleo sobre lienzo de Francisco de Zurbarán que representa un cordero sobre una mesa con las patas ligadas por un cordel, y que cuelga ahora en las paredes del Museo del Prado.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.